Misterio en Florencio Varela. Más pruebas sobre la vinculación policial y amenazas de un comisario a uno de los acusados
Los jefes policiales detenidos declararon, se despegaron de las acusaciones y mencionaron a otros colegas como participantes de maniobras para encubrir a los autores del homicidio de Lautaro
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La investigación del homicidio de Lautaro Morello y la desaparición de Lucas Escalante sumó más elementos que avalan las sospechas sobre la complicidad policial en el encubrimiento del crimen. Además, en las últimas horas, se conoció una declaración en la que un comisario fue señalado por amenazar a un acusado que había querido despegarse del caso.
Según fuentes de la investigación, al declarar como imputado, el comisario mayor Luis Zaracho, jefe de la Dirección Departamental de Investigaciones de Quilmes, el oficial de mayor rango, detenido por el supuesto encubrimiento del homicidio de Lautaro y la desaparición de Lucas, afirmó que un colega suyo habría amenazado a uno de los dos acusados de ser los presuntos coautores del asesinato.
“Un familiar de Escalante dijo que tenía un testigo que era amigo de Maximiliano Centurión. Dijo que dos de los involucrados en el caso lo convocaron a la quinta de La Capilla para prender fuego un automóvil y cobrar el seguro. En principio, Maximiliano Centurión aceptó participar en el hecho del vehículo, pero, cuando advirtió que había alguien lastimado, se quiso abrir”, habría manifestado el jefe policial detenido.
Ante esa actitud, uno de los policías, que todavía no fue acusado formalmente, habría amenazado a Maximiliano Centurión y le dijo que si hablaba le pasaría algo a su hija.
En su declaración, el comisario inspector Zaracho también se refirió a lo que dijo un testigo sobre el aspecto de Maximiliano Centurión, el día después de la desaparición de Lucas y Lautaro. Ese testigo dijo que le llamó la atención que Maximiliano Centurión tenía las cejas y las pestañas quemadas.
Lucas Escalante y Lautaro Morello fueron vistos con vida por última vez el 9 de diciembre pasado, cuando fueron a festejar el triunfo del seleccionado argentino de fútbol contra el equipo de Países Bajos, por los cuartos de final del mundial de fútbol de Qatar.
Durante la investigación, dos testigos afirmaron que vieron el BMW 135 de Lucas, estacionado en la casa del barrio La Capilla en la que, hasta nueve meses antes, vivía el comisario mayor Francisco Centurión.
Dos días después, el vehículo fue hallado incendiado a un costado de la ruta provincial 53, a siete kilómetros de la mencionada quinta. Al revisar el automóvil, los investigadores no hallaron ningún rastro de Lucas y Lautaro. Sin embargo, seis días después, un vecino de un campo situado en el límite entre los partidos de Presidente Perón y Florencio Varela, encontró el cuerpo carbonizado de Lautaro Morello. A casi cinco meses, no hay ninguna certeza de lo que pasó con Lucas.
La Justicia procesó con prisión preventiva a Cristian y Maximiliano Centurión como supuestos coautores del homicidio de Lautaro y la desaparición de Lucas. El padre de Cristian y tío de Maximiliano, comisario mayor Centurión, todavía no fue imputado formalmente en la causa; aunque lo investigan, no surgieron pruebas que avalen un procesamiento.
Además de Zaracho, hubo otro jefe policial que fue detenido y acusado de supuesto encubrimiento: se trata del comisario inspector Sergio Argañaraz, interventor de la comisaría de Bosques, la seccional en la que los familiares de ambos jóvenes radicaron las denuncias por averiguación de paradero.
Tanto Argañaraz como Zaracho, en sus indagatorias, donde no tienen la obligación de decir la verdad, se despegaron de las acusaciones y mencionaron a otros jefes policiales. Los dichos de ambos comisarios comenzaron a ser investigados y verificados por los responsables de la pesquisa que, actualmente, está a cargo del fiscal de Berazategui, Daniel Ichazo y de la División Homicidios de la Policía Federal.
Ichazo se hizo cargo de la investigación, después que la familia de Lautaro, mediante una presentación realizada por el abogado Carlos Guillermo Diéguez, solicitó que sean apartados de la causa la primera fiscal que instruyó el sumario y la policía bonaerense.
Uno de los cuestionamientos de la Justicia al mencionado Argañaraz fue una prueba clave que un amigo de Lucas le entregó a la familia. Se trató del último mensaje de audio que le mandó la noche que desapareció. Esta prueba fue presentada ante el mencionado jefe policial, pero, según la hipótesis de la fiscalía, este demoró dos días en convocar a la persona que se mencionaba en ese mensaje de audio. Esa actitud del jefe policial derivó en uno de los fundamentos de la acusación por presunto encubrimiento.
“Pero, qué onda, ¿cómo es la movida, que es nafta gratis? ¿Por qué tiene eso? ¿Porque compró mucha nafta o porque le dieron vales de cortesía?”, le preguntó por mensaje el amigo al que Lucas le pidió que lo acompañara.
“No, no. El padre trabaja en la policía, pero en un cargo muy alto y le dan nafta. A mí me pasa siempre $15.000 en vales. Bueno, con eso zafo. Ahí me acordé, el padre trabaja en el lugar ese que persiguen a los narcos y eso tiene un nombre en la policía. Seguro que vos sabés”, respondió Lucas. Debido a que el amigo al que le mandó esos mensajes no lo acompañó, Lucas se comunicó con Lautaro y lo pasó a buscar a dos cuadras de su casa.
Aunque este mensaje permitió que los investigadores determinaran que Lucas y Lautaro estuvieron en la casa de Centurión, a pesar de que el hijo del comisario mayor negó haber visto en los días previos al primero de ellos. Además, si bien en el mensaje Lucas le dijo a su amigo que Cristian Centurión le habría ofrecido vales para cargar combustible, las familias de ambos jóvenes sospechan que la invitación para ir a la casa de Centurión escondería otra motivación.
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