Sobrevivió a Cromañón y murió por quemaduras tras un incendio intencional en un hotel de Barracas
Andrea Amarante, que estaba embarazada y tenía 42 años, permanecía alojada en el Hospital Penna con graves quemaduras en el 75% de su cuerpo; es la tercera fallecida como consecuencia del ataque de un vecino de la pensión
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Una semana después de que un hombre rociara con combustible a una pareja de mujeres y provocara un incendio en una pensión del barrio porteño de Barracas, la tercera de las cuatro víctimas que estaban en la habitación murió a raíz de las lesiones sufridas. Se trata de Andrea Amarante, que estaba embarazada y mañana hubiese cumplido 43 años, quien había sufrido quemaduras en el 75% de su cuerpo.
En las últimas horas se notificó que la víctima, que permanecía alojada en el Hospital General de Agudos José María Penna, tenía un pasado trágico, ya que había logrado sobrevivir al incendio del boliche República Cromañón, ocurrido el 30 de diciembre de 2004 en la zona de Once, hecho en el que murieron 194 personas.
En tanto, la cuarta mujer que estaba en la habitación 14 del hotel familiar situado en Olavarría 1621 cuando Justo Fernando Barrientos, de 67 años prendió fuego el cuarto tras una discusión, evoluciona favorablemente y ya pudo declarar ante la Justicia, que evalúa encuadrar el ataque como un crimen de odio. Esto se debe a testimonios recabados entre testigos y sobrevivientes que señalan que el hombre odiaba a las mujeres por ser lesbianas.
Las otras víctimas mortales son Pamela Fabiana Cobas y Mercedes Roxana Figueroa, ambas de 52 años, que eran pareja y fueron rociadas con combustible (presumiblemente, aguarrás o algún tipo de disolvente usado en pintura) por Barrientos. En tanto, la única sobreviviente de la habitación 14 es Sofía Castro Riglos, de 49 años, que sufrió lesiones menores, aunque continúa internada en el Hospital de Quemados.
La investigación del ataque, que ocurrió en la madrugada del lunes en la calle Olavarría entre la avenida Montes de Oca e Isabel la Católica, está en manos del juez Edmundo Rabbione, que subroga el Juzgado N°14, ante quien ya declaró Castro Riglos, quien habría confirmado que se trató de un ataque lesboodiante.
Preso en la comisaría
En tanto, Barrientos, que fue detenido cuando intentaba huir del lugar del crimen y luego se quiso suicidar, aún no fue indagado por el juez, que busca determinar si el femicida es una persona imputable o padece algún trastorno mental.
Tras haber recibido atención médica en el hospital Argerich, adonde llegó con una lesión cortante en el cuello que él mismo se provocó con una hoja de sierra, quedó alojado en la Comisaría 4D de la Policía de la Ciudad.
“Está muy desmejorado, incluso hay que ayudarlo a asearse, porque prácticamente no tiene fuerzas, y hay que cuidarle la sutura del cuello. Él les dijo a los policías que lo custodian que tuvo una discusión, pero no refiere nada parecido a un odio hacia las víctimas porque fueran lesbianas”, dijeron fuentes de la causa a LA NACION.
La del presunto ataque lesboodiante no es una teoría excluyente. Distintas organizaciones sociales relacionadas con los colectivos feminista y LGBTIQ+ insisten con enmarcar el ataque como un crimen de odio por la orientación sexual de las víctimas.
Según los primeros testigos del caso, Barrientos mantenía enfrentamientos con Cobos y Figueroa –las dos primeras mujeres que murieron– porque eran pareja. Un vecino dijo haber escuchado al asesino referirse a las víctimas de forma despectiva: “Él les decía ‘engendros’, por su condición sexual; les decía ‘tortas’, ‘gorda sucia’”.
Pero otros residentes de la pensión refieren que no había indicios previos ni comentarios que avalen esa circunstancia y que la cosa habría estallado por un motivo menos ideológico: Barrientos –que vivía enfrente de las víctimas, en la habitación 12– las habría increpado porque hacían demasiado ruido cada noche, y en el fragor de la discusión que pasó a los gritos les habría arrojado una botella con aguarrás o disolvente. En la escena, según fuentes policiales, había un tacho de pintura, un frasco de disolvente y trapos impregnados en un líquido altamente inflamable.
“No entiendo qué pasó. No lo justifico”, dijo la propietaria del establecimiento.
El juez, entonces, debe evaluar aún si a las acusaciones contra Barrientos le adicionará la agravante establecida en el artículo 80 del Código Penal que aumenta la pena en casos de homicidio por odio de género, la orientación sexual o la identidad de género de las víctimas.
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