Muertes irracionales y violentas
opinión para la nacion
La muerte violenta e irracional de Pablo Tonello, un joven de 27 años en pleno Belgrano, a las 8.30 de la mañana; el asesinato de un joven de 14 años para arrebatarle el celular y tantos otros crímenes que nos causan dolor nos llevan a preguntarnos ¿por qué tanta violencia?, ¿qué lleva a una persona a matar a otra por una simple bicicleta o un celular? Hay cuatro grandes factores que ayudan a explicar el aumento de la violencia en el delito.
Valor de la vida: para muchos delincuentes jóvenes, su vida vale muy poco y, por ende, la vida de los demás no vale nada. Actúan con saña, violencia y desparpajo, aun cuando el motivo de su robo sea un bien menor. Hemos excluido a sectores importantes de la sociedad construyendo un imaginario de nosotros y los otros, donde el otro no cuenta. Esto también genera violencia. Hemos fallado en la educación -gran disuasor de la delictividad- que brinda oportunidades de progreso y valores sobre el respeto al prójimo. Hemos generado una sociedad donde el tener es más importante que el ser, destruyendo el sentido de trascendencia y de convivencia.
Impunidad: los delincuentes saben que el costo de sus acciones es muy bajo, ya que las posibilidades de ser castigados son casi nulas. De cada mil delitos que se cometen, en menos de cinco se cumple prisión efectiva. Por ello nos encontramos, en las grandes ciudades, indefensos ante bandas que recurrentemente cometen los mismos delitos frente a un Estado ausente. La escasa presencia policial, con distritos que no llegan, en promedio, a un policía cada mil habitantes cuando se requieren cinco. Policías que además están mal pagados, capacitados, incentivados, conducidos y, en muchos casos, insertos en estructuras corruptas que generan niveles de violencia y delito explican en parte esa impunidad. Una Justicia con estructuras arcaicas que no ha podido procesar ni el número, ni la complejidad del delito y a su vez, se encuentra inmersa en un debate estéril, cargado de ideologismo, que diluye la responsabilidad individual de los actos violentos y terminan liberando a delincuentes peligrosos y recurrentes.
Armas: el fácil acceso a las armas confiere mayor peligrosidad a cualquier tipo de delito. No existen estadísticas sistemáticas oficiales de delitos en el país, sin embargo, en el último año que tenemos datos agregados, el 52% de lo delitos denunciados involucraron armas de fuego (2009). En la Argentina hay 1,2 millones de armas registradas y unos 700.000 legítimos usuarios, pero se calcula que existen entre 1,5 y 2 millones de armas de fuego ilegales. Limitar la accesibilidad a ellas es crucial, así como el control de su posesión. Más del 70% de los homicidios intencionales se cometen con armas de fuego que, en su mayoría, son ilegales.
Drogas: son el gran catalizador del delito violento y el aumento del consumo en las últimas décadas explica en buena medida la violencia irracional. La cocaína y el paco producen daños donde se encuentran los límites inhibitorios en el cerebro. Según el estudio realizado por la Sedronar en cárceles de todo el país en el año 2009, el 28,1% de la población carcelaria había consumido drogas al momento de cometer delitos, el 11,6% había delinquido para comprar drogas.
Si no exigimos una política integral de Estado a aquellos a quienes la Constitución otorgó el rol de custodios del orden social y de nuestras vidas, cargaremos sobre nuestras espaldas con cantidad de vidas jóvenes e inocentes que no podrán cumplir su destino.
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