“Lucas era un pibe con proyectos, solidario, con ganas de recibirse y progresar”
Vecinos y amigos del estudiante asesinado expresaron su dolor y advirtieron por el aumento de los robos en el llamado barrio Naval
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El asesinato de Lucas Cancino golpeó fuerte en la sociedad. La muerte de un adolescente de 17 años en el momento de ir a la escuela causa un impactó adicional a tantos asesinatos que se repiten cada día. Sus sueños de ser ingeniero terminaron por la mortal puñalada de un delincuente. En el Barrio Naval y en su colegio de Quilmes todo era dolor. “Que pase esto te parte al medio, porque vos a estos pibes los querés ver crecer. Jugaba a la pelota con los amigos en la esquina, después se juntaban a tomar una gaseosa, pasabas con el auto y te saludaba. Seguir una carrera universitaria, estar con su abuela, todo eso se terminó”, dijo conmovido uno de sus profesores que muchas horas de clase había compartido en el Instituto Eugenio Pacelli.
“Lucas era un pibe solidario, con proyectos, buen compañero, respetuoso con ganas de progresar, con ganas de ir a estudiar. Siempre pasaba por la casa de un compañero con la bici para buscarlo, iban a la escuela, después seguían estudiando y volvía a su casa”, comentó ese docente a LA NACION.
Sus compañeros de estudios recordaron a Lucas en las redes sociales. “QEPD Lucas. Te vamos a extrañar demasiado. El Pacelli está de luto y hay que hacer justicia”, postearon, junto con una foto de su curso, con sus remeras de egresados, dentro del aula del Instituto que depende del Obispado de Quilmes, que también hizo públicas sus condolencias por la muerte de Lucas.
Los estudiantes no solo expresaron su dolor, sino que también participaron de la marcha, junto con vecinos de Quilmes, en la que se reclamó tanto justicia por ese homicidio como una mayor presencia policial en la zona para prevenir delitos.
Quienes viven en el llamado Barrio Naval marcaron que la inseguridad alcanzó allí peligrosos niveles, tal como quedó expuesto en el asesinato de Lucas. “Estábamos todos seguros de que algo así, algún momento, iba a ocurrir. Hay gente que no quiere hablar por miedo. Te da bronca, porque esto antes no se veía en este barrio”, señaló uno de los docentes que no podía creer que ya no daría clases al chico que pensaba en ser ingeniero.
En ese barrio pueden verse las señales del crecimiento del delito. Rejas reforzadas, cercos eléctricos, cámaras de vigilancia en muchas casas, todas manifestaciones del temor ante el merodeo de ladrones.
“A mi hija la llevo todos los días al mismo colegio de Lucas. Siempre me lo cruzaba, andaba orgulloso con su campera de egresados”, indicó Liliana, quien reside hace 25 años en el barrio. Y agregó: “Sinceramente, hace años esto es tierra del nadie. No hay ni una luz que funcione a la noche”.
“Los chicos siempre van en grupo a la escuela. A mi hija la agarraran cuando estaba en tercer año, le pusieron un arma en el estómago para robarle”, recordó Liliana.
Damián fue testigo del escape de los homicidas, vio como corrían luego de matar a Lucas. Pensó que solo se trataba de un robo más en la zona. “Hasta que no abrí las redes sociales y me enteré de lo que había pasado, no supe lo de Lucas. Todo el mundo tiene miedo, nadie habla, pero a la larga si no lo hacemos nos va a tocar, en algún momento”, advirtió.
Por su parte, Daniel, otro antiguo habitante del Barrio Naval, aseguró: “La semana pasada violaron a una chica a tres cuadras de acá. A mi sobrina le quebraron las dos piernas para robarle, a mi hijo le rompieron la cabeza para robarle la caja de herramientas y la bicicleta”.
Ana, otra vecina, sumó su opinión y coincidió en alertar sobre los riesgos que se encuentran en ese barrio de Quilmes. “Debe haber cinco o seis robos por día en el barrio, les roban a los chicos que van a la escuela, las mochilas siempre, los celulares. Sacaron la parada del colectivo hace 7 u 8 meses, antes paraba acá. Le roban a todo el mundo, que manden a Gendarmería, esto es un desastre. Por lo menos que pongan un destacamento o algo”.
Priscila atiende el gimnasio donde concurría Lucas, desde dos o tres años. Cuenta que era “un muy buen pibe, callado, tranquilo”, y que aún le parece increíble lo que sucedió. “Ayer vino al gym, lo atendió mi hermano y le pagó la cuota del mes. Hoy a la mañana nos enteramos del hecho porque pasó una compañera de él y nos contó llorando”, relata.
El dolor por el asesinato de Lucas se mezclaba en cada diálogo con el temor generado en la zona por delincuentes que transformaron al barrio Naval en su coto de caza.
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