Masacre en Monte: peritan los celulares para develar cómo y por qué empezó la persecución
Técnicos de la Procuración General analizan el contenido de los teléfonos de las víctimas y de los 12 policías imputados; revisarán también contactos en redes sociales
Los investigadores de la masacre de San Miguel del Monte comenzaron a revisar 16 teléfonos celulares secuestrados a las víctimas y a los policías bonaerenses que persiguieron y dispararon al Fiat 147 en el que viajaban cuatro adolescentes de 13 y 14 años y un joven de 22.
Además, el fiscal Lisandro Damonte envió oficios a las empresas controlantes de las redes sociales Facebook e Instagram para que remitan toda la información de los perfiles de las víctimas y de los 12 policías acusados por la masacre. Mientras, ya comenzó a preparar los pedidos de prisión preventiva. En tanto, la jueza de Garantías Marcela Garmendia rechazó los pedidos de excarcelación presentados por las defensas de los doce policías y el secretario de Seguridad local, Claudio Martínez.
Pasadas dos semanas del hecho, los investigadores esperan encontrar en los teléfonos algún elemento que permita establecer el motivo que llevó a los efectivos de la comisaría de San Miguel del Monte a perseguir en el barrio Montemar al vehículo conducido por Aníbal Suárez, de 22 años, que iba acompañado por cuatro menores, compañeros de segundo año del Colegio Nacional de esa ciudad.
Entre los teléfonos que comenzaron a ser revisados por los técnicos de la Procuración General bonaerense figuran los celulares de al menos tres de las víctimas, de los cuatro policías acusados de disparar y del resto de los uniformados imputados por su presunta participación en una serie de maniobras de encubrimiento para ocultar los tiros y hacer pasar como un accidente de tránsito un hecho que en realidad fue un cuádruple homicidio.
Ante la confirmación de que el celular de Camila López, una de las víctimas, dejó de tener actividad el día de la masacre, los investigadores cancelaron la búsqueda del aparato de la adolescente. Danilo Sansone, otra de las víctimas, no tenía celular, y los teléfonos de Suárez y de Gonzalo Domínguez ya fueron entregados a la Justicia.
No obstante, la atención de los investigadores estaría enfocada en los celulares de los policías, especialmente en el tráfico de comunicaciones previas y posteriores a la 1 del 20 de mayo pasado.
Los peritos intentarán obtener el contenido de los mensajes que a través de diversas aplicaciones y redes sociales intercambiaron los policías antes y después del hecho.
La revisión y el análisis de la información de los teléfonos fueron ordenados por la jueza Garmendia el 23 de mayo por pedido del fiscal Damonte. Según confiaron fuentes judiciales a LA NACIÓN, los peritajes comenzaron el jueves pasado en la sede de la Policía Judicial, que depende de la Procuración, en La Plata.
Dudas que persisten
Catorce días después de la tragedia, los responsables de la pesquisa no pudieron establecer por qué al menos dos de los 12 uniformados acusados dispararon contra el vehículo en el que viajaban cinco jóvenes desarmados e inocentes.
En los últimos días, un grupo de efectivos de la Gendarmería realizó una inspección en una casa conocida en San Miguel del Monte como "la cueva del oso". Se trata de una construcción por la que se supuso que habrían pasado las víctimas antes de que los policías comenzarán a perseguirlas. Luego de tomarles declaraciones a los vecinos, los efectivos de la Gendarmería comprobaron que nadie había entrado en esa construcción durante los últimos seis meses.
A partir de la reconstrucción del sangriento episodio realizada por los investigadores se determinó que el 20 de mayo, minutos después de la 1, una vecina del barrio Montemar llamó a su esposo, que trabajaba en una remisería, y lo alertó sobre la presencia de un auto sospechoso que daba vueltas por la zona. El hombre, a su turno, dio aviso a la comisaría local y aportó la descripción del vehículo.
Poco más tarde, el móvil conducido por el oficial Leonardo Ecilape y también tripulado por el sargento Rubén García comenzó a perseguir el Fiat 147 que conducía Suárez.
En el trayecto por la avenida Costanera, una segunda patrulla se sumó a la persecución. Se cruzó con ambos vehículos y realizó un rodeo por las calles de tierra del barrio para adelantarse al Fiat 147 e interceptarlo.
En una esquina del trayecto, el policía Mariano Ibáñez estacionó ese móvil en posición de interceptar al Fiat 147, pero debido a que el rodado no aminoró la marcha lo corrió de lugar. En ese momento, según surge de la reconstrucción del hecho realizada por los investigadores, se produjeron los primeros disparos contra el auto en el que viajaban los cinco jóvenes.
El suboficial Manuel Monreal disparó tres tiros contra el Fiat 147. Los peritajes confirmaron que el proyectil hallado en el cuerpo de Gonzalo Domínguez, una de las víctimas mortales, había sido disparado por el arma de Monreal.
Las cámaras de seguridad municipales grabaron la imagen del sargento García, con medio cuerpo fuera del primer móvil, en el momento en que disparaba contra el Fiat 147. Los análisis de las vainas servidas encontradas en parte del trayecto de la persecución determinaron que García disparó al menos cuatro veces.
Camila, Gonzalo, Danilo y Aníbal fallecieron cuando el Fiat 147 chocó contra el acoplado de un camión estacionado en la colectora de la ruta 3. Rocío Guagliarello, la quinta ocupante del vehículo, sigue internada en el Hospital El Cruce, de Florencio Varela. En los últimos días registró una leve mejoría; fue operada de algunas de las fracturas que sufrió a raíz del impacto.
Su testimonio podría resultar clave tanto para echar luz sobre las circunstancias en las que se inició la persecución como para revelar si en ese breve lapso vieron a policías en alguna situación sospechosa o si Suárez comentó lo que ya dijo su familia: que policías de la zona lo habían extorsionado por causa del auto.
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