Operativo mortal. Indagan a los 11 policías detenidos como coautores del homicidio del repartidor de gaseosas en Virrey de Pino
Los vecinos de la víctima incendiaron dos búnkeres de venta de droga del barrio que eran el objetivo de los efectivos; confirman que la víctima no estaba armada, que no hubo agresión previa contra los uniformados y que le dispararon por la espalda
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Para la Justicia, los once policías detenidos por el homicidio de un inocente durante un operativo en Virrey del Pino fueron coautores del crimen. La autopsia determinó que Esteban Bellido, de 39 años, fue asesinado de un balazo que le dispararon por la espalda.
Dicha imputación provisional se funda en que, hasta el momento, el Ministerio Público de La Matanza no recibió los resultados de los estudios de barrido electrónico realizados sobre los uniformes de los efectivos de la Unidad Táctica de Operación Inmediata (UTOI) y tampoco contaba, todavía, con las conclusiones de los peritajes balísticos de cada una de las pistolas secuestradas a los acusados. Especialistas de la Gendarmería deberán realizar esos estudios para determinar cuál fue el arma homicida.
Al revisar las pruebas, el fiscal de La Matanza Gastón Duplaá estableció que la víctima no estaba armada y que tampoco hubo una agresión previa contra los tres móviles en los que se desplazaban los once policías, algo que hubiera justificado los disparos.
Esta noche continuaban las indagatorias de los once policías. En principio, según fuentes judiciales, todos los efectivos fueron acusados de ser presuntos coautores de homicidio doblemente agravado por haber sido cometido por personal de una fuerza de seguridad y por el estado de indefensión de la víctima.
Se trata de una calificación provisoria. La figura penal podría modificarse a medida que los acusados comiencen a deslindar responsabilidades en los compañeros. Si es que deciden hablar, ante la eventual condena a prisión perpetua que podrían recibir en caso de ser declarados culpables en un juicio oral, ellos mismos podrían señalar al tirador y contar qué ocurrió.
“Acá no hay un pacto de silencio, no hay nada que ocultar. Si se van a deslindar responsabilidades, que sea como corresponde, como marca la ley”, dijo el abogado Rubén Fernández, que representa a algunos de los policías acusados.
Según el letrado, recomendó a sus defendidos “que declaren y expliquen cómo fueron los hechos”.
Al referirse a las circunstancias que precedieron al trágico episodio, Fernández dijo que no tenía certeza de cuántos disparos hubo, por lo que esperaba los resultados de los peritajes balísticos ordenados y los cotejos que permitan establecer desde qué arma salió el proyectil que mató a Bellido.
“Aparentemente, fue un procedimiento donde se intentó cortar una venta de drogas. Hace dos meses, allí, los narcos mataron a un efectivo”, explicó el defensor de los uniformados acusados.
Según los testigos, Bellido vive cerca del lugar en el que fue asesinado. Cuando le dispararon había ido a un taller a dejar su automóvil para arreglar. En el barrio Vernaza, de Virrey del Pino, lo conocían como “Jujeño”. Era padre de tres hijos y trabajaba en una distribuidora de gaseosas situada en la Ruta 3. El menor de sus hijos había nacido hace dos semanas.
“Fue un caso más de gatillo fácil de los que hubo en la provincia. Parece que los policías venían en busca de supuestos narcos, y entraron disparando sin mirar nada. Es ahí cuando le tiraron por la espalda. No le dijeron nada, ni le dieron la voz de alto. No le dijeron nada para que se detenga o se tire al piso. Murió en la puerta de mi casa, se ahogó con su propia sangre”, relató Andrea, una testigo que presenció parte de la secuencia que terminó con el homicidio de Bellido, a quien conocía desde la escuela primaria.
Durante la jornada, los vecinos y amigos de la víctima cortaron la mano a General Paz de la ruta 3 para reclamar por el esclarecimiento del homicidio de Bellido y solicitar mayor presencia policial debido a que un grupo de narcos se instaló en el barrio.
Como parte de la protesta, los vecinos se dirigieron a dos viviendas precarias instaladas en un descampado que funcionaban como puestos de venta de droga y los prendieron fuego. Los dealers huyeron y dejaron en el lugar los envoltorios con cocaína.
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