A Ignacio le llega por Telegram una ubicación de GPS. El mensaje es de un número que desconoce, pero sabe quién es, y que se elimina de forma automática unos segundos después. El mapa que le llega le indica una esquina en el macrocentro de Rosario. En su teléfono tiene las coordenadas y el horario en el que deberá estar en ese lugar.
La puntualidad es clave: su proveedor de cocaína no puede esperar en un punto fijo. Debe moverse. Cuando Ignacio llega allí, un minuto después, aparece un joven en bicicleta, con un gorro de lana hasta arriba de las cejas, barbijo y mochila. Sólo se ven sus ojos. Ambos entregan lo que van a buscar, sin necesidad de hablar, ni siquiera la cortesía de un saludo. Dos gramos de cocaína y dinero en efectivo.
La escena ocurre en Rosario un lunes a las 17, en medio de la cuarentena y de un frío intenso. Esa forma de vender drogas ilegales –que siempre existió, pero que con las restricciones se hizo más común- se impuso en las principales ciudades del país, como Buenos Aires y Córdoba, donde ese mercado ilícito se amoldó de manera rápida a las restricciones que impuso el Covid-19.
Siempre un paso adelante, el negocio narco nunca dejó de alimentar al 8,3 por ciento de la población que –según el último informe del Observatorio Argentino de Drogas– consume sustancias prohibidas de manera frecuente. Hasta ahora las fuerzas de seguridad, centradas en los controles de la cuarentena, mostraron poca reacción a estos nuevos cambios de paradigma del negocio ilícito, ante una justicia federal casi paralizada, sobre todo en el interior el país.
Adaptación
"Las organizaciones narcocriminales se adaptaron a las restricciones sanitarias frente a la necesidad de cubrir una demanda sostenida, del mismo modo que se han amoldado históricamente a situaciones adversas", reconoció a LA NACION Diego Iglesias, que conduce la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar)".
El fiscal federal apuntó que "en la Argentina se ve un incremento en la distribución de estupefacientes a domicilio ante imposibilidad de los consumidores de salir de sus casas y los fuertes controles policiales. Interpol alertó sobre esta modalidad con reparto disimulado en empresas de entrega de alimentos en distintos países. Para esto, se ha incrementado la oferta de drogas a través de redes sociales y dark web, tal como destacó el Observatorio Europeo de las Drogas".
"No hubo abstinencia durante la cuarentena, lo que prueba que el narcotráfico se adapta a cualquier circunstancia, muchas veces más rápido que la economía formal, porque tiene aceitados los mecanismos a nivel de organización", señaló Horacio Tabares, autor del libro Drogas. Debate sobre políticas públicas, y miembro de la asociación civil Vínculos.
Varias investigaciones realizadas por la Policía de la Ciudad y la bonaerense confirman la nueva tendencia. La semana pasada una pesquisa del fiscal Federico González, que conduce la Fiscalía Especializada en Investigaciones de Drogas Ilícitas de Tigre y de la Jefatura Departamental de ese distrito, a cargo del comisario inspector Luca Borge, puso al descubierto una banda que comercializaba marihuana premium y cocaína bajo la modalidad take away.
La organización, presuntamente liderada por un youtuber que tenía un canal de "terror extremo", hacía la entrega de sus productos en una casa situada a 300 metros del Hospital Municipal Materno Infantil de San Isidro.
La investigación había comenzado en febrero pasado cuando efectivos de la comisaría de Benavídez sorprendieron a un grupo de jóvenes con una importante cantidad de estupefacientes. Habían comprado la droga para consumir entre amigos.
"A partir de los teléfonos secuestrados se comenzó a rastrear a los posibles distribuidores de la droga. Se descubrió que se comunicaban con sus clientes por redes sociales, distribuían la lista de precios por Whatsapp y hacían entregas por delivery. Pero, cuando comenzó la cuarentena y ante la mayor cantidad de uniformados en las calles por los controles preventivos, se frenó el comercio que hacían hasta ese momento", sostuvo una fuente judicial.
Take away
Desde mayo pasado, los investigadores descubrieron la modalidad de "retiro en puerta" que hacía la denominada banda de los narcoyoutubers en una casa de Intendente Becco al 600, en San Isidro.
"Se podría decir que copiaron la metodología de take away que implementaron los locales gastronómicos. Citaban a sus clientes a retirar la mercadería en la casa que vivían el youtuber y su mujer", señaló la fuente. Era común ver llegar camionetas y autos de alta gama a la casa de Intendente Becco al 600 para buscar sus pedidos hechos previamente.
Cuando los detectives de la policía bonaerense hicieron el allanamiento en esa residencia fueron detenidos el youtuber, cuyo canal Terror y Miedos Reales tiene 32.000 suscriptores, su pareja y un presunto colaborador.
