“Yo estoy muerta en vida”: el desgarrador mensaje de la mamá de Lucas González
Casi 5000 personas se concentraron frente al Palacio de Tribunales porteño para pedir justicia para el futbolista juvenil asesinado por policías en Barracas; destacaron que no buscan venganza ni politizar el caso
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En el escenario era todo dolor. Pero también emanaba desde él una conmovedora claridad de ideas y objetivos: no había allí lugar para la política ni para la venganza; sí, para el homenaje y para el reclamo de justicia por Lucas González, el chico de 17 años, futbolista de las inferiores de Barracas Central, muerto el jueves pasado, un día después de que policías de civil, en un auto no identificable, fueron tras el auto en el que iban el chico y tres amigos y, como si fueran delincuentes, los acribillaron.
Quizás, la síntesis de esa poderosa escena fue ese instante en el que Cintia López, arrasada por el llanto, alzó un botín gastado en su mano derecha y una canillera en la izquierda. Casi con un hilo de voz, encaró el micrófono y les dijo a las casi 5000 personas que se apiñaban en la plaza entre el Teatro Colón y el Palacio de Tribunales: “Yo les quiero mostrar cuáles eran las armas de mi hijo. Este botín roto era el arma de mi hijo. Mi hijo no era ningún delincuente, era una criatura. Y me lo acribillaron”. Fue un momento desgarrador.
Los tres amigos que iban en el Volkswagen Suran ese miércoles a la mañana, y que se salvaron milagrosamente, también estuvieron en el escenario para recordar y para agradecer el apoyo, la ayuda anímica que van a necesitar, a juzgar por la angustia a flor de piel que no podían ocultar.
“Quiero hablar de la ausencia de mi amigo. Quiero dejarles un mensaje a todos los chicos que tienen el mismo propósito que tenía Lucas. Más allá de las adversidades que podemos enfrentar como futbolistas, como adolescentes, no paremos. A mi amigo, para que dejara de jugar al fútbol, lo tuvieron que matar”, dijo uno de ellos.
Las velas encendidas representaban el carácter apartidario del reclamo de miles de personas que se congregaron, pasadas las 19, cerca de la entrada del Teatro Colón. Las banderas, los carteles, las remeras, todo remitía a Lucas. Todas pedían justicia.
La concentración
No menos de medio millar de personas llegaron en ómnibus desde Florencio Varela, de donde era oriundo Lucas, donde viven los otros tres adolescentes que habían ido a probarse, por recomendación de su amigo, en Barracas Central, que este lunes a la noche se jugaba, al término de la manifestación, el ascenso a Primera. Justamente, debutar en la máxima categoría del fútbol argentino con la camiseta de “el Guapo” era el sueño que perseguía el chico, una ilusión destrozada por las balas policiales.
Con respeto, se concentraron en Tucumán y Libertad, junto a otros tantos que llegaron por sus propios medios, al pie del escenario montado a unos 150 metros del Palacio de Tribunales. Sonaban bombos y platillos. Y los cánticos. “¡Yo sabía, yo sabía, que a Lucas lo mató la policía!”, gritó un grupo importante, entre otras de consignas alusivas a la violencia institucional y al gatillo fácil.
De a uno, desfilaron frente al micrófono para dar sus mensajes los padres de los adolescentes sobrevivientes y los propios chicos. Los adultos agradecieron a todos los familiares y amigos que habían ido a acompañarlos. Tuvieron, incluso, palabras de agradecimiento para los funcionarios porteños que los habían llamado. Apuntalaron especialmente al fiscal Leonel Gómez Barbella, no solo por el avance que le imprimió a la investigación sino porque estuvo “siempre y a toda hora” a disposición de los familiares de las víctimas.
También agradecieron al periodismo, en general, por haberlos escuchado y por haber podido cambiar el discurso inicial que presentaba a los chicos como presuntos delincuentes para mostrarlos como lo que efectivamente eran: las víctimas.
