Más de 46.000 denuncias de tráfico de videos y fotos de chicos fueron registradas en 2018
Por casos de tráfico de videos y fotos de chicos fueron reportadas miles de computadoras locales
Los pedófilos solían estar aislados, pero ahora operan con el anonimato virtual, compartiendo imágenes, videos y usando el potencial comunicativo de internet que trasciende las limitaciones físicas, geográficas y temporales. Y en la Argentina la pornografía infantil es un delito que continúa creciendo, ya que en 2018 hubo 46.679 denuncias reportadas por el Centro Nacional para Niños Desaparecidos y Explotados (Ncmec, por sus siglas en inglés), de los Estados Unidos, que tiene un convenio firmado con la Fiscalía de la Ciudad e informa cada vez que descubre que desde un IP radicado en nuestro país se transmiten imágenes o videos de índole sexual que involucran a menores.
Esa cifra representa un aumento del 102% comparada con las denuncias recibidas durante 2017. Además, según informó el Centro de Investigación Judicial (CIJ) de la Ciudad a LA NACION, desde enero hasta abril de este año, ya se registraron 16.167 casos nuevos, equivalentes a unos 135 reportes por día y evidenciando que se mantiene una tendencia en ascenso. Cada año el Ncmec revisa a escala mundial un promedio de 25 millones de imágenes de menores siendo abusados globalmente.
En el caso de Ricardo Russo, el pediatra detenido por tenencia, distribución y producción de contenido de abuso sexual de menores, tenía un acceso ilimitado a niños por su trabajo en el Hospital Garrahan. La investigación que terminó con la detención del médico fue iniciada por Homeland Security Investigations (HSI), el Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, que alertó al Ministerio Público de la Acusación de Brasil sobre un IP radicado en la Argentina que compartía material sexual de niños usando la plataforma P2P eMule, monitoreada frecuentemente por agentes encubiertos de HSI, Interpol, Europol, y en países donde la legislación permite ese patrullaje en la red.
Los niños son las víctimas en casos de explotación sexual a través de internet, un delito real, no solo un crimen virtual, que además, con el creciente uso de redes online para intercambiar material, podría convertirse en uno de los mayores desafíos de las fuerzas de seguridad en los próximos años. Para entender la problemática, LA NACION habló con un exagente de HSI, Scott Torpey, quien considera que "estos depredadores no pueden detener el impulso de ver, intercambiar, almacenar y hasta producir contenido con abuso de menores".
"Durante años vi a niños pequeños, que van desde tan solo meses de vida hasta los ocho años, abusados masivamente. Hay una tendencia a este tipo de abuso y violación perpetrada repetidamente hacia niños, en general preadolescentes y en ocasiones niños con síndrome de Down y otras enfermedades. Generalmente los atrapamos, ya que estos criminales no pueden parar de intercambiar, vender o poseer miles de videos e imágenes, y en ese sentido son susceptibles y no pueden conservar el anonimato para siempre", continuó Torpey, quien supervisó a un grupo de investigación de pornografía infantil de HSI durante 12 años en el estado de Texas.
De acuerdo con datos de Interpol, el 84% de los millones de imágenes analizadas en el mundo contienen actividad sexual explícita, y más del 60% de las víctimas son preadolescentes, incluso bebés. Los delincuentes, en su mayoría, son varones (92%), que en varias situaciones de abuso se cubren la cara, pero dejan ver marcas como tatuajes o lunares en brazos y piernas que los diferencian y permiten su arresto.
Incluso en el caso de Russo, el comisionado general Carlos Gabriel Rojas, que conduce la Dirección de Prevención e Investigación de Delitos Tecnológicos de la Policía de la Ciudad, aseguró que "el detenido no aparece puntualmente en los videos, pero hay fotos y videos realizados por él con chicos de seis meses a 14 años. Hay imágenes de menores en poses sexuales, poner a un menor desnudo ante una cámara es un abuso".
Torpey, por su parte, aseguró que la cooperación entre países es fundamental para abordar la problemática, dado que la tecnología es "un objetivo en movimiento", que continúa surgiendo en lugares inesperados y nuevos. Por ejemplo, en los casos de livestream, donde un pedófilo abusa sexualmente de uno o varios niños en tiempo real y otros lo pueden ver desde cualquier lugar del mundo, el problema con esta tecnología en vivo es que, una vez que se termina la transmisión, el video desaparece, evadiendo una serie de marcadores digitales que las autoridades policiales incorporan en el contenido ilegal para atrapar a las personas que lo descargan, comparten o guardan.
Esto es algo que las Naciones Unidas llama un "crecimiento alarmante de nuevas formas de explotación sexual infantil online".
"Son situaciones difíciles que solo se pueden abordar con agentes encubiertos que interactúan directamente con los pedófilos, rastrean criptomonedas si hay comercio de material y buscan identificar y rescatar a las víctimas", explicó Torpey.
Cooperación internacional
Operativos como el de Luz de Infancia III, que decantó en la detención de Russo, confirman que quienes crean y distribuyen contenido pornográfico infantil no pueden mantener el anonimato para siempre. Es más, muchos de ellos salen a la luz gracias a la cooperación entre países, algo que el especialista norteamericano destaca como "la clave" para derribar los anillos de pedofilia online.
"Las fuerzas de seguridad -agregó Torpey- están comprometidas a proteger a los miembros más vulnerables de la sociedad de los depredadores que abusan de su confianza. Y a pesar de que traten de mantenerse en las sombras de internet, usando software para eliminar las imágenes si consideran que la policía investiga o encriptando el material de sus computadoras, las autoridades pueden obtener las imágenes de forma forense y vincularlas al sospechoso".
Definitivamente, una consecuencia imprevista de internet fue la explosión del tráfico ilícito de imágenes y videos de abuso sexual infantil. "Hemos visto caer a muchísimos pedófilos de todos los niveles de la sociedad, desde cocineros hasta maestros y profesores universitarios. Es importante que todos entiendan que el cumplimiento de la ley en estos casos es muy serio y las penas de prisión ahora son altísimas", concluyó el especialistas norteamericano.
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