Los policías secuestraron 12 kilos de marihuana, tres bolsas de un 1,5 kg de cogollos de cannabis, un kilo de cocaína y 50 dosis LSD y 70 de éxtasis. El producto estrella de la banda era las flores de cannabis sativa y la "creepy", marihuana prensada con un efecto más potente. A esta droga premium la vendían a 5000 pesos cada diez gramos.
En Córdoba los cambios más fuertes en la distribución de estupefacientes –sobre todo en las ciudades más grandes- también tuvieron que ver con la modalidad de las entregas. Funcionaron más los "delivey" y cayó la actividad en los denominados "kioscos", como son los puestos de ventas fijos en distintos barrios.
Menor ingreso
Los mayores controles de los pasos entre provincias determinaron que cayera el volumen de ingreso de cocaína y pastillas, según admitieron a LA NACION fuentes de la Fuerza Policial Antinarcotráfico (FPA). Las dificultades para que llegue la droga a las ciudades provocó que el precio de las dosis prácticamente se duplicara por la escasez de oferta. En cambio, en el caso de la marihuana la suba fue menos significativa, de alrededor del 20 por ciento.
Estos cambios implicaron también una nueva estrategia de investigación de la PFA que fue convocada en varias oportunidades por la policía provincial –con mucha más presencia en las calles- luego de que transeúntes fueran detenidos por llevar dosis y también por controles a deliverys "formales" a los que se les secuestró droga. En lo que va de la cuarentena las llamadas de denuncias sobre narcotráfico al 0800 habilitado cayeron a la mitad.
En Rosario, más allá de los crímenes narco (se produjeron 15 durante la cuarentena) que marcaron un regreso de la violencia a medida que se empezó a flexibilizar la cuarentena, en la Agencia de Investigación Criminal notaron, sobre todo al principio de las medidas contra el Covid-19, cambios en los métodos de distribución para consumidores de clase media y alta, sobre todo de cocaína, a través de contactos por aplicaciones de mensajería, como Whatassap, Telegram y Signal. Se afianzó el reparto de droga en bicicleta, que despierta menor sospecha, con puntos de encuentro a través del GPS del celular. Para un sector más selecto, según las fuentes, se utiliza el envío de las dosis en remises o taxis a toda hora. Ese servicio puerta a puerta tiene un costo mayor porque implica mayores riesgos.
Al principio del aislamiento, para ver cómo se movía este engranaje en las sombras había que mirar quiénes estaban exceptuados para transitar, reveló un investigador judicial. Un caso que mostró cómo se adaptó el negocio de la venta y distribución de drogas fue un operativo en la casa de la hermana de uno de los mayores narcos de Rosario, Esteban Alvarado, que repartía droga en remises.
Los policías que esperaban el momento justo para entrar a la casa de Yanina, en Cochabamba al 6800, notaron algo llamativo: en la puerta había una fila de autos, que eran remises truchos. Veían que a cada minuto salía alguien de esa residencia y les alcanzaba a los choferes un paquete e inmediatamente después seguían su camino.
Cuando los efectivos al mando del comisario Maximiliano Bertolotti entraron a la casa en la zona oeste confirmaron sus sospechas. Los autos que se detenían allí eran deliverys de droga. "Estas sustancias estaban destinadas a una élite que puede pagar precios altos por un servicio que podríamos decir que es ejecutivo", explicó Bertolotti.
Centro de distribución
La casa de Yanina Alvarado funcionaba como un centro de distribución de drogas a minoristas. Entre la documentación que incautó la policía había cuadernos con anotaciones en las que figuraban los compradores por el nombre de la marca de los autos. "Por ejemplo, Meriva 100 gramos y un monto de dinero", señaló uno de los efectivos que participó del operativo.
"Como los narcos se veían venir el cierre de fronteras por la pandemia del coronavirus decidieron hacer un stock previo. Los que pudieron comprar droga hicieron un negocio fenomenal porque el precio se duplicó. Las rutas clandestinas no se detuvieron y las bandas buscaron además negocios alternativos, como el de contrabando de cigarrillos y mercaderías falsificadas", explicaron a LA NACION fuentes nacionales e internacionales que investigan este tipo de delito transnacional.
El titular de la Procunar reveló que "muchas rutas usadas por las organizaciones narco se han visto modificadas, pero los secuestros en otros países demuestran que se realizan envíos en mayores cantidades y ocultos en mercaderías que siguen moviéndose a nivel mundial, como alimentos y elementos sanitarios".
