El narco de las 1000 caras. Vivía a todo lujo, jugaba al fútbol profesional y escapó frente a las narices de 2200 policías
El uruguayo Sebastián Marset está acusado de manejar la logística del tráfico de cocaína por la Hidrovía; logró huir con su esposa y sus tres hijos cuando, con un megaoperativo, lo fueron a buscar a la mansión en la que residía, en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia; tenía autos y camionetas de alta gama y un importante arsenal de fusiles de guerra
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ROSARIO.- Sebastián Marset, el narco uruguayo de las 1000 caras, que llegó a dominar la logística del tráfico de drogas por la Hidrovía, volvió a escapar. Nadie lo puede atrapar desde hace tres años. Fue detectado en una mansión donde vivía desde hacía diez meses en una zona que es una de las principales productoras de cocaína del mundo. Aunque se suponía que estaba rodeado, y más de 2200 policías lo buscaban en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, logró huir con su esposa y sus tres hijos.
Lo más extraño de esta trama, rodeada de complicidades aceitadas por la fortuna que maneja el narco prófugo, es que Marset, que usaba una identidad falsa, estaba lejos en su refugio en Bolivia, mientras era buscado por las fuerzas de tres países y por la DEA norteamericana, jugaba en un equipo a través profesional de fútbol boliviano, donde usaba la camiseta número 23. Los partidos se transmitían por las redes sociales.
En aquella ciudad boliviana se detectó hace dos semanas que la avioneta que apareció en Chaco con casi 400 kilos de cocaína provenía de esa región. Allí, según la Gendarmería Nacional, hay un grupo logístico llamado Lima-Lobo que, se sospecha, sería el responsable del traslado de ese cargamento que –de acuerdo a las hipótesis que se manejan– tenía como destino el puerto de Rosario, desde donde sería “exportada” a Europa. Según la Justicia paraguaya, el clan Lima Lobo tiene contactos con Marset a través de operaciones de lavado de dinero.
Marset tiene pedidos de captura de tres países –Uruguay, Paraguay y Bolivia– y es requerido por los Estados Unidos, a través de su agencia antidrogas, la DEA.
Su aparición en Santa Cruz de la Sierra demuestra que conserva las riendas del narcotráfico. Está acusado de ser uno de los autores intelectuales del crimen del fiscal paraguayo Marcelo Pecci, que fue ejecutado por sicarios colombianos y venezolanos el 10 de mayo de 2022 en la isla de Barú, en Colombia, donde se encontraba de luna de miel.
Marset también está sospechado de manejar el contrabando de cocaína por la Hidrovía Paraná-Paraguay, gracias a sus nexos con el Primer Comando Capital (PCC) brasileño. Al menos desde 2021, desde los puertos cercanos a Asunción,y por medio de esa autopista fluvial, salieron más de 40 toneladas de droga que terminaron siendo incautadas en Bélgica y Holanda.
El narco uruguayo, que tiene tatuada en una de sus muñecas la sigla PCU (por Primer Comando Uruguayo), habría ingresado a Bolivia después del homicidio de Pecci, según informaron ayer autoridades bolivianas. Marset había salido de Paraguay, donde estaba bajo la lupa del fiscal asesinado en el marco de una investigación por lavado de dinero, una de las más grandes de la historia de ese país, causa conocida como Ultranza PY. Investigadores de la Secretaría Antidrogas de Paraguay situaban a Marset y a su familia en Santa Cruz de la Sierra.
Según informó el ministro de Gobierno de Bolivia, Eduardo Del Castillo, anteayer a la tarde, agentes de inteligencia de la Policía de ese país ubicaron a Marset junto a su esposa, Gianina García Troche, de nacionalidad paraguaya, y sus tres hijos, en una mansión en Santa Cruz de la Sierra, pero logró evadir el operativo.
“Había efectivos policiales que estaban realizando un seguimiento por medio de equipos de inteligencia y uno de los policías fue secuestrado por parte de la organización criminal y liberado horas más tarde”, afirmó el ministro Del Castillo, que apuntó que la “sospecha es que aún permanece en Bolivia”.
