Matías Miret: "Perdí dos años de vida por algo en lo que no tuve nada que ver"
El copiloto del lujoso jet que aterrizó el 2 de enero de 2011 en Barcelona, con 944,5 kilos de cocaína, regresó ayer a la Argentina y pudo festejar la Navidad en su casa con su familia y amigos
Cuando, ayer a la madrugada, el avión de Aerolíneas Argentinas estaba por aterrizar en el aeropuerto internacional de Ezeiza, Matías Miret sintió mucha alegría . Pero también impotencia por el tiempo que había pasado en prisión en la cárcel modelo de L'eixample, en Barcelona.
"Dos años es mucho en la vida de una persona", sostuvo el copiloto del lujoso jet Bombardier Challenger 604, alquilado por el empresario Gustavo Juliá, que aterrizó en España con 944,5 kilos de cocaína el 2 de enero de 2011.
Miret, de 39 años, recuperó la libertad después del juicio que se hizo el 4 y 5 de este mes, en la Audiencia Provincial Sección Octava de Barcelona. La sentencia estaría el próximo mes. Pero todo indica que podría ser absuelto. Ayer, regresó a la Argentina y festejó la Navidad con su familia y amigos en su casa de San Fernando. En una entrevista con LA NACION habló de sus días en prisión y de sus sentimientos al llegar al país.
- ¿Qué fue lo primero que sintió cuando llegó a la Argentina?
- En el avión [llegó ayer a las 4 junto con su mujer, Agustina Conil Paz, sus dos hijas menores, Martina y Trinidad; su madre y su hermana] pensaba que sentía alegría, pero también impotencia. Me di cuenta de que habían pasado casi dos años. Y dos años es mucho tiempo en la vida de una persona.
- ¿Cómo fueron los casi dos años en la cárcel ?
- Feliz no podés estar. Es sobrevivir día a día. Pero yo sabía que todo tenía un final, pero no sabía cuántos días tenía que tachar. Lo vivía con mucha impotencia y mucha bronca. Perdí dos años de vida por algo en lo que no tuve nada que ver. Por suerte fui un afortunado y mi familia me pudo acompañar y me pudieron visitar seguido, casi una vez por mes. Tuve el apoyo de mis amigos. Mi jefe me siguió pagando el sueldo para que mi mujer pudiera mantener a mis hijas. Fue como que Dios me puso en ese lugar, pero nunca me soltó la mano.
- ¿En algún momento pensó que durante el juicio no iba a poder demostrar su inocencia?
- No, nunca tuve ninguna duda. Mi ilusión era obtener la libertad antes del juicio, pero una vez que no se pudo sabía que iba a ser un trámite. Me sentía como esos jugadores que quieren salir a la cancha a jugar. Yo tenía mucha tranquilidad.
- ¿Se sorprendió cuando los oficiales de la Guardia Civil que declararon como testigos en el juicio hicieron una diferenciación entre usted y los hermanos Gustavo y Eduardo Juliá, los otros dos detenidos?
- No, porque ya habían tenido un trato diferente. Fue verdad que, cuando subieron con un perro a inspeccionar el avión, yo me puse a jugar con el animal. A uno de los oficiales de la Guardia Civil yo le pregunté dónde podía ir a cenar en Barcelona. Habrán pensado que no sabía nada de la droga o que era muy buen actor.
- Cuándo se descubrió la droga, ¿que fue lo primero que pensó?
- Sentí mucha bronca. Ganas de matar a alguien. No entendía nada. Estaba muy enojado.
- ¿Qué hizo Gustavo Juliá cuando se descubrió la cocaína? ¿Es verdad que se hizo cargo?
- Sí. Entró en el avión y afirmó: "Todo es mío. Ellos [por Miret y su hermano Eduardo] no tienen nada que ver". Después agregó: "Perdonen muchachos". En este tiempo detenido, Eduardo Juliá me escribió varias cartas y me aseguró que él no sabía nada y me pidió disculpas. Textualmente me dijo en una de las cartas: "Perdoname por haberte metido en este tren fantasma",
- ¿En el juicio, Gustavo Juliá desmintió haberse hecho cargo de la droga delante de los efectivos de la Guardia Civil?
- No sé por qué lo habrá hecho. Quizá fue una estrategia defensiva para el juicio.
- ¿En prisión no volvió a tener contacto con Gustavo Juliá?
- Mientras él estuvo en la cárcel modelo de L'eixample [después fue trasladado al complejo penitenciario de Brians, en las afueras de Barcelona], me lo habré cruzado un par de veces, pero no tuve contacto y tampoco quería tenerlo. ¿Qué me iba a solucionar?
- ¿Y si ahora pudiera hablar con él, qué le diría?
- Lo insultaría mucho porque me sacó dos años de mi vida.
- Laboralmente, ¿cómo continúa ahora?
- Quiero empezar a volar lo antes posible.
- ¿No le quedó miedo?
- Me gustaría saber cómo se hace para cargar 1000 kilos de cocaína y que nadie se dé cuenta. ¿Dónde estaban la Aduana y la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA)? ¿Cómo puede ser que liberaron ese avión sin haberlo fondeado [inspeccionado]? Si nadie lo controló, ¿yo me tengo que hacer cargo?
- ¿Le haría un juicio al Estado porque nadie inspeccionó el avión?
- Lo tendría que hablar con un abogado, si se puede quizá sí. Quisiera que alguien me expliqué por qué estuve dos años preso.
- ¿En el ambiente aeronáutico nunca se habló de que Gustavo Juliá pudiera estar involucrado en el narcotráfico?
- No, jamás. Tenía una reputación intachable. Siempre se habló bien de él, de que pagaba al día.
- ¿No tuvo miedo de que su familia dudara de usted?
- No, porque soy una persona transparente.
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