Mujeres al mando. Por primera vez, hay tres jefas en las policías provinciales
En un ambiente tradicionalmente monopolizado por los hombres, aparece como una renovación generacional la presencia por primera vez de tres mujeres en la conducción de fuerzas de seguridad provinciales. La comisaria Norma Morales está a punto de cumplir un año al frente de la policía de Salta, pero en los últimos dos meses se sumaron las designaciones de las comisarias Emilce Chimenti y Liliana Zárate como jefas de las policías de Santa Fe y Córdoba, respectivamente.
No se trata de nombramientos apoyados solo en cuestiones de género, ya que las tres profesionales tienen carreras de treinta años, tiempo habitual que demanda estar en el grupo de potenciales candidatos a las jefaturas. Sin embargo, su irrupción en los principales puestos de mando policiales puede señalar la búsqueda de un cambio de estilo.
La comisaria cordobesa llegó a su puesto hace tres semanas con la clara directiva de cambiar la imagen de una fuerza provincial golpeada por dos casos de gatillo fácil. Esos homicidios no solo advirtieron sobre el desproporcionado uso de las armas por parte de algunos agentes, sino que también alertaron sobre cadenas internas de complicidades para eludir las responsabilidades judiciales. Por eso, una de las frases dejadas por Zárate en una entrevista con LA NACION señala su intención de ser "inflexible" con aquellos que vulneren las normas.
Similar mandato tiene la comisaria Chimenti, elegida por el ministro de Seguridad santafesino, Marcelo Sain, para ser la cara visible de una renovación interna que los funcionarios políticos quieren llevar adelante en la policía de Santa Fe. Más allá de la designación de esa jefa, las oficiales santafesinas empezaron a ocupar otros puestos de comando en la estructura policial.
Tanto Córdoba como Santa Fe buscaron hacer pública la profundidad del cambio que se espera producir en el interior de sus fuerzas de seguridad, cuyas acciones resultaron muy cuestionadas en los últimos años.
En el caso de la comisaria Morales, su nombramiento –más allá de que su propia capacidad profesional la ubicó entre los uniformados elegibles para el cargo– tiene un fuerte mensaje en una provincia con altos niveles de violencia de género. En diálogo con LA NACION, la jefa de la policía de Salta explicó que su fuerza debe monitorear 8000 casos activos de mujeres amenazadas y puso a los ataques machistas como la situación más preocupante en su territorio. Espera que parte de su legado sea la creación de la Policía de la Mujer.
Poco debería sorprender la presencia de mujeres en las conducciones de fuerzas policiales si se toma en cuenta que, a nivel nacional, el Ministerio de Seguridad tuvo, desde su creación en 2010, cinco funcionarios a cargo de los cuales cuatro son mujeres: Nilda Garré, Cecilia Rodríguez, Patricia Bullrich y Sabina Frederic. De todas maneras, no es tan habitual que las mujeres uniformadas ocupen los puestos principales.
En las fuerzas federales, el cargo más importante alcanzado por una mujer fue el de subjefa de la Policía Federal, puesto que ocupó hasta el año pasado la comisaria Mabel Franco. En 2016, se notificó que por primera vez tres mujeres habían llegado a formar parte de la Policía Federal. En la Gendarmería y la Prefectura, el ingreso de mujeres empezó en los primeros años de este siglo, por lo que las integrantes de las promociones iniciales aún no alcanzan el rango necesario para poder sumarse a las conducciones.
Morales, Chimenti y Zárate, en cambio, alcanzaron los suficientes años de servicio para esta renovación policial.
Chimenti. "Siempre hemos tenido que demostrar más que los hombres"
Emilce Chimenti conduce desde el 3 de setiembre pasado a la Policía de Santa Fe, una fuerza que se desempeña en un complejo contexto atravesado por altos índices de violencia. "A los hombres se les permite equivocarse mucho más que a nosotras", reconoció esta mujer que pertenece a una "familia policial" –su padre y su hermano vistieron uniforme–, y está al frente de más de 18.000 efectivos de una fuerza cercada por el desprestigio y con sectores salpicados por la corrupción y la complicidad con sectores del narcotráfico.
–¿Cuándo descubrió que quería ser policía?
