Maples, gaseosas y billetes. Detuvieron a tres chicos de 10, 12 y 13 años que entraron a robar en una fábrica de pastas
Los menores son inimputables por su edad y, en consecuencia, fueron entregados a sus padres
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LA NACIONGustavo Carabajal
En lugar de concurrir al colegio se dedicaban a robar. Tienen 10, 12 y 13 años y forman parte de una banda de asaltantes que tenía en vilo a los comerciantes del barrio San Vicente, de la ciudad de Córdoba. Los tres menores fueron arrestados por efectivos de la policía provincial que los sorprendieron a pocos metros de una fábrica de pastas que acababan de asaltar.
Según fuentes policiales, los efectivos de la fuerza de seguridad llegaron al local luego de que el dueño de la fábrica de pastas se comunicara al 911 para denunciar que habían entrado en su negocio después de romper el vidrio del frente.
El comerciante detalló que los delincuentes le habían robado seis maples de huevos, siete botellas de gaseosas y 1200 pesos.
A partir de la denuncia, los efectivos comenzaron un rastrillaje en la zona y, a pocas cuadras del local, hallaron a los menores con la mercadería robada.
Debido a que los tres adolescentes son no punibles para la legislación penal argentina, luego de que se comprobaran sus domicilios, fueron entregados a sus padres a medida que se fueron presentando en la seccional donde estaban demorados.
Las detenciones de los tres chicos pusieron al descubierto que bajó la edad en la que los menores en conflicto con la ley penal cometen su primer delito. Se trata de un detalle clave si se tiene en cuenta que, en el caso del menor de 12 años de este caso, ya tiene varios ingresos en la comisaría local.
La problemática se extiende en todo el país. Aunque es más notoria en el Gran Buenos Aires, donde los menores comienzan a cometer delitos siendo cada vez más chicos.
En la zona de Puerta de Hierro, en La Matanza, las bandas narco recurren a chicos de 9 y 10 años como “soldaditos” para vigilar los puestos de venta de droga y para alertar si llega algún integrante de los grupos rivales o la policía. Los narcos usan a esos niños porque los más grandes, la mayoría de las veces, ya no están en condiciones de cumplir con esas tareas de vigilancia debido a que están intoxicados por la droga que consumen.
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