'Ndrangheta: los secretos de la mafia calabresa en la Argentina
"¡Siempre se necesita una historia de mierda! ¡Una explicación, se necesita!", repitió el italiano Antonio Morabito, hermano de un mafioso italiano que estaba preso en Uruguay. "Siempre, porque si te detienen al menos sabes qué decir", le respondió Carmelo Aglioti. La conversación continuó sobre la necesidad de sacar de la cárcel a su hermano Rocco Morabito y en un momento de la charla fue nombrado Ferdinando Sarago, un compatriota que vivía lejos de Italia, en la Argentina, como la persona que, llegado el momento, podía colaborar con sus planes.
Durante esa conversación telefónica interceptada por la justicia italiana le ordenaron a Sarago la misión de cruzar 50.000 euros a Uruguay para que Rocco Morabito pudiera escapar de la cárcel de Montevideo, según la información oficial a la que accedieron LA NACION y el Investigative Reporting Project de Italia. Las autoridades no pudieron todavía comprobar si Sarago finalmente participó de la logística en esa operación, pero el capo de la mafia calabresa se fugó del penal en junio de 2019.
Morabito, Aglioti y Sarago, los tres mencionados en las conversaciones telefónicas, están acusados de ser parte de la temible 'Ndrangheta, la mafia calabresa, que ya dejó sus huellas en Buenos Aires. Los tres son protagonistas, junto a otros dos sospechosos detenidos en la Argentina, de una historia de mafias y narcotráfico que involucra millonarios cargamentos de cocaína que atraviesan el océano Atlántico hasta la costa de Italia y también de maniobras de lavado para darle apariencia lícita al dinero sucio.
Rocco Morabito está prófugo desde hace un año porque nunca llegó a ser extraditado desde Uruguay. Aglioti fue detenido en noviembre pasado en Italia en medio del megaoperativo "Magma". Sarago, nacido hace 79 años en Rosarno, en Reggio Calabria y que vivía en la Argentina, fue apresado la semana pasada por personal de la División Investigación Federal de Fugitivos y Extradiciones de la Oficina Central de Interpol Argentina en su departamento de Las Cañitas.
No solo cayó Sarago en la Argentina. También fueron detenidos Fabio Pompetti y Giovanni Di Pietro, otros dos intermediarios de la mafia calabresa en operativos hechos en Palermo y Cañuelas. "Aunque cada uno de los tres cumplía roles muy diferentes, eran como una especie de embajadores de la mafia calabresa en todo Sudamérica", resumió uno de los investigadores argentinos que los tuvo bajo la lupa durante un tiempo.
Tanto Di Pietro, conocido por su alias de Massimo Pertini, como Pompetti y Sarago habían sido investigados en 2017 por la Justicia, después de que el agregado policial de la Embajada de Italia en la Argentina les entregara información sobre una organización narcocriminal que había enviado en octubre en 2016 un cargamento de 350 kilos de cocaína que fueron arrojados cerca del puerto Gioia Tauro, en Reggio Calabria.
Viajes a la Argentina
Las autoridades italianas avisaron que Aglioti, mafioso y facilitador de negocios varios, iba a viajar a la Argentina para preparar un nuevo envío de cocaína. Aglioti llegó al aeropuerto de Ezeiza el jueves 20 de abril de 2017 en un vuelo de Alitalia proveniente de Roma y se alojó en la habitación 704 del hotel Suipacha Suites, en Retiro, según consta en el expediente judicial.
Un día después, en un café sobre la calle Carlos Pellegrini, se reunió con Pompetti y hablaron un largo rato en italiano. Como en las comunicaciones telefónicas los sospechosos eran muy cuidadosos, detectives de la Gendarmería Nacional "plantaron" micrófonos ambientales para escuchar lo que hablaban en las reuniones.
Tres días después, Aglioti salió del hotel a las 13 y se subió a un Mercedes Benz -a nombre del argentino Sarago- para dirigirse al restaurante San Luca, de Puerto Madero, donde estuvo hasta las 17.
Según las escuchas italianas, este restaurante fue manejado en Puerto Madero por otra familia de la ‘Ndrangheta: los Pelle. El local lleva ese nombre porque San Luca es el pequeño pueblo donde apareció por primera vez la mafia calabresa. Ese restaurante era, entonces, un lugar seguro para la reunión de Aglioti y Sarago. Un día después, Aglioti fue hasta un departamento en Balvanera donde se habría reunido con un ciudadano brasileño y Pompetti.
