Macabro crimen: condenaron a perpetua a dos hombres por desmembrar a un niño en un ritual satánico
Mario Agustín Salto tenía 11 años cuando fue secuestrado y asesinado en una ofrenda a san La Muerte
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SANTIAGO DEL ESTERO.- Un tribunal santiagueño condenó a Rodolfo Sequeira y Miguel Jiménez a la pena de prisión perpetua, por ser los secuestradores y autores de los abusos sexuales, muerte y posterior desmembramiento de Mario Agustín Salto, el chico de 11 años que fue usado como prenda de un rito satánico en adoración a San La Muerte. Entre los demás acusados, Ramón Rodríguez fue sentenciado a 11 años de cárcel, en tanto que María Eugenia Montes, Ramón Ocaranza y Pablo Ramírez recibieron penas de tres años de prisión por encubrimiento.
Estas condenas se dieron en el juicio por el secuestro, asesinato y mutilación de Marito, como se lo conocía. El inconcebible crimen ocurrió el 31 de mayo de 2016 en la localidad de Quimilí, a unos 213 kilómetros de la capital santiagueña.
El debate oral había comenzado el 2 de diciembre pasado, con numerosos testigos y pedidos de nulidad, hasta llegar al requerimiento de condenas por parte de la fiscal de Cámara de Juicio Oral, Mariela Bitar de Papa, quien planteó que se había tratado de “un crimen en un ritual satánico en adoración a San La Muerte”. La fiscal detalló las torturas y tormentos que sufrió el niño y aseguró que “los miembros de la secta bebieron su sangre y se quedaron con partes de su cuerpo”.
Marito Salto desapareció el 31 de mayo de 2016. Salió de su casa, tomó una caña de pescar y fue con su bicicleta rumbo a la represa local, pero no se supo de él hasta el 2 de junio, cuando un vecino descubrió unas bolsas de residuos negras al costado de un camino que une Otumpa con Quimilí. El cuerpo había sido desmembrado.
Durante la etapa de instrucción hubo marchas reclamando justicia, múltiples peritajes, detenciones y autopsias, varias de ellas a cargo del Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Otro hecho saliente que tuvo la etapa de instrucción de este conmocionante caso fue la realización de pruebas de ADN a más de 3000 personas, en un hecho sin precedentes en el país.
Fueron dos perros, Halcón y Duke, de las unidades especiales K9 de las policías de Río Negro y San Luis, quienes “marcaron” varias viviendas donde luego se realizaron allanamientos y se encontraron escritos, dibujos y ofrendas a San La Muerte, con la explicación del pacto y rito satánico que terminó con la vida del niño de 11 años. Uno de los canes marcó el domicilio de Miguel Jiménez, conocido “El Terrible” o “El Brujo”.
Allí se encontró un pequeño papel, una especie de carta con un dibujo en donde se veía el tronco de un árbol sin hojas, con el número 666, conocido como el número de la Bestia que aparece en el libro del Apocalipsis. Se podía distinguir el dibujo de un niño atado, colgado de una de las ramas del árbol y, justo debajo, la figura de la balanza de la Justicia, en este caso desbalanceada, pegada al ojo en el triángulo, conocido como el símbolo de la “Providencia”, con piernas y caminando sobre un camino angosto.
Este documento fue enviado a la División de Scopometría de la Policía Federal Argentina, que lo analizó por orden de la jueza santiagueña María Rosa Falco. No obstante, para la magistrada, el mensaje que se leía debajo fue más que suficiente para imputar a Jiménez como cabeza del brutal infanticidio: “Sacrificio de Marito”, “control de la vida ritual”, “tengo su virilidad”, “San La Muerte trae la vida eterna”, “su día llegó”, “a Marito”, “su acto sexual”, “virgen” y “SU ESPÍRITU”. Todo estaba escrito así, suelto e inconexo.
El uso de los perros rastreadores fue muy cuestionado por las defensas de los acusados. Pero en su alegato, la fiscal Bitar de Papa indicó que “ninguno de los imputados está sentado hoy aquí por el olfato de los perros, sino por el cúmulo de pruebas directas que hay en su contra”. Y amplió sus fundamentos afirmando que “se trató de un crimen en ritual satánico en adoración a San La Muerte”.
El tribunal, compuesto por Alfredo Daniel Pérez Gallardo, Daniela Campos Nittinger y Luis Ariel Domínguez, analizó las pruebas y concluyó que Sequeira y Jiménez fueron los principales responsables del secuestro, muerte y desmembramiento de Marito, por lo que fueron sentenciados a prisión perpetua.
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