Unidos contra el olvido: la lucha por tres desaparecidas
Las historias sin final de Florencia Pennacchi, Érica Soriano y María Cash
Nunca se conocieron. Pero sus vidas se cruzaron y sus historias tienen un triste y dramático punto en común: un día desaparecieron y nunca más se tuvo noticias de ellas. A Florencia Pennacchi, a Érica Soriano y a María Cash es como si se las hubiera tragado la tierra.
Pennacchi tenía 24 años cuando fue vista por última vez, hace ya diez años. Vivía en Palermo con su hermano. Soriano tenía 30 y estaba embarazada de dos meses y medio; el sábado próximo se cumplirá el quinto aniversario de su desaparición. Cash tenía 29 y había decidido viajar a Jujuy para vender la ropa que ella misma diseñaba; su último contacto con su familia fue el 8 de julio de 2011.
Además del dolor por sus ausencias, sus familias comparten la fuerza para no bajar los brazos e insistir en la lucha para conocer lo que sucedió. A pesar de la incertidumbre por la falta de respuestas, los familiares de Pennacchi, Soriano y Cash todavía no pierden las esperanzas.
Otro denominar común en los tres casos fueron las llamadas anónimas para extorsionar a las familias o para aportar pistas falsas.
"Diez años después, la causa por la desaparición de Florencia sigue abierta y el fiscal Marcelo Retes continúa con la investigación. La esperanza de encontrarla con vida sigue intacta, a pesar de que el paso del tiempo hagan disminuir las expectativas", afirmó a LA NACION el abogado Gabriel Becker, que representa a Nidia Aguilera y Pedro Pennacchi, madre y hermano de la joven, respectivamente.
Según Becker, el fiscal Retes siguió todas las líneas investigativas que surgieron en la causa.
Lo último que se hizo en el expediente judicial fue buscar a Florencia en General Rodríguez, después de que una mujer detenida en una causa por prostitución VIP comentara que le habían dicho que Pennacchi había sido capturada por una red de trata que la obligó a prostituirse en una quinta.
"Según esa versión, después la asesinaron y la enterraron en predio de General Rodríguez. Se la buscó, se hicieron excavaciones, pero no se encostró ningún cuerpo", sostuvo a LA NACION una fuente con acceso al expediente judicial.
Becker dijo también que la principal hipótesis es, como afirmó el hermano de Pennacchi a LA NACION (de lo que se informa por separado), que Florencia fue capturada por una red de trata cuando fue a un boliche de Palermo a encontrarse con el dealer al que le compraba drogas.
Lo último que se supo de ella es que el 16 de julio de 2005 llamó a su trabajo para avisar que no iba a ir porque se sentía mal. Pasaron diez años y no hubo noticias sobre su destino.
Por el caso de Soriano estuvo preso su pareja, Daniel Lagostena, hasta que fue liberado el 28 de diciembre de 2012 por la Cámara de Apelaciones de Lomas de Zamora.
"La investigación está frenada por la Sala III de la Cámara de Apelaciones de Lomas de Zamora, después de una investigación brillante que habían hecho el fiscal Gerardo Loureyro y el juez de Garantías de ese distrito Gabriel Vitale", dijo a LA NACION el abogado Marcelo Mazzeo, que representa a la madre de Érica, María Ester Romero.
Mazzeo está convencido de que se va a conocer qué pasó con Soriano. Y adelantó que en el transcurso del mes hará una presentación para denunciar que en un cementerio del conurbano bonaerense hay 160 cuerpos enterrados como NN.
María del Carmen Gallegos, la madre de Cash, además de esperanza tiene sospechas. "Hay algo oscuro detrás de lo de María. ¿Por qué el gobernador de Salta [por Juan Manuel Urtubey] no tuvo la delicadeza de recibirnos?", se preguntó.
Máximo Cash, hermano de María, presentó un proyecto de ley para que se cree la Agencia Federal de Búsqueda de Personas. La madre espera que la iniciativa sea aprobada lo antes posible en el Congreso de la Nación.
