Narcoencomiendas: médicos bolivianos intentaron traficar cocaína a Australia oculta en un calefón y en una máquina de humo
Los sospechosos fueron procesados con prisión preventiva por el juez en lo penal económico Javier López Biscayart; según la Policía Federal Argentina, los acusados habían estudiado en La Habana, Cuba, e ingresaron al país por Salta
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“Quería saber más o menos cuanto cobran por kilo para enviar a Australia”, preguntó la médica boliviana Claudia Ino Suárez a la empleada de una empresa internacional dedicada al envío de paquetería, mensajería y correo. Un día después, la facultativa, acompañada de su pareja, colega y compatriota Jaime Mendoza Justiniano, se presentó en una sucursal de la compañía de logística situada en Balvanera y despachó un paquete que tenía como destino Carrara, un suburbio de la ciudad australiana de Gold Coast, 70 kilómetros al sur de Brisbane. La clienta, presentó un documento de identidad que no era el suyo, pagó y se fue. Apenas se retiró, detectives de la Policía Federal Argentina abrieron la encomienda y, en un doble fondo de una máquina de hacer humo, descubrieron un poco más de un kilo de cocaína.
Los dos médicos se subieron a un colectivo de la línea 2 y viajaron hasta Liniers. Sus movimientos eran seguidos por personal de la PFA. Después se fueron en tren hasta Ramos Mejía para, posteriormente, volver a la zona de Once, donde ingresaron en dos locales gastronómicos. En uno de ellos cenaron. Después regresaron a su domicilio de Moreno, donde, finalmente, fueron detenidos.
La mujer intentó una vana excusa: dijo que había ingresado al país para hacer un posgrado en medicina estética. Los investigadores no le creyeron y ahora quedó presa por narcotráfico.
El hallazgo de la cocaína en el doble fondo de la máquina para hacer humo no fue casualidad. Un mes antes, en octubre del año pasado, en otra empresa de correo y paquetería internacional se había descubierto otra “encomienda narco” que tenía como destino Australia.
El tránsito de droga hacia ese país es una máquina de multiplicar dinero malhabido. En su origen, en la frontera con Bolivia, el kilo de cocaína cotiza en unos 2000 dólares. Puesto en el Gran Buenos Aires, por caso, su valor se quintuplica. Pero al otro lado del mundo, en la nación oceánica, se puede llegar a pagar más de 200.000 dólares por la misma cantidad de droga.
En aquella oportunidad, el personal de la empresa de correo privado convocó a agentes de la Dirección General de Aduanas (DGA) porque la encomienda despachada presentaba “una textura y densidad inusual”. Al abrir el paquete, en el interior del repuesto de la camisa de un calefón a gas, descubrieron un kilo y 300 gramos de cocaína. En ese momento se inició una investigación a cargo del juez en lo penal económico Javier López Biscayart.
El magistrado le dio intervención a la División Operaciones Federales de la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la PFA y delegó la investigación en el fiscal porteño Jorge Dahl Rocha.
“En una primera oportunidad, se descartó que G. S. G. D., que figuraba como remitente, haya sido la persona que realmente realizó el primer envío. A partir del análisis de la información vinculada al número de teléfono declarado en la guía aérea, sumado al análisis de los registros fílmicos del local en el que se impuso la encomienda, el fiscal pudo identificar a Ino Suárez como la persona que habría impuesto el envío mencionado”, sostuvo el juez López Biscayart en la resolución donde procesó a los dos médicos bolivianos.
Por pedido del representante del Ministerio Público Fiscal (MPF), el magistrado ordenó la intervención de una serie de líneas telefónicas.
“De la información obtenida de una de las líneas telefónicas intervenidas se tomó conocimiento de la posibilidad concreta de que Ino Suarez realizara un nuevo envío de estupefacientes utilizando la misma modalidad, lo que efectivamente así sucedió”, se explicó el expediente judicial.
Finalmente, el 23 de noviembre pasado, la sospechosa, acompañada de su colega y compatriota, se dirigió a un local del barrio de Balvanera y despachó la encomienda con la máquina para hacer humo. Después, ambos médicos, fueron hasta Liniers y luego a Ramos Mejía y, sin salir de la estación, cruzaron de andén y se subieron a un tren que los dejó en Once, donde cenaron.
