“Nos mintieron en la cara”. Murió en una persecución, pero a la familia le dijeron que había sido “un accidente”
Néstor “Lito” Costilla, de 28 años, fue encontrado en la calle junto a su moto, en Tolosa; la policía afirmó que se había estrellado contra un poste al dar con un pozo: los peritajes revelaron que iba a 25 km/h y que lo embistieron
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Los policías que intentaban consolar a la familia de Néstor “Lito” Costilla, muerto sobre el asfalto de una calle de Tolosa, en La Plata, insistían con la fatalidad: la noche cerrada, el pozo que no pudo esquivar a tiempo, el vuelco letal con la moto. Pero la explicación no convenció a ninguno porque la víctima era repartidor en una parrilla de la zona y conocía mejor que nadie cada bache, los cruces peligrosos, la ruta más segura...
La prueba recolectada permitió reconstruir que Lito había muerto durante una persecución policial y la lucha de la familia logró, casi un año después, torcer la investigación, que pasó de un supuesto accidente de tránsito a la sospecha de un homicidio doloso. “Siempre dijimos que había algo más, pero la mentira llegó hasta acá. Ya probamos que los policías encubrieron el hecho. Ahora queremos que vayan a la cárcel”, advierte Daiana, la hermana.
La familia sospecha que a Lito lo quisieron “cortar” para extorsionarlo, que eso es lo que, presuntamente, muchas veces sufren los jóvenes que hacen repartos en moto. Y que, en ese contexto, lo mataron.
El 7 de octubre de 2020, Lito, de 28 años y padre de cinco hijos, festejó en su casa de Tolosa un nuevo aniversario de casado. Alrededor de las 23.30 llevó a un amigo en moto hasta su casa, desde donde hizo una videollamada con la familia para avisarles que habían llegado bien y que enseguida “pegaba la vuelta”. Veinte minutos más tarde, una vecina llamó al celular de la madre de Lito para avisarle que su hijo estaba tirado en la calle 524, entre 120 y 121, a solo cuatro cuadras de su casa. Después, con un hilo de voz, agregó que le parecía que estaba muerto.
“Cuando llegamos al lugar no entendíamos nada; no había otro auto, únicamente Lito en posición fetal con la visera y el tapabocas puestos. La moto estaba en una forma que tampoco coincidía con un accidente de tránsito. En el lugar había un perito que nos dijo que la situación era ´rara´. Mi mamá les pidió a los policías que por favor le explicaran que había pasado con su hijo; le dijeron que Lito venía a alta velocidad, que agarró un pozo, perdió el control y golpeó la cabeza con un poste de luz. Luego nos enteramos de que algunos de los policías que habían hablado con nosotros eran los asesinos de Lito”, se lamenta Daiana.
El expediente abierto por el deceso de Lito tramitó en la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) N°10 de La Plata, especializada en delitos culposos, bajo la carátula de “averiguación de causales de muerte”. Sin embargo, con el correr de los días, la familia comenzó a sospechar de la actuación policial y no pasó mucho hasta que se convencieron de que había sido un homicidio.
“Los policías nos mintieron en la cara”
El resultado de los peritajes confirmó aquello que los padres y hermanos de Lito ya intuían. El análisis criminalístico determinó que la moto en la que viajaba la víctima circulaba a no más de 25 km/h, es decir, una velocidad insuficiente para expulsarlo por el aire y provocarle las heridas que derivaron en su muerte. El mismo informe concluyó que una “fuerza externa contundente” lo embistió de derecha a izquierda y que la posición en la que fue encontrada la moto “no es causal del mismo” impacto. Se descartó, además, que los baches de la calzada pudieran ser lo suficientemente peligrosos como para matar a una persona.
La otra prueba fundamental que tiñe de sospechas la actuación policial es el relevamiento de las cámaras de seguridad de la zona –tanto privadas como las del municipio– que muestra a tres agentes de la Policía Local de La Plata a bordo de dos motocicletas persiguiendo a Lito durante varias cuadras.
