El padre de Ariel Malvino cuestionó la nueva suspensión del juicio por el crimen de su hijo en una playa de Brasil
La víctima tenía 23 años y era estudiante de Derecho; estaba de vacaciones en Ferrugem y lo atacaron cuando increpó a unos argentinos que participaban de una riña; tres correntinos enfrentarán a un jurado popular en Garopaba
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Dentro de 48 horas debía comenzar el juicio por jurados por el homicidio de Ariel Malvino, el joven de 23 años asesinado a golpes en las playas de Ferrugem, en el sur de Brasil, el 19 de enero de 2006. Sus padres, Alberto Malvino y Patricia Martín, ya tenían los pasajes para volar a Florianópolis y presenciar las audiencias, como anhelan desde que comenzaron su lucha para obtener justicia. Pero no viajarán, por el momento. Hace horas recibieron una pésima noticia desde los tribunales de Garopaba: la jueza Rayana Falcao Pereira Furtado, una magistrada “suplente” que asumió en la causa el viernes pasado, suspendió ayer el inicio del debate. Es la segunda vez que se posterga el inicio del debate.
“Con enorme tristeza recibimos la noticia de que el juicio no empieza el jueves próximo. Será reprogramado. Mientras tanto, la impunidad sigue ganando”, afirmó a LA NACION el padre de la víctima.
La traba para comenzar el debate, donde deben ser juzgados tres ciudadanos argentinos –Eduardo Braun Billinghurst, Horacio Pozo (h.) y Carlos Andrés Gallino Yanzi– radica en que el juzgado informó que no había recibido la respuesta acerca de si se cumplió con las notificaciones a los acusados y a los 11 testigos que viven en la Argentina.
El 4 de este mes, en un acto que Malvino definió como “solemne y emocionante”, habían sido elegidos los integrantes del jurado popular.
“Finalmente, el juicio parecía encausarse. Después de haber fracasado en mayo pasado porque no se iba a llegar a tiempo con las cuestiones formales previas, se había dispuesto nueva fecha para este jueves, a las 9, en Garopaba. Quedarían atrás casi 18 años de incertidumbre y frustración. El sufrimiento, por supuesto, nos acompañará de por vida, eso es irremediable. Sin embargo, el aire fresco que significa todo acto de justicia al menos nos permitiría transitar la vida de una manera distinta”, sostuvo Malvino.
El padre de la víctima remarcó: “Todo estaba previsto: las defensas presentaron sus testigos; la acusación, los suyos; se cambiaba el lugar de celebración del Jury. Los acusados habían nombrado a sus defensores, se había dispuesto la presencia del intérprete, de la policía, se había previsto el personal de limpieza, todo calculado con una precisión suiza. Nada se había dejado librado al azar. A la noche viajaríamos a Florianópolis. Si se cumplían nuestras expectativas, el jueves tendríamos la justicia que Ariel merecía. Sin embargo, era todo un siniestro espejismo, era otra la amarga realidad para nosotros, los padres, nuestro hijo Luca, aquellos que amaban a Ariel, los testigos, y, sobre todo, una falta de respeto al propio Ariel”.
No es la primera vez que el expediente se paraliza por cuestiones burocráticas. En los primeros cuatro años de investigación, la causa no avanzaba por las demoras en la traducción al portugués de las declaraciones indagatorias de los acusados argentinos.
Las notificaciones para los tres acusados y los 11 testigos llegaron al país desde los tribunales de Garopaba por medio de cartas rogatorias, por vía diplomática.
“Como el Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto argentino, por medio de su órgano interno de Cooperación Internacional Penal, no hizo su trabajo o no se lo hizo saber a Brasil, no vamos a tener juicio. Y, entonces, al largo camino de 18 años de incongruencias, retardos injustificados, testimonios prestados hasta tres veces por testigos y apelaciones rechazadas sistemáticamente, se suma un nuevo capítulo: la probable negligencia, irresponsabilidad e incompetencia de nuestros órganos competentes, a quienes nunca pedimos absolutamente ninguna prerrogativa, ningún favor, de los que solo pretendemos que cumplan con el papel que les corresponde ante a sus ciudadanos”, sostuvo Malvino.
Los cargos
Al igual que Ariel Malvino, los tres acusados, oriundos de Corrientes, habían ido de vacaciones a Ferrugem. En el momento del homicidio, Braun Billinghurst tenía 22 años; Gallino Yanzi, 27, y Pozo (h.), 22.
Gallino Yanzi y Pozo (h.) fueron imputados de “forma definitiva” por el delito doloso de lesiones corporales con resultado de muerte. Braun Billinghurst fue acusado de tentativa de homicidio agravado. “Cuando Ariel estaba tirado en el piso, apareció Eduardo [Braun Billinghurst] y le arrojó la piedra a la altura de la cintura. Luego salió corriendo. Gallino, en el momento de la pelea, tiraba patadas dirigidas a Ariel, que retrocedía porque no quería pelear. Mientras Ariel se alejaba de los golpes de Gallino, Horacio [por Pozo] le pegó una piña [sic] en uno de sus pómulos”, sostuvo Sofía Cardoso, una testigo que respondió un cuestionario que mandó la Justicia de Brasil. El testimonio fue tomado en mayo de 2013 por el juez federal porteño Daniel Rafecas.