"Sospechamos que Aglioti había venido a la Argentina para arreglar el envío de un nuevo cargamento de cocaína. Nunca pudimos determinar si la droga iba a salir desde un puerto argentino o desde Santos, en Brasil", explicó a LA NACION una fuente judicial. Los investigadores tuvieron el dato de que Aglioti tenía planeado "realizar algún tipo de negocio relacionado con la compra de limones" que se procesan en Tucumán. La sospecha es que los limones iban a ser el camuflaje de la carga de cocaína que tenían pensando traficar a Europa.
Un restaurante en Puerto Madero
"¡Este es un discurso legal que me interesa mucho, porque mi intención es sacar de esto e invertir algo aquí!" explica Aglioti a Di Pietro, otro de los "embajadores" en la Argentina. Las autoridades están convencidas de que los mafiosos querían utilizar los limones como fachada, tal como lo habían hecho en Costa Rica, donde movían la cocaína a través de exportaciones de bananas. Pero fiel a las costumbres italianas, la principal fachada de Aglioti eran los cargamentos de pasta artesanal de Calabria que le vendía a varios compradores, incluso en la Argentina al restaurante San Luca de Puerto Madero.
En otro paper que el agregado policial de la embajada de Italia en la Argentina le hizo llegar a la Procuraduría de Narcocriminalidad (que junto con la por entonces fiscal Maria Luz Rivas Diez y el juez Diego Amarante investigaron en 2017 a los sospechosos) se pudo determinar que Aglioti había sido enviado por la ‘Ndrangheta "para tomar contacto con los proveedores de droga latinoamericanos y negociar la compra de algunas partidas de cocaína para traficarlas a Italia".
La justicia italiana está convencida de que los "embajadores" argentinos abrieron distintas oportunidades de negocios en la región. Tanto Sarago como Pompetti ofrecían una imagen pública muy distinta a como se puede imaginar a un mafioso. Sarago, de bajo perfil, tenía una marca de ropa que vendía prendas por Internet. Pompetti, todo un personaje, era abogado y cantante aficionado de jazz, según puede verse en sus redes sociales. Era habitué, además, del bar Santos Vega, en Palermo.
Lejos de la noche y de la música, Pompetti recibía pedidos para darle beneficios a Morabito, el capo detenido en Montevideo. "La gente me contactó para decirme si conocía a un abogado en Uruguay, le di tu nombre porque necesitan ser atendidos por un pariente encarcelado en Uruguay. Estas son personas que pagan, es prácticamente el mismo problema con el que lidiaste en el pasado, ¿entiendes?", le escribió el intermediario italiano Aglioti vía WhatsApp. "Todo estará bien para tu gente en Uruguay. Tengo que moverme con mucho cuidado. Te prometo éxito en todo", le respondió Pompetti, según consta en el expediente italiano.
Los investigadores italianos no descubrieron si este plan específico para liberar a Morabito fue exitoso, pero el italiano logró escapar dos años más tarde de la prisión, el 24 de junio de 2019, y continúa prófugo. Los diálogos telefónicos y los chats de Pompetti también incluían pedidos para blanquear dinero a través de fondos que giraban vía Estados Unidos. "Tuvimos que hacer una ronda bestial de tarjetas para depositarlos [...]. El dinero en negro es difícil de hacerlo blanco y bastante obvio [..]. Lo resolveremos en breve pero tenemos que hacer las cosas bien", escribía en italiano.
Pompetti y Sarago compartían trabajos con Di Pietro, alias Pertini. Según la Fiscalía de Reggio Calabria, Di Pietro "constituyó la oficina principal entre las pandillas italianas y los proveedores de drogas sudamericanos", pudiendo contar con una carrera criminal larga que comenzó en 1978, cuando participó en el secuestro en Sicilia de Franz Found, hijo de un industrial local. El niño fue asesinado después de veintiún días de cautiverio. Después del sangriento evento, Di Pietro escapó a la Argentina donde nunca llegó la notificación de la sentencia en ausencia y, hasta ahora, había podido vivir tranquilo hasta que fue apresado en Cañuelas.
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