“Los sucesivos cambios del errático rumbo que emprendieron los imputados –con marchas y contramarchas– e incluso averiguando por un lugar para hospedarse claramente con miras de evitar regresar al domicilio donde finalmente fueron detenidos, da cuenta del conocimiento de ambos sobre el hecho imputado y su voluntad de eludir controles o una posible prevención policial”, sostuvo el magistrado en el momento de procesar a los sospechosos.
La médica ingresó en la Argentina el 30 de agosto del año pasado, un mes y seis días antes de que despachara la primera encomienda. Mendoza Justiniano llegó el 17 de septiembre de 2022 “y, al igual que Ino Suárez, también tenía intenciones de salir del país pocos días después de realizado el segundo envío”, según el expediente judicial.
“Ambos [los dos imputados] son ciudadanos bolivianos y residirían habitualmente en ese país, lugar donde se encuentra su hijo, conforme fuera manifestado por Ino Suárez al momento de prestar declaración indagatoria. Así, la explicación más lógica del viaje de ambos imputados al país parecería ser la de cometer los hechos que aquí se les imputaron. La explicación de Ino Suarez de que habría venido para estudiar medicina estética carece de todo sustento probatorio y, aun de ser cierta, podría tratarse únicamente de una coartada para disimular sus verdaderas intenciones”, afirmó el magistrado al fundamentar el procesamiento con prisión preventiva.
En un comunicado de prensa, cuando difundió el operativo y la detención de los dos sospechosos, la PFA informó que los dos médicos habían estudiado en una universidad de La Habana, en Cuba.
“Una vez graduados, regresaron a su país natal. A la Argentina ingresaron por Salvador Mazza, en Salta, desde la ciudad boliviana de Yacuiba. En el país, utilizaban como pantalla el ejercicio de la medicina, con el uso de matrículas de colegas locales”, según explicó la PFA en el citado comunicado de prensa.
Ino Suárez quedó procesada por los dos intentos de contrabando de cocaína. Su pareja, solo por el segundo. El magistrado trabó un embargo sobre sus bienes hasta cubrir la suma de 16.000.000 de pesos.
Con el avance de la investigación hubo un tercer sospechoso procesado con prisión preventiva. Según fuentes judiciales, se trata de José Rodríguez, un misionero de 44 años.
Rodríguez, según se desprende del expediente judicial, desde Bernardo de Irigoyen –en la frontera “seca” entre Misiones y Brasil–, le envió una encomienda a Ino Suárez, donde los investigadores secuestraron 831 gramos de cocaína.
“No tengo nada que ver con esto. Esto me supera más de lo normal. Imagínese que si voy a hacer algo así no me voy a quedar en mi domicilio y usar todos mis datos. Nunca en mi vida pasé por algo así. En mi pueblo todos me conocen. Siempre fui honesto y aunque pase hambre jamás haría algo indebido. Hasta en la pandemia que me quedé sin trabajo y estaba enfermo, viví honestamente, imagínese que ahora que puedo trabajar no voy a hacer algo así”, sostuvo Rodríguez como descargo cuando declaró en su indagatoria.
Según declaró, a pedido de una persona de entre 30 y 37 años, que hablaba el idioma portugués, le mandó las encomiendas con el calefón, la máquina para hacer humo y el tercer paquete a Ino Suárez. Que esa persona, que identificó con nombre y apellido, le comentó que todo era para su hermana que vivía en Australia.
“Tampoco me llamó la atención el encargo en sí, toda vez que es una labor, que se encuentra dentro de mis tareas [como chofer de remise llevaba paquetes para despachar de sus clientes]. Por eso quiero aclarar que en ningún momento ocurrió algo sospechoso para que yo pudiera dudar del contenido de los pedidos, desconociendo por completo sobre el contenido de los mismos. A todo esto hay que decir que a los brasileños le sale todo mucho más barato en la Argentina por el tipo de cambio, tanto la compra de productos, los envíos y la mano de obra para hacer los envíos. A su vez, automáticamente después de despachar los envíos, le remitía por WhatsApp, los correspondientes comprobantes de envío para que pudiera realizar el seguimiento”, dijo el sospechoso.
Pero, para el magistrado, “toda la prueba reseñada a lo largo de la presente da cuenta de la participación de Rodríguez en los hechos de contrabando de estupefacientes que se investigan. El mismo imputado es quien reconoce haber remitido al domicilio de Ino Suárez el calefón y la máquina de humo, elementos en los que se encontró oculta la sustancia estupefaciente” y lo procesó con prisión preventiva.
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