Uno de los hermanos Juliá regresó al país para terminar la condena y se cruzó en Ezeiza con el copiloto del narcojet
En diciembre de 2012, Eduardo Juliá Noceti recibió una pena de prisión de 13 años de cárcel; en el avión de su hermano Gustavo, la Guardia Civil de España había secuestrado 944,5 kilos de cocaína
Seis años y dos meses después de haber quedado detenido en Barcelona, España, cuando la Guardia Civil descubrió 944,50 kilos de cocaína ocultos en el lujoso jet que él piloteó desde la Argentina, Eduardo Juliá Noceti regresó al país. Pero continuará preso hasta que cumpla la pena de 13 años de prisión por la que fue condenado en diciembre de 2012.
Juliá Noceti llegó en el vuelo de 1133 de Aerolíneas Argentinas procedente de Madrid. En un importante operativo de seguridad de entre el Departamento de Interpol de la Policía Federal y la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), el piloto y abogado fue trasladado a la Alcaidía de Tribunales hasta que se defina la unidad penitenciaria donde pasara sus días de cárcel.
“[Juliá] Está en condiciones de pedir las salidas transitorias. Espero que en poco tiempo pueda verlo ejerciendo la profesión de abogado. En la Argentina no tiene ninguna causa en su contra”, dijo a LA NACION su abogado, Carlos Broitman.
Encuentro en Ezeiza
La droga fue descubierta el 2 de enero de 2011 en el aeropuerto de El Prat, en Barcelona. En diciembre de 2012, la Audiencia Provincial Sección Octava de Barcelona condenó a los hermanos Eduardo y Gustavo Juliá a la pena de 13 años de prisión al encontrarlos culpables del delito de tráfico de estupefacientes .
En cambio, el copiloto del Bombardier Challenger 604, Matías Miret, fue absuelto, ya que no se pudo probar que supiera que la aeronave llevaba una tonelada de drogas, ya que para la Justicia de España no conocía que había droga oculta.
La casualidad hizo que Juliá Noceti se cruzara en el aeropuerto de Ezeiza con la familia Miret, que un rato antes había regresado de unos días de descanso en Barcelona.
El piloto Miret y su familia habían regresado en el vuelo 1130 desde Barcelona, pero como hay unos trabajos de arreglo de pista y hasta las 4 estaba cerrada, recién pudieron aterrizar a las 4, en coincidencia con el vuelo que llegaba de Madrid.
En la cola de Migraciones Miret vio pasar a todos los uniformados de la PSA y a Juliá en el medio, con una sonrisa. Agustina Conil Paz, la esposa del piloto, no se puedo contener, y se acercó lo más posible y espetó: "¿Que haces acá?". Él le respondió: "Hola muñeca". Ella, con todas sus emociones guardadas desde hace más de seis años, le soltó: "¡Muñeca, nada La puta que te parió!, con todo los que nos hiciste sufrir".
Entonces Juliá agachó la cabeza. Los uniformados de la PSA, después, le entregaron el detenido a personal de la Policía Federal
La condena a Juliá
La condena impuesta por los jueces coincidió con lo que había solicitado el fiscal del juicio, David Benages. El representante del Ministerio Público había acusado a los hermanos Juliá de cometer "un delito contra la salud pública en su modalidad de sustancias que causan grave daño a la salud, con la circunstancia de extrema gravedad por el uso de un aeronave como medio de transporte específico".
Según la ley española, la pena de tráfico de estupefacientes tiene una pena de entre nueve y 12 años, pero se pueden sumar hasta seis años más si hay circunstancias agravantes, entre las cuales justamente se cuenta el uso de una aeronave.
El 5 de diciembre de 2012, en su alegato (que en España llaman "conclusiones del debate"), el fiscal había sostenido que los acusados cumplían una función fundamental dentro de una "planificación estricta y meticulosa de custodia y transporte de los casi 1000 kilos de cocaína.
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