En enero de 2007, al cumplirse el primer aniversario del homicidio, LA NACION entrevistó a Pozo (h.). El joven, que en ese momento estudiaba la carrera de Veterinaria, afirmó: “Yo sostengo que nunca me peleé con Malvino, no lo vi nunca”.
Pero para la Justicia de Brasil no hay dudas de su participación. Según el Ministerio Público de Santa Catarina, el 19 de enero de 2006, a las 5, en la calle general de la playa de Ferrugem, Gallino Yanzi, Pozo (h.) y Braun Billinghurst participaban en una “riña” y peleaban contra diez personas “en agresiones físicas recíprocas”. Malvino estaba cerca y observaba la gresca en “forma pasiva” e “hizo en voz alta un comentario despectivo sobre la actitud de los denunciados, destacando la estupidez de las personas involucradas en la pelea”.
Según reconstruyeron los investigadores, Gallino Yanzi y Pozo (h.) abandonaron la pelea y se dirigieron hacia el joven estudiante de Derecho y lo “interpelaron” por su comentario. Después se “lanzaron” en conjunto e intencionalmente contra la víctima y le pegaron varias trompadas.
Malvino pudo esquivar los golpes. Retrocedió hasta que Pozo (h.) –según la imputación– “consiguió arrojarle en forma certera un puñetazo en el maxilar”. La víctima se desvaneció. Al caer, su cabeza dio contra el suelo. El golpe, según la autopsia, le provocó la muerte.
Como se dijo, el ataque continuó. Cuando la víctima estaba desvanecida en el piso, “Braun Billinghurst, con la inequívoca intención de matar, se apoderó de una piedra con un peso aproximado de 17,5 kilos que se encontraba en el lugar del hecho, e irguiéndola sobre su cabeza la arrojó violentamente contra Malvino. El resultado letal pretendido no llegó a consumarse solamente por circunstancias ajenas a su voluntad”, afirmó el Ministerio Público Fiscal del Estado de Santa Catarina.
Al describir la imputación, la fiscalía sostuvo: “Para la práctica del crimen, Braun Billinghurst se valió de un recurso que tornó imposible cualquier defensa por parte de la víctima, aprovechándose del hecho de que Malvino yacía en el suelo, inmóvil e inconsciente, para entonces arrojarle la piedra. Debe dejarse registrado que el homicidio fue cometido por un motivo banal, un simple comentario hecho por la víctima”.
La palabra de los acusados
En diciembre de 2013, en una de sus declaraciones indagatorias, Braun Billinghurst dijo ante el juez federal de Corrientes Juan Carlos Vallejos que todas las acusaciones en su contra eran falsas.
“Suponiendo que alguien haya tirado una piedra de 17,5 kilos y a eso sumarle la fuerza que multiplica el peso de ese objeto, el sentido común de cualquier persona diría que tuvo que haber dejado rastro alguno. Según me informa mi abogado de Brasil, en el examen cadavérico o autopsia en el cuerpo de la víctima no existía ningún indicio de lesiones provocadas por un objeto de semejantes características. Y vuelvo a resaltar que nunca tiré ni vi que alguien haya tirado piedra alguna. Nunca vi a la víctima ni la conozco”, afirmó, según la documentación a la que tuvo acceso LA NACION.
Gallino Yanzi, entre otras cuestiones, sostuvo que no le pegó ningún puñetazo a Malvino ni a otra persona y aseguró que intervino en una pelea para separar a su amigo Horacio Pozo (h.), que era golpeado cuando estaba en el piso, ensangrentado.
En su declaración indagatoria, Pozo (h.) afirmó: “No es verdadera la acusación que se me hace. La víctima de una golpiza producida por una patota fui yo, provocándome importantes lesiones, de las cuales he presentado pruebas”.
Pozo (h.) fue más allá: “Según lo que pude averiguar, el hecho que se me imputa, para nuestra legislación penal, ya estaría prescripto, por lo que entiendo que se debería dar por finalizada la investigación en la que se me imputa. Más allá de esto, sigo a disposición para esclarecer el hecho”.
En marzo de 2017, hace casi tres años, los padres de Malvino recibieron la noticia que esperaban desde que comenzaron su lucha en busca de justicia: la jueza Elaine de Souza Freitas, en ese momento a cargo de la causa, había aceptado la acusación del Ministerio Público e imputó en forma definitiva a los tres acusados. Un jurado popular definiría si Braun Billinghurst, Pozo (h:) y Gallino Yanzi eran culpables o inocentes.
Habrá que esperar para saberlo. Seis años y siete meses después de aquel paso procesal, el juicio todavía no se hizo.
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