María del Carmen Gallegos: "No pierdo las esperanzas"
Dice que su situación es desesperante. Y no hace falta que explique por qué. Ya pasaron cuatro años desde la última vez que tuvo noticias de su hija, María Cash. Pero a pesar de que no hay pistas, no pierde las esperanzas y no piensa detener su lucha y la búsqueda.
"Todos los días pienso que la voy a encontrar. No pierdo las esperanzas, jamás", afirma a LA NACION María del Carmen Gallegos, la madre de Cash. Cuando desapareció su hija tenía 29 años y había decidido viajar a Jujuy para vender ropa que ella misma diseñaba.
Pero al dolor por la desaparición de su hija, Gallegos sufrió otro duro golpe: en abril del año pasado en un accidente automovilístico en La Pampa murió su marido, Federico Cash, de 70 años .
El padre de la joven desaparecida había viajado hasta San Carlos de Bariloche a buscar un automóvil que le habían donado para que utilizara en la búsqueda de María. Desde el día de la desaparición de su hija, Federico Cash, no hizo otra cosa que buscarla. Dedicó cada día de su vida en ir a los lugares donde surgían pistas. Hasta se desprendió de su empresa. La familia se mudó de un departamento en la avenida Santa Fe a otro en Barracas.
Ahora la posta de Federico la tomó Gallegos. "Esta situación es desesperante. Es como tener una venda negra en la frente y no saber para dónde correr, sin ayuda", sostiene la madre de Cash, mientras intenta hacer que Luna, su perra, deje de ladrar.
Gallegos hace todo a pulmón. "No tengo dinero para pagarle a un abogado o a un investigador privado", explica.
La mujer hace memoria y cuenta que lo primero que pensó cuando desapareció su hija fue que había sufrido una pérdida de memoria o un shock y que anda por el norte del país sin rumbo.
Cuando se cumplieron tres años de la desaparición de su hija, Gallegos asumió que la lucha iba a ser larga. "Luchamos contra molinos de viento".
Gallegos basa sus esperanzas en la fe en Dios. "Rezo por María", cuenta. Y agrega: "Pido que no haya sido víctima de una red de trata.
Uno de sus argumentos para pensar que su hija está con vida es que en "Salta hay muchos lugares sin TV ni teléfono".
A Gallegos le hubiera gustado tener más colaboración de los organismos oficiales. "Siempre dependemos de la solidaridad de la gente", agrega.
"¿Cómo es María?", se pregunta en voz alta. En ese momento su rostro se ilumina, sonríe y sin dudar cuenta: "Es una persona extraordinaria. Simpática e inteligente".
Y una vez agrega: "Todos los días pienso que la voy a encontrar". No hay dudas, Gallegos todavía no pierde las esperanzas.
Pedro Pennacchi: "Si está viva, la está pasando horrible"
Diez años pasaron desde que ella desapareció. De a ratos, a Pedro Pennacchi le viene a la cabeza el mismo pensamiento: si Florencia, su hermana, está vivá, la está pasando horrible.
Así lo cuenta el hermano de la joven desaparecida el 16 de marzo de 2005 cuando le faltaban seis meses para cumplir 25 años.
"Diez años es un tiempo importante para que no haya aparecido el cuerpo. Entonces, como no encontraron el cuerpo de mi hermana, ella debe estar en algún lugar", afirma a LA NACION Pedro Pennacchi, de 36 años, y estudiante de Derecho.
El hermano de Florencia, al igual que su madre, Nidia Aguilera, siempre estuvieron convencidos de que la joven no desapareció por su propia voluntad.
"Sabemos que Florencia no se fue por su propia voluntad. Se fue de casa [un departamento de Palermo que los dos hermanos compartían] sin ropa ni documentos. Es como si se hubiera ido a comprar algo al quiosco", recuerda el joven mientras observa fotografías de su hermana. Su mirada se detiene una y otra vez en la sonrisa de la última fotografía que le sacaron, en la madrugada previa a su desaparición.
"No sé qué clase de persona puede hacer lo que hizo [capturar a una joven]", dice Pennacchi. Son las primeras palabras que elige el joven para hablar de los diez años de lucha que lleva.
