Narcos. Con cambios en los operativos de saturación, fuerzas federales empezaron a descabezar clanes que derraman violencia con sus soldaditos
Dos grupos de vendedores de drogas y sicarios fueron golpeados con arrestos y decomisos en las últimas 48 horas
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ROSARIO.-Solo un grupo reducido sabe dónde se van a desplegar los operativos de saturación de las fuerzas federales en Rosario. Las coordenadas se informan 10 minutos antes. El objetivo es evitar posibles filtraciones, como ocurrió antes, en un terreno áspero, donde los llamados “soldaditos” y dealers se mueven con rapidez en moto y se escabullen en los angostos pasillos de los barrios más marginales de la ciudad.
El objetivo, según cuenta uno de los jefes, es lograr “impacto y sorpresa” en el territorio. Se despliegan efectivos con armas largas y camionetas blindadas, como la Dongfeng Menshi, de origen chino, que nunca pasa desapercibida. Cada operativo se delinea en base a los mapas que confecciona el Ministerio de Seguridad de Santa Fe y de la Nación. Luego esa información se cruza y se fijan los lugares donde habrá despliegue de fuerzas federales, entre los que participan, policías federales, prefectos, miembros de la PSA, y sobre todo la Gendarmería, que tiene 1400 efectivos que están asentados en Rosario en el nuevo comando móvil VII.
A la par del esquema de saturación, desde el comando de las fuerzas federales remarcan que hay una mayor cantidad de agentes calificados que se dedican a investigación criminal. Cuando ocurrió el atentado a balazos a la sede de los tribunales federales de Rosario intervino la unidad Antiterrorista de la PFA, que ahora también está abocada a trabajos específicos. El jueves pasado detuvieron a Daniel Godoy, un aliado del líder de Los Monos, que operaba en Rosario con sicarios colombianos. Godoy vivía en General Rodríguez, provincia de Buenos Aires, desde donde trasladaba con su hermano, que fue jefe de la policía en Ibarlucea, cargamentos de cocaína en un camión frigorífico.
Godoy se estableció en la provincia de Buenos Aires, después de que fuera imputado por lavado de dinero por los fiscales Luis Schiappa Pietra y Matías Edery. Su socio era Marcos “Pato” Mc Caddon, actualmente detenido, que “vendía” a Guille Cantero influencias en la zona con las fuerzas de seguridad y también con el entramado político. En una de las conversaciones a través de mensajes de Whatsapp que mantuvo con Godoy el 3 de marzo de 2021 a las 11.17 deja en claro esas pretensiones que ofrecía. “Pipi Traferri, una atención y no jode más”, escribió Mc Caddon, en referencia al senador del PJ en San Lorenzo Armando Traferri. También dijo que había arreglado “con las gorras de todos los colores”, algo que se presume que es con las fuerzas de seguridad que operan en el polo agroexportador.
El viernes la Policía Federal detuvo también a Leonardo Saravia, conocido como Leo Rey, otro aliado de Ariel Cantero, líder de Los Monos, con 22 kilos de cocaína, que provenían de la provincia de Buenos Aires. Leo Rey tenía una red de distribución a través de búnkeres en Villa Banana, en el oeste de Rosario, y Vía Honda, en el sur. También se secuestraron precursores químicos que se utilizaban para adulterar la cocaína y “estirarla”.
Este nuevo esquema más ágil empezó a ponerse en práctica después de que asumió la conducción del llamado comando unificado el jefe de la Policía Federal en Rosario Víctor Chanenko, que es el encargado de coordinar cómo operan las fuerzas federales y es quien mantiene los vínculos directos con la Policía de Santa Fe y el Ministerio de Seguridad provincial, que está a cargo de Claudio Brilloni, comandante retirado de la Gendarmería.
Hasta principios de semana la conducción de las fuerzas federales en Rosario estaba a cargo de Gendarmería. Desde el año pasado el comandante Ricardo Castillo era quien coordinaba las tareas. Fue reemplazado unos días por Alfredo Mario, pero luego el poder de mando quedó a cargo de un jefe de la Policía Federal, por una orden directa del ministro de Seguridad Aníbal Fernández, a quien le llegaban reproches permanentes desde Rosario, de parte del gobierno de Omar Perotti y del intendente Pablo Javkin, de la falta de efectividad de los operativos de Gendarmería, que a pesar de la presencia de más de 3600 efectivos –en total- los homicidios crecieron y llegaron al récord de 288 en 2022. “Resulta increíble que refuerzan con efectivos federales y en vez de bajar sube la violencia”, advirtió la semana pasada Javkin.