Y, puntualmente, uno de los padres le agradeció “al periodista” que les puso en su camino a Gregorio Dalbón, el abogado de Cristina Kirchner que, en este caso, insistió con dejar la política de lado para centrarse en apuntalar a las víctimas en su derecho de obtener justicia.
“Acá hubo un asesinato, hubo una víctima, y por ella vamos a luchar. Es una búsqueda de justicia, así que van a hablar los padres, sin connotaciones políticas, agradeciendo a todos el aguante, cualquiera sea su pensamiento. Podría haber sido el hijo de cualquier de nosotros. Acá están los padres que vienen a decirle al juez que empiece a trabajar más rápido. A agradecerle al fiscal y a buscar que estos policías asesinos paguen lo que hicieron. Nada más. Los dejo porque el acto es de ellos”, dijo el letrado que representa en la querella a los papás de Lucas.
Los mensajes de los padres
El padre de uno de los adolescentes que sobrevivieron al ataque pidió que no haya más casos de gatillo fácil y expresó que el grupo de amigos “salía todos los días a buscar su sueño”. Y exclamó: “Basta de Lucas, empecemos a ser más gente, que piensen que nuestros hijos salen a buscar sus sueños”.
Cada uno de los mensajes de las víctimas allí, arriba del escenario, fue de una sencillez y una claridad abrumadoras. Sin lugar a la revancha, sin lugar a la politización.
En la plaza Lavalle, además de los amigos y conocidos de Lucas, había también matrimonios, abuelos, jóvenes que llegaron en bicicleta y hasta familias con mascotas que se acercaron de forma espontánea para apoyar el reclamo y la protesta por el asesinato del joven. La inmensa mayoría, allí en el llano, respetó la consigna de “no politizar”.
El conmovedor mensaje de los padres de Lucas
Aunque la mayoría de los carteles reclamaba “basta de represión policial”, hubo, desde el escenario, énfasis por aclarar que los policías no son “todos asesinos”, sino que lo son esos tres que les dispararon a sus chicos sin motivo.
Para ellos sí pidió “perpetua” Mario “Peka” González, el papá de Lucas. “No tengo palabras para agradecerles. Lucas me da fuerza y les pido que no me abandonen para darle fuerza a mi familia. Lo único que pido es justicia; no quiero venganza para estas personas, solo justicia”, sostuvo.
El momento más dramático de la noche fue cuando, después de Peka, fue el turno de su esposa. Lloraba desconsolada, lo revelaban sus ojos sobre el barbijo blanco. Cuando consiguió la calma necesaria, habló con su metáfora del botín roto, el “arma” que simbolizará para siempre el sueño roto del hijo que le arrebataron.
Habló de su hijo, de su familia, de ella. Pidió castigo legal para “esa gente que le disparó a mi hijo, que les tiró a matar a los cuatro”. Y confesó, desde su más profundo dolor: “‘Ya te voy a comprar una casa, Cintia’, me decía. Todavía dormía conmigo. Todos los sueños que tenía mi hijo desde los cuatro años que jugaba al fútbol, todos los cumpleaños que se perdió para jugar al fútbol. El sábado tenía que estar en un cumpleaños de 15. Era un bebé todavía. Yo estoy muerta en vida, mi vida se fue con él, no saben lo que significa Lucas para mí”, concluyó.
“Les agradezco con el corazón. Todos los días, hijo, te voy a recordar”, dijo, mirando al cielo. Luego, advirtió: “Quiero perpetua para los que mataron a mi hijo”.
El padre de uno de los adolescentes que sobrevivieron al ataque pidió que no haya más casos de gatillo fácil y dijo que el grupo de amigos “salía todos los días a buscar su sueño”. Y exclamó: “Basta de Lucas, empecemos a ser más gente, que piensen que nuestros hijos salen a buscar sus sueños”.
El pedido de justicia por Lucas
En la plaza Lavalle, además de los conocidos de Lucas, también matrimonios, gente adulta mayor, jóvenes en bicicleta y familias con mascotas se acercaron de manera espontánea para apoyar el reclamo y la protesta por el asesinato del joven. En todo momento la consigna que se repite es “no politizar”, y la mayor cantidad de carteles reza: “Basta de represión policial”.
