Mató de un tiro en la cara a un chico de 12 años delante de su hijo
Lo fue a buscar a una plaza de la periferia de la ciudad; lo acusó de haber robado una campera y un celular; lo golpeó y le disparó cuando estaba en el piso; un amigo de la víctima se salvó y contó todo
"Vas a morir como una rata", atronó el vozarrón un microsegundo antes de que estallara el cañón del revólver a centímetros de la cara del niño que miraba aterrorizado al hombre que le apuntaba. Sangre, olor a pólvora y a muerte, y la carrera desesperada de otro chico, testigo del crimen ocurrido anteayer en una plaza de la periferia de Zárate. Todo por una campera y un celular, que el autor del disparo aseguraba que la víctima, Enzo Alegre, de 12 años, y el otro pibe le habían robado a su hijo, también testigo del crimen.
Es todavía materia de discusión si se trató de un homicidio a sangre fría o si el arma se disparó en medio de la amenaza y la bravuconada. Por ahora sólo se conoce la versión del amigo de Enzo, el que escapó hasta que las piernas no le dieron más por los confines de casas bajas y humildes más allá de la plaza Soldado Argentino, en Piedrabuena y Pedro Pitrau, cerca del cruce de las rutas 6 y 12. El justiciero y su hijo escaparon y todavía no pudieron ser identificados, aunque los investigadores presumen que, como sugiere la secuencia de los hechos, serían de la zona.
La familia de la Enzo sostiene que él y sus amigos rondaban la plaza y hacían malabares o pedían para tener unas monedas. Por lo bajo, reconocen que con esa plata compraban para tomar, a veces alcohol, a veces drogas. Otros vecinos de la zona dicen que los adolescentes que se juntan en las adyacencias de la Soldado Argentino también robaban. El chico muerto no tenía ni armas ni las cosas que su asesino decía que había robado. Y la policía tampoco lo tenía en la mira como ladrón.
Emanuel, el amigo de Enzo, les contó a los padres de la víctima que a las 19 del domingo estaban sentados conversando y contando las monedas que les habían dado algunos de los automovilistas por sus malabares de cada corte del semáforo ubicado a dos cuadras de la plaza.
Entonces apareció un hombre de entre 35 y 40 años, acompañado por su hijo, un chico un poco mayor que ellos, y los increpó desde el auto. El hombre -siguió Emanuel- se bajó del auto y los encaró, mientras su hijo se quedó llorando adentro.
Así como llegó al banco los golpeó, dijo Emanuel, y les pidió que devolvieran la campera que supuestamente le habían robado a su hijo. A Enzo lo tiró al piso luego de darle dos culatazos y cuando se encontraba tendido en el pasto de la plaza le apuntó. Según Emanuel, le dijo a su amigo: "Vas a morir como una rata".
Sonó el disparo y Enzo dejó de moverse. "El hombre le disparó un tiro en el ojo izquierdo al chico y murió casi en el acto", dijo el jefe de la Departamental Zárate-Campana, comisario mayor Carlos Álvarez.
El jefe policial agregó que, antes de escapar, el hombre también le disparó al otro chico, aunque el tiro no salió, por lo que "se salvó de milagro". El agresor huyó del lugar inmediatamente junto a su hijo y permanece prófugo. Mientras, Emanuel no dejó de correr hasta que llegó al barrio donde vive, a una veintena de cuadras, y les contó todo a los padres de Enzo.
Sin rastros
Los peritos criminalísticos que trabajaron en la escena del crimen bajo indicaciones de la fiscal de Zárate Andrea Palacios no encontraron vainas servidas; por eso se sospecha que se usó un revólver. Es todo lo que se sabe.
A 18 cuadras de donde mataron a quemarropa al chico, ayer a la mañana se encontraban reunidos sus familiares y amigos. En el patio de la casa de los Alegre, Mónica, la madre de Enzo, no se podía levantar de su silla mientras sostenía una foto de él y lloraba sin consuelo. "Hoy [por ayer] le entregaban a Enzo la campera de egresados. ¿Ahora a quién se la voy a poner?", dijo a LA NACIÓN Mónica, que no encontraba explicación para que alguien haya matado a sangre fría a su hijo, de tan sólo 12 años.
"Como somos fanáticos de River le pusimos Enzo, en homenaje a Francescoli", explicó Miguel Ángel, el padre. "A las 16, Enzo apagó la netbook y se me escapó. Me parece que se fue a buscar a un amiguito con quien hace malabares en los semáforos", agregó. Tres horas y un poco después, Emanuel, agitado y aterrado, le dio la dramática noticia.
Según Antonio, tío de la víctima, el último adiós fue rápido: "Nos entregaron el cuerpo a la medianoche del domingo. Lo velamos hasta las diez de la mañana y lo enterramos en el cementerio municipal de Zárate".
El temor por la ola de violencia y delitos es un sentimiento común entre los vecinos del barrio donde sucedió el crimen. "Hace ocho años me cagaron a palos para robarme la guita de la recaudación de las rifas. En otra oportunidad me dieron un puntazo en la espalda. Me cansé y por eso ando armado", dijo un vecino que prefirió no revelar su identidad y que le mostró a este cronista la pistola calibre .22 que lleva en la cintura para defenderse de otro asalto.
Miguel Ángel Alegre, el padre del chico asesinado, y otros vecinos de su barrio admitieron que la droga está instalada entre los adolescentes y hasta los niños. "Hay de todo. Por 30 pesos les venden tabletas de clonazepam y los pibes las mezclan con alcohol. Después los chicos hacen cualquier cosa. No sabemos cómo va a terminar esto", se lamentó un vecino de la familia Alegre.
"Por la violencia y la inseguridad, Zárate ya se parece al conurbano", dijo a la nacion Héctor Acosta, un vecino que vive frente a la plaza Soldado Argentino. "La situación desborda los escasos recursos que el intendente ultra K Osvaldo Caffaro asigna a la seguridad. Nos cansamos de hacer marchas por asesinatos y robos", explicó Acosta, que es presidente de la Asociación de Taxis de la ciudad.
Robos, violencia, miedo: el contexto en el que la locura, matar a un chico por un supuesto robo, es posible.
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