De Colombia a Buenos Aires: por venganza, secuestraron a una familia en un country y exigieron 10 millones de dólares de rescate
La banda de captores alquiló una casa en el Country Golf Club Argentino, de José C. Paz; una de las víctimas habría venido al país con su mujer, su hija, su suegra y un custodio después de haber cometido una estafa millonaria con inversiones en criptomonedas; once detenidos fueron procesados
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J. J. B. V. ingresó en el Country Golf Club Argentino de José C. Paz, donde vivía con su familia, a bordo de la camioneta Ford Ranger que había alquilado. Estaba acompañado por su custodio, C. M. A., quien, a pedido de su jefe, antes de entrar en la casa del lote 122, fue a comprar cigarrillos. El ciudadano colombiano no sospechó nada, pero apenas traspasó la puerta de una de las habitaciones fue sorprendido por un grupo de delincuentes que lo golpeó, lo ató de pies y manos, y después de pedirle las claves de sus dos teléfonos celulares le exigió 10 millones de dólares para liberarlo a él, a su esposa, D. P. G.; a su hija, M. J., y a su suegra, M. T. G. Á.
La familia estuvo cautiva ocho días. Todo terminó el 20 de agosto pasado, cuando se logró rescatar a la última de las víctimas. Durante las 192 horas que duró el secuestro extorsivo, según información oficial, los captores se comunicaron a Colombia con un familiar de B. V. para exigirle como rescate “dinero, cuentas, bienes a nombre de testaferros, direcciones, todo con lo que se pueda pagar”.
A la madre de B. V., el custodio, le había informado que su hijo había sido capturado por integrantes del Cartel de Otoniel –en referencia a Dairo Antonio Úsuga, uno de los hombres más buscados en Colombia hasta su captura, en octubre de 2021, y su posterior extradición a los Estados Unidos para responder por narcotráfico como presunto líder del Clan del Golfo– y que los delincuentes solicitaban 10.000.000 de dólares para su liberación. El plan criminal se había ideado en Colombia.
Así surge de una resolución firmada este martes por el juez federal de Campana, Adrián González Charvay, donde procesó con prisión preventiva a 11 sospechosos, la mayoría ciudadanos colombianos que vinieron a la Argentina desde Colombia para concretar el plan criminal.
En la investigación participaron el fiscal federal de Campana, Sebastián Bringas; la Unidad Fiscal Especializada en Secuestros Extorsivos (Ufese), conducida por Santiago Marquevich, y detectives de la Subdelegación Departamental de Investigaciones (SubDDI) de Pilar y de la División Antisecuestros de la Policía Federal Argentina (PFA).
Inteligencia desde una casa alquilada
Según informaron a LA NACION fuentes judiciales y policiales, B. V. y su familia vinieron a vivir a la Argentina para salvar sus vidas. “B. V. se tuvo que escapar de Colombia. Habría protagonizado una estafa millonaria con criptomonedas”, sostuvo uno de los voceros consultados.
Para poder concretar el plan criminal y hacer la inteligencia necesaria, la banda de captores alquiló una casa por ocho días en el Country Golf Club Argentino, cercana a la que habitaban las víctimas.
“Para sacar a las víctimas del tradicional club de golf, los delincuentes simularon ser amigos de las víctimas”, sostuvieron fuentes del caso.
Se sospecha que uno de los vehículos utilizados para trasladar a las víctimas fue la camioneta alquilada por B. V., que finalmente fue abandonada en el barrio de Chacarita.
B. V. estuvo cautivo en diferentes lugares, entre ellos, una vivienda del barrio semicerrado Parque Irizar, en Fátima, partido de Pilar, donde finalmente fue liberado.
Finalmente no se llegó a pagar rescate, informaron fuentes judiciales. Pero de la casa de las víctimas, los captores se hicieron de un botín de “20.000 dólares, dos teléfonos celulares, cuadernos con anotaciones importantes -claves, contraseñas-, wallets de NFT, una computadora portátil marca Apple, y otra marca Assus, un reloj Rolex, dos cadenas, una de oro blanco y diamante blanco, y la otra de oro blanco y diamantes negros”.
“El cautiverio de las tres víctimas mujeres concluyó el 20 de agosto pasado, presumiblemente en el aeropuerto internacional de Ezeiza. Fueron liberadas para que viajaran hacia la República de Colombia para gestionar la transferencia a favor de los captores de un inmueble que estaría registrado a nombre de su suegra, el que habría sido comprado por el señor B. V. como obsequio para mujer”, afirmó el juez González Charvay en su resolución, a la que tuvo acceso LA NACION.
Expolicías implicados
Si bien el plan criminal se concretó el 12 del mes pasado, hubo un primer intento que se frustró. Fue el 30 de julio a las 18.30, en la playa de estacionamiento del centro comercial “Torres del Sol”, situado en Colectora 12 de Octubre, en el kilómetro 50 de la Autopista Panamericana, a la altura de Pilar, donde dos expolicías bonaerenses simularon un operativo policial e intentaron capturar a B. V., que estaba acompañado de su custodio. Pero los gritos de pedido de auxilio de la víctima, que se metió en un local gastronómico, los llevaron a abortar el plan criminal.
Eso habría motivado que viaje desde Colombia un grupo especial para concretar el secuestro. Habrían llegado con la orden de asesinar a uno de los cautivos, según señaló el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni.
“La historia es muy extraña. Por ejemplo, B. N. fue rescatado cuando salía de la casa donde estuvo cautivo en el Barrio Parque Irizar caminando con sus captores. La investigación aún no terminó. Esperemos dilucidar las dudas que aún persisten”, informó una fuente de la investigación que agregó que B. V. y su familia ingresaron al Programa Nacional de Protección a Testigos e Imputados.
En concreto, los procesados por el delito de “secuestro extorsivo agravado” son los expolicías bonaerenses Fernando Daniel Canda y Juan José de Dios Romero; el chofer argentino Fernando Magallanes y los colombianos Alejandro Steven González Ortiz, Ronald Edgardo Ávila Ortega, Néstor Alonso Hoyos Orejuela, Ancizar Faurecio Echeverría Porras, Maira Alejandra Gutiérrez Moreno, Ricardo Tito Viera Benítez, Carlos Andrés Valencia y Alejandro Zapata Valencia.
En los procesamientos con prisión preventiva, el magistrado trabó embargo sobre los bienes de los imputados hasta cubrir la suma de 8.000.000 de pesos para cada uno.
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