“Mi tío, el entregador”: descubren un nexo familiar en un secuestro por el que exigían US$ 600.000 de rescate
El hecho había ocurrido en agosto pasado y la víctima, de seis años, fue liberada en una ruta, a la altura de Campana; uno de los sospechosos fue capturado en Tucumán
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Para no llamar la atención de los vecinos y evitar contratiempos, el grupo criminal simuló un allanamiento. Habían pasado pocos minutos de las 11 del 16 de agosto pasado cuando dos falsos policías irrumpieron en una casa del barrio de Mataderos y, después de reducir a un matrimonio, secuestraron a un niño de seis años. En una primera llamada extorsiva, los delincuentes exigieron 600.000 dólares como rescate. Finalmente, el menor fue abandonado descalzo, seis horas después, en la banquina de la ruta 9 a la altura de Campana. Tras cuatro meses de investigación, detectives de la Policía Federal Argentina (PFA) detuvieron a cuatro sospechosos, entre ellos al supuesto “entregador”, una persona al que la víctima llamaba tío.
Así lo pudo reconstruir LA NACION de fuentes policiales y judiciales. En los próximos días, el juez federal Daniel Rafecas deberá definir la situación procesal de los cuatro sospechosos.
Como se dijo, el hecho ocurrió el 16 de agosto pasado en una casa de la calle Montiel, en Mataderos, donde vive un matrimonio de la comunidad gitana con sus hijos de 13 y seis años. Cerca de las 11, llamaron a la puerta. Era un familiar, la pareja de la prima de la dueña de la casa, al que los niños llamaban tío. Detrás de él, aparecieron dos hombres armados que simularon ser integrantes de una brigada policial.
“Después de un forcejeo, el matrimonio fue atado. Los dos delincuentes secuestraron al niño de seis años y escaparon en un Fiat Grand Siena gris que tenía la chapa patente adulterada. A pocas cuadras abandonaron el vehículo y se subieron a una camioneta Dodge RAM negra, donde mantuvieron cautiva la víctima”, según se explicó en el sitio de noticias del Ministerio Público Fiscal, www.fiscales.gob.ar.
A las 11.30, tras la denuncia, tomó intervención Dirección General de Delitos contra la Libertad Personal (ex División Antisecuestros) de la PFA y el fiscal federal Franco Picardi, quien asumió la investigación.
“Cerca de las 12.30, los secuestradores se comunicaron con la prima de la madre del niño y le dijeron que la llamara y le indicase que atendiera los llamados. Minutos después, cerca de las 13.10, se comunicaron con la mujer y le exigieron el pago de una suma de dinero y joyas, al tiempo que le dijeron que se comunicase con el tío paterno del niño para que reuniese el dinero”, se agregó en la web citada.
El hecho de que los secuestradores supiesen quién era la persona de la familia que podía juntar dinero en tan poco tiempo hace suponer a los investigadores de que habría sido un golpe por encargo.
Al atardecer, el niño fue encontrado por una persona cuando caminaba descalzo por la banquina de la ruta 9, a la altura del kilómetro 79, en Campana. Había sido abandonado por los delincuentes. Según la familia de la víctima, no se pagó el rescate exigido por los captores.
A partir de ese momento, el fiscal Picardi, detectives de la PFA y personal de la Unidad Fiscal Especializada en Secuestros Extorsivos (Ufese), conducida por Santiago Marquevich, comenzaron a reconstruir el caso para intentar dar con los responsables del rapto.
“En el marco de la investigación -que incluyó el análisis de las cámaras del Centro de Monitoreo Urbano (CMU), el registro del sistema Anillo Digital de la Policía de la Ciudad, el levantamiento de rastros y elementos hallados en el vehículo Fiat Siena gris y la geolocalización de comunicaciones- la fiscalía logró identificar a los involucrados”, se informó en www.fiscales.gob.ar.
Según pudo saber LA NACION de fuentes con acceso al expediente, con las imágenes de las cámaras de seguridad se pudo determinar que el familiar que hizo las veces de “entregador” antes de llegar a la casa de los padres de la víctima estuvo en el automóvil donde circulaban los delincuentes.
“El hombre al que la víctima llamaba tío se bajó del auto en el que circulaban los delincuentes dos cuadras antes de la casa de los padres del niño. Así quedó demostrado con una filmación. Además, se pudo determinar un conocimiento previo al secuestro y contactos posteriores”, sostuvo un detective que participó del caso.
Otra pista fundamental para los investigadores fue una huella que lograron levantar del automóvil abandonado.
“La huella nos permitió ponerle nombre y apellido a otro sospechoso. Creemos que es la persona que hizo las llamadas extorsivas”, sostuvo una fuente de la causa. Ese delincuente, quien durante el secuestro pareció tener la voz de mando, fue detenido en Tucumán, su provincia natal. Fue apresado con la colaboración de personal de Agencia Regional Federal NOA y División Antidrogas Tucumán, ambas dependencias de la PFA.
Además, el juez Rafecas ordenó allanamientos en Lomas de Zamora, Malvinas Argentinas y en La Lonja, en Pilar, donde se secuestraron una camioneta, un automóvil, una pistola, un revólver, dos netbooks, 32 teléfonos celulares y otros elementos de interés para la causa.
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