Muchas muertes podrían evitarse limitando el acceso a armas de fuego
Necesitamos profundizar el cambio cultural, como sociedad, con respecto a las armas. La mejor manera de proteger a niños y adolescentes de la violencia de las armas de fuego es sacándolas de los hogares donde ellos viven. Si estas conviven con las familias se transforman en un factor de riesgo ante eventuales accidentes (por impericia, negligencia, imprudencia), en el desarrollo de conflictos interpersonales o en autoagresiones, como ocurrió ayer, trágicamente, en el Colegio Nacional de La Plata.
Incluso, cuando una persona decide armarse pensando en proteger a su familia ante un potencial hecho de inseguridad, no puede perder de vista que la sola presencia de un arma de fuego incrementa la reacción violenta y aumenta, de esa forma, el riesgo de vida.
Jugar con un arma de fuego ha sido motivo de muertes y graves lesiones involuntarias de niños que, con frecuencia, creyeron que eran de juguete o inofensivas. En repetidas oportunidades hemos leído o visto en las noticias que un alumno llevó a la escuela un arma de fuego que estaba en su casa, desatando el miedo y, a veces, una tragedia.
Así ocurrió ayer; así sucedió el 28 de septiembre de 2004 en Carmen de Patagones, con el caso de Junior, que también tenía 15 años, como Lara, y que mató a tres compañeros e hirió a otros cinco.
En nuestro país, la concepción de desarme se inicia en el año 2006 con la creación del Programa Nacional de Entrega Voluntaria de Armas de Fuego, que consiste en la entrega anónima y voluntaria de armas que están en manos de la sociedad civil -sin importar la situación registral- a cambio de un incentivo económico, contemplando una amnistía administrativa y penal para quienes participen del mismo. Con este plan se busca reducir la oferta, el acceso y el circulante de armas de fuego para prevenir la violencia.
Es importante destacar que el mercado ilegal representa un problema significativo, sobre todo por su estrecha vinculación con la consolidación del crimen organizado y el aumento de la violencia social. El robo de arsenales a depósitos policiales o judiciales y a casas de particulares es el principal abastecedor del mercado ilícito.
El trabajo conjunto, a nivel federal, de la Agencia Nacional de Materiales Controlados (ANMaC) con las autoridades provinciales, los poderes judiciales y las distintas fuerzas de seguridad para la destrucción de las armas involucradas en procesos judiciales y aquellas dadas de baja de servicio; la participación de la sociedad civil; la modernización de los procesos; la inversión en tecnología, y la fiscalización y el fortalecimiento del control de ingresos y egresos de materiales controlados son las bases que debemos mantener en el tiempo para lograr resultados consistentes a largo plazo. Menos armas de fuego y más vida.
Directora ejecutiva de la Agencia Nacional de Materiales Controlados (ANMaC), ex Renar
Natalia Gambaro