Sicarios asesinaron a un abogado penalista horas antes de un fallo trascendental para cuatro de sus clientes
José Pedro Peluffo tenía 63 años y defendía a imputados por un resonante homicidio en la provincia; el letrado fue abordado a metros de su estudio jurídico en Concepción del Uruguay por dos hombres que le dispararon y huyeron; la Justicia dictó la primera orden de detención por el caso
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Una videocámara apostada en la esquina de Rivadavia y Malvar y Pinto, en la zona sur de Concepción del Uruguay, captó la estremecedora secuencia. El abogado José Pedro Peluffo hablaba allí con una pareja junto a un vehículo blanco, a metros de su estudio jurídico cuando dos sicarios que llegaron corriendo a sus espaldas le dispararon a quemarropa en las piernas.
La pareja huyó despavorida, y el letrado, de 63 años, se derrumbó en la calzada. Su propio hijo lo llevó al hospital Justo José de Urquiza, donde de inmediato empezó a recibir atención médica. Pero cuando parecía que su estado mejoraba, complicaciones derivadas de la última intervención quirúrgica causaron su muerte.
En las últimas horas hubo nuevos procedimientos para intentar atrapar a los ocupantes del Fiat Siena gris en el que los sicarios llegaron y escaparon junto con al menos dos cómplices. La fiscal Gabriela Seró, que está a cargo del caso, ya pidió a la jueza de Garantías Melisa Ríos la detención de un sospechoso.
Por la forma del ataque, por la planificación, para la Justicia entrerriana está claro que se trató de una venganza. A la hora de dilucidar el móvil del crimen, los investigadores bucean en el trabajo de la víctima, cuyos clientes eran, mayormente, personas en conflicto con la ley penal y en casos de alto impacto en la provincia.
En ese sentido, no pasa desapercibido el hecho de que la muerte de Peluffo se produjo cinco días después de que un jurado popular condenara a sus cuatro clientes por el conmocionante asesinato del productor rural Pascual Viollaz, un ingeniero retirado que había sido declarado ciudadano ilustre de la vecina Villa Elisa. El ataque, además, ocurrió horas antes de que la Justicia diera a conocer el monto de las penas para los sentenciados.
Los investigadores judiciales intentan ahora determinar si el resultado de ese proceso, en el que uno de los jurados fue amenazado de muerte por personas relacionadas con uno de los seis imputados, puede tener vinculación con el crimen.
Por lo pronto, la audiencia de cesura -en la que se iba a anunciar la pena que recibirían los sentenciados por el jurado- debió ser suspendida y se hará esta semana.
A los representados por Peluffo –Luis Herrlein, Juan Carlos Castro, Andrea Elizabeth Amaro y Mario González– se les asignará ahora un defensor oficial para que los asista en el momento de recibir la pena.
Peluffo ya había sufrido otro ataque armado en su estudio. Fue en 2019, cuando se encontraba con una clienta que tenía un bebé en brazos y resultó herida de un tiro.
La muerte de Peluffo se produjo el miércoles pasado por complicaciones de salud derivadas de una de las operaciones a las que fue sometido en el Hospital Justo José de Urquiza tras el ataque mafioso. Tenía heridas tanto en su pierna izquierda, donde los tiros le provocaron la fractura del peroné, como en su pierna derecha, en la que tenía orificios de entrada y de salida, producto de impactos de proyectiles de calibre 9 milímetros y .45, cuyas vainas fueron encontradas en el lugar donde el abogado fue acribillado.
A pesar de que había experimentado una leve mejoría que le permitió incluso recibir a sus familiares, sufrió una falla cardíaca letal.
Un auto identificado
De acuerdo al portal de noticias entrerriano 03442, en el momento de la balacera –que ocurrió el martes pasado, a la noche– un Fiat Siena gris con al menos cuatro ocupantes estacionó en la esquina de Rivadavia y Doctora Ratto, a una cuadra del estudio de Peluffo.
Dos de los delincuentes bajaron armados con sendas pistolas y luego de dar un largo rodeo por la manzana (por Doctora Ratto hacia República de Chile, para luego girar en Malvar y Pinto), llegaron hasta donde se encontraba el abogado penalista, que era conocido por ejercer la defensa de personas ligadas al mundo del delito. Luego de dispararle hacia las piernas desde muy cerca, salieron a la carrera y completaron la vuelta a la manzana para subir al auto en la esquina siguiente y escapar de la zona.