–Yo estaba en la secundaria y quería ser policía o veterinaria. De alguna forma pude cumplir los dos deseos, porque soy policía y trabajé durante mucho tiempo con perros y caballos en la fuerza. Vengo de una familia con uniforme. Mi papá y mi hermano son policías. Cuando terminé la secundaria y me anoté en la escuela de cadetes y a los 20 me gradué de oficial, con los mejores promedios. El primer destino que me dieron fue la Brigada de Orden Urbano, que era un área nueva que se había creado para patrullar en la zona céntrica de Rosario. Y luego en el año 95 pasé al Comando Radioeléctrico. Fui la primera mujer que salió a patrullar las calles. Era lo que quería. Después de que di ese primer paso se sumaron otras mujeres porque había dado buenos resultados. En ese momento los hombres nos miraban como bichos raros, pero con el tiempo se fueron acostumbrando.
–¿Fue difícil la relación con sus compañeros?
– Algunos te miraban de lejos. Otros querían sobreprotegerte, pero con el tiempo me fui ganando el lugar. Y después ya era uno más del grupo. Antes éramos muy poquitas dentro de la policía. Cuando me gradué en la escuela de cadetes había 24 mujeres y 100 hombres. Y el año anterior, la mitad. De a poco se fue incrementando el número y las mujeres empezamos a ocupar lugares de conducción, que eso era impensable hace no mucho tiempo. Era solo una excepción.
–¿Es difícil mandar a los policías?
–En mi caso siempre estuve en lugares operativos. La gente te conoce por la trayectoria que uno tiene en la fuerza. Pero uno como mujer tiene otra mirada de las cosas. Entra la visión como madre, como mujer, por haber pasado por tantas cosas, uno tiene otra mirada, más humana. Siempre estamos tratando de hacer lo mejor. A los hombres se les permite equivocarse mucho más que a nosotras. Siempre hemos tenido que demostrar más que los hombres para que nos tengan en cuenta.
–¿Por qué los policías de Santa Fe no se enfrentan a los narcos?
–Estamos abordando muchas situaciones violentas con muchos operativos para bajar el nivel de violencia. Son delitos tan rápidos y oscuros que cuesta llegar en el momento. Después, con las investigaciones se llega al final, pero nosotros como somos la parte preventiva estamos en el ojo de todo. Llegamos cuando el hecho se consumó.
–¿Nota una mayor presencia de poder de mando de la mujer en las organizaciones criminales?
–La mujer tiene cada vez más peso dentro de las bandas narco. Las mujeres son las que reemplazan a los hombres cuando quedan detenidos y pasan a estar a cargo de las organizaciones criminales. La idea que uno tiene es que el hombre maneja todo y ahora vemos que las mujeres son las que mandan muchas veces.
Morales. "Fueron muchas las barreras que tuve en el camino"
La comisario general Norma Morales, jefa de la Policía de Salta, cumplirá treinta años en la fuerza y, al finalizar el primer año de gestión, analizó la gravedad de los femicidios y ataques de género en la provincia; confirmó que trabajan en la creación de una división especializada para detener ese flagelo. "Trabajamos actualmente en un proyecto para crear con el Ministerio de Seguridad la Policía de la Mujer", dijo al señalar que son altas las cifras de casos de violencia de género.
–¿Cómo fue su camino profesional hasta ser designada jefa de policía?
–El anhelo de toda oficial es llegar a la jefatura, pero lo veía como algo inalcanzable, porque la provincia es muy machista. Sin embargo, a través de todos estos años, la policía ha madurado institucionalmente.
–¿Cuál es su recuerdo más duro en sus primeros años?
–Fueron muchas las barreras que tuve en el camino para llegar a ser jefa de policía, más aún siendo mujer. Desde muy temprana edad, con poca antigüedad, tuve que aprender a tomar decisiones acertadas en bien del servicio y del personal.
–¿Qué le diría a las mujeres que quieren entrar en la policía?
–A las jóvenes mujeres que eligieron esta profesión les diría que yo amo la policía con el alma, porque enaltecer la institución también significa enaltecerse como mujeres. Les diría que agradezco a Dios esta bendición. En esta carrera hay que dejar la vida. Me siento orgullosa de representar a las mujeres de la policía.
–¿Cuál es la problemática qué más le preocupa en Salta?
–La violencia de género es lo que más me preocupa actualmente. Se estima que son aproximadamente ocho mil las personas o viviendas con custodia judicial en torno a esta problemática.
–¿ Qué ocurrió en torno a la violencia de género durante la pandemia?
–Hubo un aumento preocupante de casos de violencia de género. Buscamos que los diputados, intendentes, senadores sean parte de las soluciones a esta problemática con su aporte. Esa es la única manera de salir adelante, porque son funcionarios que resultaron elegidos por el pueblo. Trabajamos actualmente en un proyecto para crear con el Ministerio de Seguridad la Policía de la Mujer, con comisarías y equipos especializados en los barrios, para investigar estos delitos. Los números de denuncias fueron muy elevados.
