"Me pecheé con ella y le ofrecí una estampita": "El Cachila" contó cómo fue su encuentro con Lola Chomnalez
Ángel Moreira, apodado "El Cachila", el cuidacoches de 33 años que fue procesado con prisión preventiva como "presunto coautor del homicidio" de Lola Chomnalez, había dado ayer su versión del encuentro que mantuvo con la joven argentina en Barra de Valizas el 28 de diciembre de 2014. Su relato fue descrito por el fiscal de la causa como "ilógico".
Sobre las declaraciones de Moreira, el fiscal Jorge Vaz explicó que "surge en forma más que contundente, de acuerdo a su relato [en la indagatoria], que estuvo presente antes, durante y después del homicidio".
Además, sostuvo que, de acuerdo a los datos obtenidos en la investigación, el acusado y su o sus cómplices obligaron a la víctima a salir de la playa con dirección a la zona boscosa detrás de los médanos, "probablemente con un móvil sexual".
El hombre, apresado ayer tras ser indagado, admitió que se cruzó con la víctima en la playa el 28 de diciembre de 2014 y que le ofreció "una estampita", pero que luego ella se sintió "mareada". Al auxiliarla, Moreira habría descubierto que la chica "no tenía pulso", se asustó y se fue.
"Me pecheé con ella. Ella venía por la playa caminando, yo iba para Valizas y ella iba para el otro lado. Yo venía de Aguas Dulces", declaró el acusado, quien detalló que Lola "venía caminando normal, con la mochila; tenía un short y una blusita fina" y que le ofreció "una estampita".
"Me asusté"
Vaz remarcó que uno de los puntos "más impactantes" del relato del acusado fue cuando dijo que la chica comenzó a sentirse mal y él la llevó hasta el bosque detrás de los médanos, donde se sentaron bajo la sombra de un árbol: "Yo le pregunté qué tenía y me dijo que se sentía mareada. Ahí se sentó y cayó de rodillas".
"Yo le tomé el pulso y me asusté, salí y me tomé el ómnibus para Montevideo", señaló el sospechoso.
De acuerdo al fiscal, este relato "es a todas luces ilógico y contrario, no solo a la evidencia que surge del cuerpo de la víctima, sino de la situación en sí".
Para Vaz, si la adolescente "se sintió mal, lo lógico hubiera sido permanecer en la playa y tratar de ir hacia la zona poblada más cercana, en busca de ayuda médica". Por ende, afirmó que la víctima "fue llevada contra su voluntad" por el sospechoso "en compañía de otra u otras personas aún no identificadas".
En ese sentido, el fiscal se basó en que Lola presentaba dos cortes en el brazo derecho, que según un perito criminólogo policial pudieron haber sido "intimidatorios" para forzar a la adolescente.
También detalló que la víctima presentaba un golpe en el orbital izquierdo que pudo haber sido resultado de la negativa de ella a las exigencias de los asesinos y que esa actitud fue "el desencadenante".
No es la primera vez que Moreira queda preso por el crimen. En abril de 2015 había sido indagado y arrestado, pero puesto en libertad por falta de pruebas. En febrero de este año, cuando Vaz asumió como nuevo fiscal y analizó el expediente, volvió a citarlo y pidió su procesamiento, según publica el diario El Observador. Sin embargo, su ADN no coincide con el encontrado en las prendas de Lola, por lo que no hay pruebas de que haya sido él quien la mató.
En caso de ser condenado en un juicio, la ley uruguaya establece dos posibilidades para el acusado. Según el artículo 311 del Código Penal, un imputado de homicidio cometido con las denominadas circunstancias agravantes especiales puede recibir una condena de entre 10 y 24 años de cárcel.
En tanto, según el artículo 312, si se contempla la circunstancia de que ese homicidio se hubiera cometido con circunstancias agravantes muy especiales como, por ejemplo, después de haber concretado otro delito o para ocultar un delito precedente, la pena fijada podría ser de 15 a 30 años de prisión. El Código Penal de Uruguay no establece como castigo la pena de reclusión o prisión perpetua.
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