Y agregó: “Pedimos de manera muy fraterna a los medios de comunicación viralizar las imágenes de estas personas para que el pueblo boliviano pueda reconocerlos y proporcionarnos toda la información. Estamos seguros de que en las próximas horas lograremos la aprehensión de este narcotraficante”.
La policía boliviana allanó ocho propiedades en Santa Cruz de la Sierra y se incautaron 17 fusiles, una pistola, 1915 municiones, 28 cargadores para diversos tipos de armas, cuatro chalecos antibalas, una moto, 31 vehículos y cuatro cuatriciclos.
A pesar de todo el armamento y del mini ejército que lo custodiaba, lo llamativo de la historia de este narcotraficante millonario es que jugaba de manera profesional al fútbol en Bolivia, como lo había hecho en Paraguay. Y su participación en los equipos la garantizaba el dinero que aportaba.
Según medios bolivianos, Marset formaba parte del club Los Leones El Torno, una entidad que participa de la Liga de Santa Cruz y que él mismo administraba. Sus partidos se transmitían por redes sociales y de ahí es que empezaron a circular en las últimas horas algunas de sus jugadas. Usaba la camiseta número 23 y llevaba el nombre “Luis”, ya que se hacía pasar por un tal Luis Amorim, de identidad brasileña, como lo indica el relator de los partidos.
Las últimas semanas
Fuentes de la investigación en Paraguay, consultadas por LA NACION, dijeron que la oficina de la DEA en Asunción tenía identificado que Marset operaba desde hacía por lo menos dos meses en Santa Cruz de la Sierra. La agencia norteamericana fue expulsada de Bolivia en 2008, por orden del entonces presidente Evo Morales, pero está tras los pasos de este narcotraficante que tenía su base en Asunción, y desde allí dominaba el tráfico de cocaína por la Hidrovía.
De acuerdo a este relato, Marset salió de una de las cinco mansiones que tenía en Santa Cruz de la Sierra, acompañado por su esposa y sus tres hijos, una hora antes de que irrumpiera la policía boliviana. Lo hizo sin ningún problema ni premura. El jefe narco huyó en una camioneta Toyota Land Cruiser color crema rumbo al norte, hacia Cochabamba, la región donde se encuentra El Chapare, base de la producción de cocaína boliviana. Esa información fue confirmada por el ministro del Interior de Paraguay, Federico González.
Marset tenía a su disposición un ejército propio de custodios que, en su fuga, secuestraron a un policía, que luego liberaron. Después, inexplicablemente, las fuerzas de seguridad boliviana les perdieron el rastro. Se presume que el narco uruguayo podría haber tomado un vuelo en alguna de las pistas clandestinas que existen en esa región, para escapar a otro país.
Es un hombre que se especializa en huir de forma llamativa. En octubre de 2021 fue detenido en Dubai, de donde logró escabullirse y desaparecer después de conseguir un pasaporte uruguayo de manera legal, algo que en Montevideo generó un fuerte escándalo que golpeó a la administración del presidente Luis Lacalle Pou.
El narco uruguayo tiene vínculos en Bolivia con el clan Lima Lobo, que está sospechado de ser uno de los operadores de la avioneta que se accidentó en Chaco hace dos semanas, donde se secuestraron 357 kilos de cocaína.
La justicia paraguaya comprobó que Mercedes Duarte, alias ‘Merchi’, mano derecha de Marset, recibió sumas millonarias de Lima Lobo. Esta mujer está ligada, de acuerdo a las investigaciones en la causa A Ultranza PY –la más grande de lavado de dinero en Paraguay, que investigaba el fallecido fiscal Marcelo Pecci–, con Misael Nallar, yerno de Lima Lobo. Este hombre, con fuertes relaciones con el poder, está detenido, acusado de matar a tres policías en Bolivia, un caso que tuvo una fuerte repercusión.
En aquella causa que instruía el fiscal paraguayo asesinado se realizaron más de cien allanamientos y se incautaron más de 100 millones de dólares, 98 propiedades, 28 vehículos, diez avionetas, un helicóptero, 41 tractores, 48 motos y siete embarcaciones. Además, el fiscal Pecci, antes de su trágico final durante su luna de miel en la isla de Barú, Colombia, había ordenado la captura de cinco hermanos del clan Insfrán, que tienen fuertes vínculos con el gobierno paraguayo.
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