Minutos antes de las 20 pidieron, desde el escenario, un minuto de silencio en homenaje al joven futbolista, al tiempo que los presentes sostenían miles de velas para “pedir por el alma de Lucas”.
“Lucas era mi amigo y vine porque quiero que se haga justicia por él. Me pone bien que haya venido tanta gente, no lo esperaba. Lo de Lucas tiene que avanzar, tenemos testigos, hay pruebas de lo que pasó: fue gatillo fácil. Por él y por todos los chicos víctimas de gatillo fácil”, dijo Oriana, que se puso la remera con la leyenda “justicia por Lucas”, con la foto del joven asesinado en la parte frontal.
Fernando es de Villa Crespo y tiene 74 años, llegó a la marcha porque afirma que lo toca muy de cerca. “Tengo un nieto de 15 años, me parece que en la ciudad tendría que declararse el duelo por lo que ha pasado, esto no puede volver a pasar. Y los que propugnan la bala fácil, que sean castigados en las urnas, como un candidato que dijo que hay que hacerlos queso gruyere”, sostiene.
Laura es vecina de la zona y llegó con sus dos perros a la marcha. Se manifestó consternada: “¿Cómo puede ser que hoy, estando en democracia, puedan movilizarse en un auto sin patente policías de civil?”.
Pasadas las 20.30 se desconcentró la acumulación de manifestantes en la plaza. Todo se desarrolló en calma, sin incidentes de ninguna clase ni altercados. No había ánimo de venganza, sino de justicia. Esa era la consigna para recordar a Lucas.
El avance de la causa
Lucas, de 17 años, fue asesinado por la policía porteña en Barracas. Estaba con sus amigos. Había llegado a la ciudad para probarse en el club de fútbol. Dos de los policías reconocieron hoy que dispararon contra el auto en el que Lucas estaba con sus amigos. Se probó -horas después del hecho- que la versión oficial, que sugería una persecución y un enfrentamiento “con delincuentes”, era falsa. No hubo ni enfrentamiento ni persecución: fueron los policías los que dispararon. Ahora enfrentan cargos por homicidio doblemente agravado.
Otro dato que complica a los miembros de la fuerza es que la fiscalía cree que quisieron plantar una réplica de un arma para justificar la balacera: tiraron 12 tiros, uno de los cuales mató al joven futbolista.
Este lunes, los tres policías fueron indagados por el juez Martín del Viso y los fiscales Pérez Barbella y Andres Heim, de la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin).
El inspector Gabriel Isassi y el oficial José Nievas admitieron que ambos dispararon contra el VW Suran en el que iban Lucas y sus tres amigos de Florencio Varela. Sin embargo, justificaron su intervención. Dijeron que realizaban tareas encomendadas por un fiscal en una causa antidrogas, que en ese contexto vieron un auto “sospechoso” y que al bajarse de su auto (un Nissan Tiida color champagne, sin insignias policiales) para identificarlos, ese coche intentó evadirlos. Y que, en esa circunstancia, “se sintieron en peligro” y “abrieron fuego” desde adelante y atrás.
A pesar de esa explicación, la Justicia analiza otras hipótesis sobre el móvil del ataque. Al contrario de lo que dijeron los policías en su indagatoria (que llevaban puestos sus chalecos identificatorios y que se identificaron como policías al bajar del auto), los tres adolescentes que sobrevivieron a la balacera refirmaron que no hubo tal identificación y que habían acelarado para huir de quienes creyeron, dadas las circunstancias, que eran delincuentes que querían asaltarlos.
Al respecto, el diputado electo Leandro Santoro anticipó que presentará una denuncia penal por asociación ilícita, tras un artículo de Clarín que reveló detalles sobre anteriores “excursiones” para extorsionar a jóvenes y comerciantes de la zona.
Informe de Sebastián Poleri
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