Si bien nunca más tuvo noticias de su hermana, Pennacchi está convencido de que la capturaron en el lugar, un boliche de Palermo, donde se fue a encontrar con un hombre que le vendía droga. Él cree que Florencia fue víctima de una red de trata. Es más, en un momento le llegó la información que estaba en un prostíbulo, en Santa Cruz. La buscaron y no la encontraron.
"Nuestra máxima preocupación es saber qué pasó con ella. No queremos castigo para los culpables. Nuestro dolor es no saber qué pasó con ella", afirma el hermano de la joven desaparecida.
Antes de estar convencido de que su hermana había sido capturada para ser entregada a una red de trata, Pennacchi pensó que Florencia había sido víctima de un hecho de inseguridad o de un accidente. Hasta se le cruzó la idea de que había perdido la memoria y estaba perdida por la ciudad de Buenos Aires. Pero no, ahora él sabe que nada de eso pasó.
"Siempre sueño que alguien llama por teléfono para decirnos que tiene noticias de Florencia", cuenta con una mueca que intenta ser una sonrisa.
El estudiante de Derecho dice que a su madre le quitaron diez años de vida. "Perdió energía, fuerza y empuje. Yo hice una especie de duelo. Es extraño, pero de a ratos pienso que si está viva, la está pasando horrible."
María Ester Romero: "No tengo deseo de venganza"
No pierde la calma y habla con tranquilidad. Su voz transmite paz. Una y otra vez cuenta que siempre supo lo que le pasó a su hija, pero que al principio le costó ponerle nombre. María Ester Romero está convencida de que su hija, Erica Soriano, de 30 años y embarazada de dos meses y medio, fue asesinada. Lo que quiere ahora es saber qué pasó para que su vida terminara abruptamente.
Además de la hipótesis del homicidio, Romero está convencida de que el asesino fue la pareja de su hija, Daniel Lagostena, 20 años mayor.
Así lo afirma una y otra vez Romero a LA NACION. "Sé que él es el responsable. Lagostena tiene todas las respuestas, pero como es un psicópata creo que nunca se va a quebrar emocionalmente y no va contar qué hizo con mi hija. No tengo deseo de venganza, sólo quiero saber qué pasó con mi hija", sostiene la mujer.
Lagostena, cabe recordar, estuvo preso, pero el 28 de diciembre de 2012, la Cámara de Apelaciones Lomas de Zamora ordenó la libertad del hombre por falta de pruebas. Cuarenta y ocho horas antes de la decisión del tribunal de alzada, el juez Gabriel Vitale, había rechazado un pedido de excarcelación, solicitado por la defensa de Lagostena ante un error procesal, y reiteró el dictado de la prisión preventiva para el imputado por el delito de homicidio simple y aborto en el contexto de violencia familiar.
A días de cumplirse el quinto aniversario de la desaparición de su hija, Romero recuerda la última vez que estuvo con su hija y las palabras que Erica dijo: "Estoy viviendo una pesadilla". Fue el miércoles 18 de agosto de 2010, la joven había salido de trabajar, en San Martín, y había ido a tomar mate con su madre a Villa Adelina. Ella vivía con Lagostena en Lanús.
"Cuando quise indagar en lo que había dicho me respondió que no me hiciera problema, que había exagerado", sostiene Romero. Pero la mujer nunca más volvió a ver a su hija. El viernes 20 Erica fue a trabajar y después, junto con Lagostena, a las 20.30, fue al Sanatorio Mater Dei.
Al día siguiente iba a ir a la casa de su madre. Así le avisó a una amiga con la que habló por teléfono después de haber ido al sanatorio. Pero nunca llegó a Villa Adelina.
"Ese sábado [21 de agosto] los hermanos de Erica fueron a Lanús, a la casa de Lagostena, y encontraron la cartera, la billetera, las llaves del auto y los documentos de mi hija. Está claro que no se había ido a ningún lugar. Él [por la pareja de su hija] nos dijo que había salido al mediodía para mi casa", recuerda la mujer.
De pronto, la entrevista se interrumpe porque llega Florencia, la hija de Erica. La adolescente tiene 17 años. Besa a su abuela y Romero sonríe feliz de vivir con su nieta.