–¿Cómo fue su paso por la escuela de oficiales?
–Recuerdo ese comienzo como lo más difícil de mi carrera. Muchísima exigencia física, a la par de los hombres, bajo un sistema muy duro que ya no existe en la escuela de cadetes. Ingresábamos a las 6 y salíamos a medianoche. Mi madre me pedía, al verme llegar, que yo pidiera la baja. Ahora, para los cadetes la preparación es deportiva, de defensa personal. Hay planes educativos, planes de instrucción policial. Ingresé en 1988 y en 1991 egresé como oficial junto a otras ocho mujeres. Tengo un hijo y fue difícil cumplir el rol de mamá, de esposa, de policía. Al ser designada como jefa, tuve que moverme por los destinos y trabajar durante todo el día sin descanso.
–¿Cómo se sintió cuando la nombraron jefa de policía?
–Fue una emoción muy grande, me llamaron cuando estaba camino a mi casa. Me dijeron que la iba a tener que pelear, y mucho. Realmente se trató de un año muy duro.
Zárate. "Tenemos que generar un cambio por la institución"
Asumió hace tres semanas, después que dos casos de gatillo fácil terminaran con la vida de dos adolescentes, de 15 y 17 años, y sacudieran a la institución policial y a la sociedad cordobesa. Después del crimen de Blas Correas, Liliana Zárate fue ascendida la Dirección General de Seguridad Capital y, tres meses después, se convirtió en la primera jefa de la policía de Córdoba. Está un poco sorprendida de cómo la recibe la gente. "Puede ser que el hecho de ser mujer genere alguna esperanza de que haya un cambio por lo que el género representa".
Enfatiza que "nunca" tuvo problemas en moverse en un ambiente de hombres: "Jamás fue un problema; estuve a cargo de ellos, fui jefa de brigada. Nunca me hicieron sentir que era mujer. Creo que tanto con ellos como con todos depende de la actitud con que uno se presenta. Hay que hacerlo con firmeza, dar tranquilidad. Siempre busco que mi actitud sea esa, es mi deber como policía".
Zárate lleva 31 años en la policía, está casada con Ariel y es madre de Belén, de 24 años, y de Nicolás, de 20. "Mi marido es un tipo fabuloso, siempre me acompañó, me alentó. El día que me notificaron la jefatura, lo llamé y no me atendía, así que le mandé un mensaje. Todavía me insiste: ‘No me podés avisar esto por mensaje’, quedó como anécdota familiar. Él siempre me dice que yo puedo".
– Su designación se dio después de dos casos de alto impacto, dos hechos en que policías asesinaron a jóvenes…
–Fueron dos ascensos en momentos nada fáciles, en situaciones muy particulares. He pasado toda la carrera y eso permite que uno se vaya preparando; se puede dar no o no, pero en la escuela hay un cartel que dice "algún día seréis vosotros" y uno se prepara trabajando. Insisto ante todos en que tenemos que levantarnos pensando qué vamos a hacer, entre todos tenemos que generar un cambio por la institución y por la comunidad. Es una gran responsabilidad la que tenemos.
–¿Cree que estos dos casos marcaron un punto de inflexión para la policía de Córdoba?
– Son dos situaciones que atravesaron la institución, dos momentos dolorosos desde todos puntos de vista. Chicos que eran hijos, nietos, hermanos, amigos. Les he transmitido a los 22.000 efectivos: seremos inflexibles con las reglas, normas y protocolos. Desde lo mínimo hasta lo máximo; cada tema que conozcamos irá al Tribunal de Conducta. Hay directivas claras en ese sentido.
–¿Cuáles son los puntos más preocupantes de la inseguridad en Córdoba?
–Creo que hay que trabajar mucho con los jóvenes para que encuentren su lugar; hay falta de orientación, nuestros chicos necesitan guía. La delincuencia juvenil está plasmada en muchos ámbitos, en hechos violentos, de drogadicción, de cuestiones familiares, laborales. Es una mezcla de situaciones a resolver. Nuestro futuro depende de ellos, deben tener oportunidades. La policía barrial, precisamente, ayuda a detectar zonas vulnerables; trabaja con otros ministerios. Esos agentes caminan, están con los vecinos, ven lo que pasa.
–¿El delito es más violento?
–Hay una situación social a la que se sumó la pandemia y agregó una problemática. La gente está más estresada, más irritable. Es una sumatoria de hechos; en algunos casos también se detecta que hay más armas.
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