En el lugar del ataque, en el barrio La Concepción, trabajaron efectivos de la División de Investigaciones y Criminalística. Encontraron vainas servidas de dos calibres.
La fiscal Seró ordenó tres allanamientos en los barrios 25 de Mayo, Malvinas Argentinas y La Concepción; en uno de ellos se secuestró un Fiat Siena color gris que, se sospecha, pudo haber sido el que usaron los autores del ataque.
También se incautaron ropa y celulares, que a partir de hoy serán analizados por el gabinete de peritos informáticos. Por el momento, la causa está caratulada como homicidio agravado por el concurso premeditado de dos o más personas.
Según el medio local La Calle, Seró le solicitó a la jueza de Garantías Melisa Ríos que libre la orden de detención para “una persona que reúne elementos de autoría” en relación con el homicidio de Peluffo. Según fuentes de la investigación, se trataría del dueño del Fiat Siena.
La fiscal Seró y el cuerpo de investigadores policiales que la asiste están convencidos de que la mecánica del hecho y los movimientos de los sicarios denotan una planificación del ataque.
No se descarta que quienes ejecutaron el homicidio sean solamente la “mano de obra” criminal y que el asesinato haya sido encargado por alguien que no estuvo en la escena del hecho.
La causa está caratulada como homicidio agravado por el concurso premeditado de dos o más personas.
Aprietes e incidentes en el último debate
El abogado fue baleado seis días después de que cuatro de sus defendidos fueron hallados culpables en un juicio por jurados que se realizó en la Casa del Bicentenario de la ciudad de Colón y que mantuvo en vilo a toda la población de Villa Elisa, de donde era oriunda la víctima, ya que el debate se pudo seguir en vivo y en directo a través de Internet, lo que prácticamente paralizó las actividades de aquella localidad del este entrerriano.
En la última audiencia de ese proceso, a la tensión propia de la expectativa por el fallo se le sumó un hecho preocupante: por primera vez desde que se realizan juicios por jurado en Entre Ríos, uno de los jurados debió ser reemplazado por haber sido amenazado de muerte antes de la votación.
Según publicó el portal de noticias 03442, uno de los jurados recibió intimidaciones de personas que le hablaron en nombre de uno de los imputados –no trascendió quién– para favorecerlo en la votación en la que el pleno de ciudadanos debía dar el veredicto.
Ante la gravedad del episodio (que será investigado ahora por la Justicia de instrucción), el juez técnico, Rubén Chaia, resolvió separarlo y reemplazarlo por el primer jurado suplente.
Con la nueva conformación, el jurado popular declaró, por unanimidad, culpables a los seis acusados: los cuatro defendidos por Peluffo, Rosendo Larrosa y Raúl Grantón, que habría sido quien obtuvo el dato de que el ingeniero Pascual Viollaz tenía una fuerte suma de dinero en su casa y, en función de esa información, habría coordinado el cruento golpe.
Antes del veredicto, además, hubo un fuerte cruce entre dos de los asistidos por Peluffo. Fue cuando Herrlein –que significa “señorito” en alemán– le recriminó a los gritos a Andrea Elizabeth Amaro por haberlo delatado.
Peluffo fue baleado en la puerta de su estudio del barrio La Concepción dos días antes de la audiencia de cesura en la que sus defendidos y los otros dos acusados iban a saber cuánto tiempo deberán pasar en prisión por el asesinato de Viollaz, que tenía 80 años y fue asaltado en el 25 de mayo de 2020 por una banda que lo torturó antes de robarle una millonaria suma, producto de su actividad como productor agropecuario.
La banda coordinada por Grantón llegó hasta la puerta de la casa de Viollaz, en Boulevard Churruarín al 400. Uno de los delincuentes llamó a la puerta con una caja en la mano: le dijo a Viollaz que era un regalo de su hermano. El ingeniero cayó en la trampa y abrió.
Lo ataron, lo golpearon y le pusieron una bolsa en la cabeza (el llamado “submarino seco”) para que dijera dónde estaba la plata. Habló, pero no soportó los tormentos recibidos y murió.
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