A la par de estos cambios, Aníbal Fernández ordenó al jefe de Gabinete de Asesores del Ministerio de Seguridad Lucas Gaincerain que se traslade a Rosario para seguir de cerca cómo funciona el nuevo esquema. Gaincerain, quien es oriundo de San Nicolás, es un dirigente del peronismo bonaerense que estuvo ligado al fallecido diputado José María Díaz Bancalari y fue coordinador general de Yacimientos Carboníferos de Río Turbio (YCRT), en momentos que conducía su jefe político Aníbal Fernández.
Desde el municipio rosarino y la provincia admiten que el cambio es profundo en la forma en que había actuado hasta ahora Gendarmería, que cargaba con las críticas más directas. “No se los veía”, apuntaron desde el gobierno provincial. “Son muy pocos días para ver resultados en la baja de homicidios”, admiten en el gobierno provincial. Hubo tres homicidios esta semana ligados al narcotráfico. El sábado pasado fueron asesinados dos jóvenes en la puerta de un búnker en Villa Gobernador Gálvez. Fue atrapado el posible autor, que es un soldadito de 18 años, que fue imputado el martes pasado. Y el jueves murió una mujer de 43 años que fue atacada a balazos.
Los operativos de saturación, con el despliegue de móviles y de decenas de efectivos de Gendarmería y la Policía Federal, buscan tratar de bajar el espiral de violencia en Rosario, luego de que se vivieran situaciones de descontrol social tras la muerte de Máximo Gerez, un niño de 12 años, en el barrio Los Pumitas de Rosario. Allí la custodia de Gendarmería es permanente.
En ese barrio está previsto que también se asienten los efectivos de las Fuerzas Armadas que van a desembarcar en Rosario para tareas de urbanización, como anunció el presidente Alberto Fernández dos días después de que un grupo de vecinos destruyera los búnkeres donde se vendía droga.
Todavía faltan varias cuestiones por resolver sobre la llegada del Ejército. La idea era tomar el ejemplo del barrio Los Hornos, en La Plata, donde ingenieros militares fueron protagonistas en la apertura de calles en un barrio marginal. Pero la situación no es la misma en Rosario.
Según contaron fuentes de la administración nacional y del municipio, se realizaron tres reuniones con funcionarios de Desarrollo Social y Hábitat de la Nación para analizar las obras en las que podrían ser útiles las unidades de servicios de los militares. Un problema que apareció en el horizonte es que no se sabe aún cuánto tiempo estarán destinados en Rosario esos uniformados. El miércoles pasado arribó a la ciudad una comitiva del Ejército para ver en el terreno cómo se podría instrumentar su participación en el complejo territorio rosarino.
El municipio propuso tres zonas donde se podrían realizar obras de mediana y corta duración. Un punto elegido es el barrio Madres de Plaza de Mayo, donde hay un sector cercano a la vía que cruza Juan José Paso donde podría llevarse adelante un plan de apertura de calles y urbanización de terrenos que se han transformado en pequeños basurales. El otro sector apuntado es el barrio Los Pumitas, en la zona cercana a Sorrento donde se podría trabajar en la urbanización de una parte del barrio que no fue alcanzado por el plan Abre en 2017. Allí ahora está desplegada gendarmería tras la pueblada que surgió tras el crimen de Máximo Gerez. El tercero es Tío Rolo, un lugar que está atravesado por una marginalidad extrema y un deterioro urbano agudo. Allí, por ejemplo, se planean realizar conexiones de agua potable.
Uno de los problemas, aunque resulte una paradoja, es la seguridad de los miembros del Ejército que participen en el operativo en Rosario. Es una preocupación real y algo que se discutió en las reuniones previas, porque los uniformados estarán sin armas en territorios complejos. Los elegidos no son lugares que están catalogados como puntos rojos de violencia en el mapa, pero allí se viven situaciones ásperas, ligadas a la narcocriminalidad. La idea es que efectivos federales custodiarán a los soldados. “El temor es que haya algún tipo de provocación”, plantearon las fuentes.
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