Misterio en Traslasierra: movilización por la desaparición de cinco personas en siete años
Cada 18 de setiembre, en el oeste de Córdoba, amigos y familiares marchan para pedir justicia y reafirmar el compromiso de búsqueda; “no estamos todos”, es la consigna del encuentro
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CÓRDOBA.- “En Traslasierra no estamos todos: faltan Delia, Leo, Silvia, Marisol y Luz”. Bajo esa consigna, los vecinos de esa zona del oeste provincial se movilizan cada 18 de setiembre para reafirmar el compromiso de búsqueda y el reclamo de justicia. Cinco personas que no están más con los suyos, y de las que no hay rastros, pero por las que sus familias y amigos siguen luchando.
El 18 de septiembre de 2018, Delia Gerónimo Polijo, de 14 años, fue vista por última vez entre las 16.19 y las 16.30. La cámara de seguridad de una estación de servicio sobre la ruta registró su paso, a pie, en dirección a su casa. A los pocos metros la cruzaron y saludaron unas conocidas. Después de eso, nada más. Cerca de allí encontraron sus aritos y una pulsera. Ningún otro signo de ella.
Un hombre que estaba bajo sospecha por la desaparición, Eduardo Mauro Martínez, apareció ahorcado en su casa. Su pareja había declarado: “Estaba chupando y drogándose. Tenía un puñal. Me dijo que me iba a matar como a la boliviana. ‘Sí, yo la maté’, aseguró. Me dijo que me iba a tirar a un pozo, como lo hizo con la chica”. Esas amenazas las hizo un día antes de aparecer colgado.
El adiestrador de perros Marcos Darío Herrero se sumó a las búsquedas, convocado por la Justicia después de mucha insistencia por parte de la familia Polijo. En diciembre pasado encontró dos guantes como los que usa el personal municipal y dos preservativos con restos biológicos, enterrados en un pozo. También había restos óseos cerca de donde fue encontrado muerto Martínez.
Además, los perros se concentraron en un vehículo utilitario de Hugo Rodríguez, vecino de la chica. Ese auto fue peritado en 2018, aunque sin resultados. El día que desapareció Delia Polijo, Rodríguez tenía arañazos en la cara y en los brazos; aseguró que se los había hecho su pareja, con la que había discutido. Hasta ahora no hubo novedades en el caso.
Marisol Reartes y Luz, su hija, desaparecieron el 2 de febrero de 2014. Ambas salieron de su vivienda cerca de las 21.30 y ya no se supo más de ellas. La familia siempre sospechó de Juan Murúa, un expreso con quien ellas tenían un vínculo cercano.
Murúa nunca estuvo imputado en esa causa; sí fue condenado por la Justicia de San Luis —en noviembre de 2018— a 38 años de cárcel por el femicidio de Brenda Arias, una joven de 19 años ocurrido en 2009. En diciembre pasado se fugó de la cárcel y fue recapturado días después.
En el marco de la búsqueda de Marisol y su hija, en marzo de 2018, los investigadores secuestraron ropa de una mujer y de una niña en las cercanías del dique La Viña —también en Traslasierra— y se cotejó el ADN con los de las mujeres. No coincidieron. Después encontraron su cráneo. En la plazoleta de su publo, Los Pozos, se la recuerda como víctima de femicidio aunque el juicio no comenzó.
Apenas diez días después de estas desapariciones se sumó la de Silvia Gallardo, de 34 años. Analía, su hermana, sospecha del yerno y de la hija, con quienes compartía casa y tenía problemas. Asegura que el día antes de desaparecer les comentó que echaría al hombre y que si su hija se molestaba, le pediría que también ella se fuera.
Los perros del adiestrador Herrero también fueron a esa casa en diciembre, se detuvieron en una pared repintada y en un pozo de agua. La hermana insiste con que hay “indicios de que es un femicidio, no una desaparición”. Reclama por la lentitud de la Justicia.
Leonardo Iudicello desapareció en julio de 2015, en Brasil, adonde había ido como mochilero. Lo busca Interpol, sigue el aviso de su caso en la Cancillería argentina y hay causas judiciales iniciadas en el estado de Fortaleza y en Córdoba. Pero, desde hace seis años no hay un solo dato sobre su paradero.
Todos los veranos trabajaba en el complejo de cabañas familiar en Villa Cura Brochero, de donde es oriundo; después, fuera de temporada, viajaba. En 2015 se fue con unos amigos, que regresaron antes. La última noticia suya es del 14 de julio, cuando su carpa apareció incendiada. Él no estaba: su mochila, sí. Viajaron el padre y el hermano, no dieron con ninguna pista cierta. Gladys Escribano, madre de Leonardo Iudicello, está convencida de que él está vivo. Sigue pidiendo ayuda para encontrarlo.
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