“En los videos se ve que la moto de Lito venía circulando correctamente y que al llegar a la rotonda de la autopista Buenos Aires-La Plata los policías cruzaron de contramano y nunca dieron aviso sonoro ni lumínico. Incluso, ellos tuvieron la posibilidad de pararlo, porque tenían motos de mayor cilindrada, pero decidieron seguirlo; esperaron a que Lito se metiera en la 525, que es una calle oscura y sin cámaras, y ahí lo emboscaron”, explica la hermana del joven repartidor.
La autopsia, por su parte, ya había evidenciado golpes y heridas en el cuerpo previas al impacto fatal. Con ese cúmulo de evidencias, la familia y los amigos de Lito marcharon hacia los tribunales de La Plata para pedir el cambio de carátula de la causa.
Finalmente, en septiembre pasado, once meses después de la muerte de Costilla, el fiscal de la UFI N°10, Carlos Vercellone, giró el expediente a la UFI N°16, a cargo de Juan Cruz Condomí Alcorta, para que el caso se investigue como un “homicidio doloso”.
Hacía ocho años que Lito trabajaba como delivery en una parrilla ubicada en el cruce de 120 y 530, por lo que todos los días pasaba con su moto por el lugar donde lo encontraron muerto. Era padre de tres varones –de diez, ocho y seis años– y de mellizas de tres. Estaba en pareja con Sofía Sosa. El 7 de noviembre pasado hubiera cumplido 30 años.
“Si los policías –admite Daiana– me hubieran dicho que mi hermano intentó escapar y que por eso se accidentó, hasta lo hubiera aceptado. Pero nos mintieron en la cara cuando nos dijeron que Lito había tenido un accidente solo. Ellos estuvieron con él, lo vieron morir y se lavaron las manos. Las personas que somos honestas jamás vamos a entender que otros puedan matar a un joven que no hizo nada y después seguir con sus vidas como si no hubiera pasado nada. Hicieron las cosas mal y lo tienen que pagar”.
Las irregularidades
La justicia ya tiene identificados a los efectivos bonaerenses involucrados en la persecución a Lito Costilla que derivó en su muerte: se trata de los agentes de la Policía Local de La Plata Damián Aquino, Mauricio Rodríguez y Sergio Martínez. Según los registros de las cámaras de seguridad, los tres, a bordo de dos motos, salieron de la garita ubicada en la rotonda de las calles 120 y 32, de contramano, y comenzaron a seguir el recorrido del joven repartidor. Esa acción es la primera de varias irregularidades: los policías sobrepasaron los límites de la jurisdicción dispuesta para el patrullaje preventivo que tenían que cumplir en la zona. Además, en ningún momento dieron aviso por radio o informaron a algún superior que estaban iniciando una persecución.
Otro de los hechos que llamó la atención de la familia de Lito fue la presencia de Aquino, Rodríguez y Martínez en el lugar del supuesto accidente, aun antes de que los vecinos o testigos circunstanciales pudieran dar aviso al 911. Según las declaraciones de los tres que consta en el acta policial, un transeúnte les avisó que “había un muchacho tirado en el piso al lado de su moto”. Sin embargo, ninguna cámara de seguridad pudo captar ese encuentro y tampoco quedó registro del nombre del presunto testigo porque los policías, convenientemente, se olvidaron de tomar sus datos personales.
Una vez en el lugar del hecho, los efectivos siguieron cometieron irregularidades. Por ejemplo, el acta de las primeras diligencias investigativas no se encuentra rubricada por el testigo de procedimiento, quien además señaló que lo transcripto no era coincidente con lo que había ocurrido.
En paralelo a la causa penal, la Auditoría General de Asuntos Internos del Ministerio de Seguridad bonaerense abrió una investigación administrativa a los tres policías, que ya fueron apartados de sus funciones provisoriamente. Aún se espera que realicen el descargo con su versión de los hechos.
La Comisión Provincial por la Memoria, (CPM), en tanto, se presentó en el expediente judicial como Particular Damnificado Institucional en su calidad de Mecanismo Local de Prevención de la Tortura y se encuentra asesorando a la familia en su reclamo de justicia.
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