Estas hipótesis sirven para explicar porqué no se desabastecieron las principales ciudades del país, en momentos en que están cerradas las fronteras y las rutas nacionales tienen mayores controles a causa de las restricciones de circulación por el Covid-19. O por lo menos nadie identificó alguna forma nueva de contrabando de droga desde los países limítrofes.
"El precio de algunas sustancias aumentaron mucho porque están atadas al precio del dólar", explicó un jefe policial.
Una fuente del Ministerio de Justicia y Seguridad porteño explicó que los primeros diez días desde que se implementó el ASPO no hubo movimientos de narcomenudeo.
"Los primeros diez días se notó que la presencia policial en las calles y la mayor cantidad de controles hizo que los dealers se quedarán quietos ante la nueva realidad pero, como el adicto siempre necesita consumir, mercado siempre hay", sostuvo el informante.
Sin operativos
En Corrientes y Salta, dos zonas calientes del narcotráfico, no hubo operativos de secuestro de cargamentos en los últimos dos meses y medio. El fiscal federal de Salta Carlos Amad consideró que "más allá de que los estupefacientes puedan ser permeables a través de los pasos ilegales, los controles de fuerzas federales y provinciales en las rutas provocaron que nadie se arriesgue a llevar un cargamento". A esto se suma, de acuerdo al funcionario del Ministerio Público, a que "al interrumpirse la circulación de personas no hay mulas que lleven estupefacientes a las ciudades".
El fiscal federal de Corrientes Carlos Schaefer coincidió con su colega de Salta al advertir que "nadie se va a arriesgarse a perder un cargamento en esta situación". "Incluso muchas ciudades de tradición en el contrabando de drogas, como Itatí, quedaron prácticamente aisladas por decisión de sus propios habitantes ante el temor de que se produzcan contagios de coronavirus", apuntó.
En Misiones se produjeron los secuestros de marihuana más importantes en la línea de frontera. Uno de los mayores fue el 11 de mayo en la localidad misionera de Puerto Maní, donde la Prefectura secuestró en el rio Paraná 3800 kilos de marihuana.
Menos cantidad y calidad
Otra consecuencia de la cuarentena y del cierre de fronteras hizo que los delincuentes que se dedican al narcomenudeo estiren con "basura" las dosis de paco y cocaína, señala una fuente de la Secretaría de Seguridad porteña.
El sacerdote Fabián Belay, de la Pastoral Social sobre Drogadependencia, camina los barrios de Rosario desde hace años, y durante la emergencia por la cuarentena los curas villeros son claves para medir el termómetro social.
"Estamos tratando de asistir a jóvenes que sufren adicciones con un seguimiento mayor, porque la cuarentena deja al descubierto todas las limitaciones. Hay problemas serios, con familias enteras que padecen estos problemas y están en cuarentena todos juntos. Hay que darles contención", afirmó el cura.
Belay sostuvo que por el incremento del valor de los estupefacientes ha notado que muchas personas se han volcado al alcohol para compensar la adicción". "Vemos que aparecen también sustancias que surgen en épocas de crisis severas, como fue el 2001, cuando se empezó a inhalar pegamento", explicó.
En Córdoba el cura Mariano Oberlín, un referente en la lucha contra la droga y la rehabilitación de jóvenes en barrios vulnerables de la ciudad de Córdoba como Muller y Maldonado, enfatiza que la pandemia y la cuarentena "abrieron una oportunidad" para la lucha contra el consumo.
"Aunque no ha sido masiva la cantidad de chicos que se acercaron a pedir ayuda, el número creció en diferentes instituciones –cuenta a este diario-. En general se trata de quienes estaban en situación de calle y fueron a espacios habilitados como alojamiento durante el aislamiento y desde allí se contactaron con centros como nosotros".
"Hay chances de trabajar y ver si logramos más adherencia a estos tratamientos", apunta Oberlín, quien reconoce que el "impulso" al acercamiento de los consumidores en muchos casos está dado porque se quedaron sin la posibilidad de conseguir "algo de dinero" para la compra de drogas. Otro dato es que a quienes están acostumbrados al paco (la droga más barata) en general no les gusta la cocaína, más allá de que el precio de la dosis es ya una barrera para la entrada.
El psicólogo Horacio Tabares coincidió en que "en este periodo se incrementaron los niveles de tensión y estrés entre los consumidores de sustancias ilegales, pero no se han notado casos resonantes de abstinencia". "Se dan rangos diferentes de calidad en el consumo y sobre todo en el precio. La cocaína que consumen los sectores populares no es la misma que la que inhala la clase alta, cuya adulteración o estiramiento es de mayor calidad". Más allá de la pandemia, Tabares considera que "el deseo que moviliza al consumo de sustancias no reconoce balances sociales. Los consumos son salvajes y sin límites de una población reducida que es del orden del 10 por ciento de los adictos".
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