"Nos acusan de monstruos pero vamos a defender nuestra inocencia hasta el final"
Antes del debate que comenzará en mayo, Heit y Olivera afirman que no hay pruebas contra ellos y acusaron al intendente y a una ex fiscal
BAHÍA BLANCA.- Cuando era "Fanny", la reconocida periodista de Coronel Suárez, una ciudad de 40.000 habitantes al sur de la provincia de Buenos Aires, los vecinos estaban acostumbrados a verla en la pantalla de sus televisores todos los días. Siempre arreglada, bien maquillada y con un tono enérgico y alegre. Pero en noviembre de 2012 Estefanía Heit dejó de ser la que daba las noticias para convertirse ella misma en la protagonista de los hechos. Hoy está detenida en la cárcel de Bahía Blanca, junto a su marido, Jesús Olivera, a la espera de un juicio que comenzará en mayo y en el que ambos están imputados por "reducción a la servidumbre, lesiones graves y estafa" en perjuicio de Sonia Molina. A Olivera también se lo acusa de abuso sexual.
Hace poco más de un año Molina, una joven oriunda de Río Colorado, denunció que había permanecido secuestrada durante tres meses en la casa que Heit compartía con Olivera. El relato era terrorífico: la mujer dijo que la torturaban, que le daban comida para perros, que la golpeaban y hasta abusaban de ella. Desde entonces, Heit y Olivera están detenidos.
"Sonia Molina miente", aseguraron Heit y Olivera en la cárcel bahiense en una entrevista con LA NACION. Entre besos y abrazos y tomados de la mano, los dos rompieron el silencio que mantenían desde hace más de un año. "Nos acusan de monstruos, pero vamos a insistir en nuestra inocencia hasta el último momento", dijo Heit. "Estamos determinados a mostrar nuestra verdad con pruebas."
Para la pareja, Molina incurrió en "demasiadas contradicciones" y dio diferentes versiones sobre cómo fue el supuesto cautiverio y cómo escapó de la casa de la periodista y su marido, supuesto pastor. "Sonia habló de abusos totalmente violentos que después resultó que no existieron porque el médico no lo constató, sólo comprobó un moretón en uno de los labios de la vagina", dijo Heit.
La pareja aseguró que su vínculo con Molina tenía que ver con una ONG en la que trabajaban los tres, donde se ofrecía ayuda y se organizaban actividades para personas discapacitadas. "Sonia era una profesional, trabajaba con nosotros. Nunca nos imaginamos que diría todas estas mentiras", dijo Heit.
Los detenidos también denunciaron que el ex intendente de Coronel Suárez y actual diputado del FPV, Ricardo Moccero, y la primera fiscal del caso, María Corrado (hoy diputada provincial por el Frente Renovador) "inventaron acusaciones" en su contra.
"Un intendente no pude decir que había videos que probaban las denuncias de Molina y resulta que después no los hubo y que no pase nada", se quejó Heit, con respecto a las conferencias de prensa que brindó el jefe comunal cuando se conoció el caso.
Maquillada y bien arreglada, como cuando trabajaba en la TV, Heit se manifestó confiada: "La verdad va a salir a la luz". Olivera, en cambio, se mostró escéptico. "Hace un año y medio que estamos privados de la libertad. Esto nos cuesta mucho, nos duele, y más cuando se hablan tantas mentiras. Porque nosotros hablamos con papeles en la mano, y las demás personas dijeron cosas que ni están en la causa. ¿Qué me asegura que ahora hagan las cosas bien? Mi esposa cree en la Justicia, pero yo tengo muchas dudas", dijo.
Olivera fue trasladado desde la cárcel de Saavedra a la Unidad Penitenciaria IV de Villa Floresta, en Bahía Blanca, para estar cerca de su esposa, que está alojada en el mismo complejo.
Durante el día, ella trabaja en el área de control junto con las oficiales del servicio penitenciario y él, en mantenimiento. Además, crearon una biblioteca y juegos didácticos para los hijos de las personas detenidas. "Tratamos de ayudar y de que esto que nos hizo tanto daño le deje algo bueno a alguien. No importa si trasciende, nuestra intención no es que el mundo se entere", aseguró Heit. Ella comparte su celda con una ex policía. "Ella me dio ropa y consuelo. No hay una noche que no me ponga mal por esta situación, es muy difícil...", dijo Heit, entre llantos, mientras Olivera le tomaba la mano y le acariciaba la espalda.
Él tiene seis compañeros de celda. Y aunque la cárcel le significó una gran pérdida de privacidad, agradece la compañía. "Se convierten en tus amigos, algo muy importante para sobrevivir al encierro", contó.
Su amor, aseguran, es genuino. "Acá, en este infierno, no se puede fingir", agregó.
Sonia Molina se recupera junto a su hija y su madre
"El calvario que viví me dejó marcada para siempre", relataba Sonia Molina en una reciente entrevista con LA NACION, quien estaba intentando recuperar su vida normal. Ella volvió a Río Colorado a vivir con su madre, Mónica. Allí también está su hija, de 12 años, que vive con el padre, pero la visita todos los fines de semana.
Según denunció Molina ante la Justicia, durante tres meses, Estefaía Heit y su marido, Jesús Olivera, quien se hacía pasar por pastor, la habían mantenido encerrada en su casa, sometiéndola a agresiones físicas y verbales, y abusando sexualmente de ella. Los detalles del cautiverio son escabrosos: dijo que le daban comida para perros, que le hacían tomar orina, que la quemaban con encendedores, que le tiraban insecticida en los ojos.
"Pasé por muchas etapas. Hubo momentos en que no quería salir de la casa ni ver a nadie, sólo a mi hija y mi mamá. Recuperar mi vida social está siendo muy difícil, me siento expuesta, observada, y el miedo está siempre presente. También me doy cuenta de que para la gente es difícil relacionarse conmigo, no saben cómo tratarme."
Desde que le dieron el alta hospitalaria, Molina cumple con un estricto tratamiento físico y psicológico, además, debe recuperar los 20 kg que perdió en el cautiverio.
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