Los vecinos, asustados tras un violento robo piraña: “Desarrollamos un séptimo sentido”
LA NACION realizó una recorrida por Montevideo y Vicente López, sitio donde motochorros rompieron los vidrios de un auto detenido por el tránsito para arrebatarle a su pasajera 8000 dólares que acababa de cambiar en Retiro
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En Recoleta no cesa la conmoción por el violento episodio de inseguridad del martes a las 15.30: cuatro motochorros rompieron las ventanillas de un remise en Montevideo y Vicente López para arrebatarle a la pasajera un bolso con 8000 dólares y un millón de pesos. Les demandó menos de 15 segundos alzarse con el botín y escapar por la ciclovía, de contramano, en dos motos.
LA NACION hizo hoy una recorrida por esa cuadra, en la que los vecinos siguen consternados y asustados.
Manuel “Tucán” Pereira Iraola, de 40, periodista de ESPN, dijo: “Vivo acá a dos cuadras. No está tranquila la zona. Yo creo que a la mujer la entregaron. Lo que me preocupa son mis hijos; hace unos días le robaron la mochila a un pibe. Te pueden pegar un tiro en cualquier lado. Cuando yo era chico no había problema y ahora caminás con miedo. Hay presencia policial, pero a la noche baja. Hay que andar con cuidado”.
Una mujer de 68 años, que prefirió el anonimato, sostuvo: “Me enteré por el grupo de WhatsApp de vecinos. La vendieron, pobre mujer. No hay un cana, acá. Los que están, están mirando el celular. Yo ya no salgo de noche”. En línea similar, otra vecina mayor, dijo, de forma concisa y vehemente: “Está todo re mal”.
Al mediodía había unos tres policías trabajando en la zona y un patrullero circulando. Los vecinos se movían como lo hacen habitualmente, pero en estado de alerta, todavía alterados por lo sucedido.
María Marta, empleada de Escalada Propiedades, de 71 años, opinó distinto en cuanto a la inseguridad real en la zona Pero igualmente es precavida: “No suelen pasar estas cosas, pero por precaución yo directamente no saco el celular cuando estoy en la calle”.
Juan, un vecino parisino de 75 años, dijo: “Lo vi en la televisión. Fue muy rápido. Hay muchos cambistas acá en el barrio; la realidad es que, si no tenés cuidado, te marcan. Pero acá es muy seguro, no pasa nada. Esto puede pasar en cualquier lado del mundo, tranquilamente podría pasar en París”.
Solange tiene 20 años y es empleada de la florería Castellani & Castellani, sobre la calle Montevideo, al lado de donde sucedió el robo. Ella va a trabajar todos los días desde Pilar, donde vive: “Me robaron dos veces acá en el barrio. La bicicleta hace dos meses y el celular, hace tres. Tenía la bici con doble candado en el poste, afuera del local, y se la llevaron en un minuto. Me di vuelta para cortar unas flores y cuando volví a mirar ya no estaba. El robo de mi celular fue mientras hablaba por teléfono en la vereda. A mi jefa le pasó lo mismo hace poco tiempo. También nos robaron un banco que teníamos afuera del local”.
Cuando LA NACION le preguntó si había hecho la denuncia, respondió: “Fui y me dijeron que tenía que esperar cuatro horas para hacerla. Me fui porque no pensé que valía la pena esa espera. El sistema es lento, sentís que es en vano. Con el celular ni me gasté”.
Solange recordó que a otro joven lo asaltaron de forma similar hace pocos meses, en la misma esquina: “Fue igual. La policía mucho no hace. Al no tener rejas en el local estamos más expuestas. Siempre tenemos la puerta cerrada. Hay que tomar recaudos”.
Juan, de 40 años y encargado de un edificio de la cuadra, se mostró frustrado: “Es una zona liberada, esta. Siempre hay motochorros. Vengan en dos o tres días a ver si siguen acá los dos o tres policías que hoy hay en la zona. La gente anda asustada, se siente mucho la inseguridad”.
Otra mujer, de 80 años, que regresaba de hacer compras, no tuvo reparos y fue lapidaria: “Qué les puedo decir que ustedes ya no sepan. Es vergonzoso vivir en este país. Es un desastre”.
“Me mandaron los videos a un grupo de WhatsApp. Después lo leí en el diario. Hace tiempo que tomo precauciones. Relojeás. Mirás. Uno desarrolla un séptimo sentido. Justo que la policía no estaba en el momento [del robo piraña a la mujer], es raro... Te entregan, es así”, dijo Ignacio, de 61.
Eduardo, de 68 años y vecino de toda la vida, es marino mercante. Afirmó: “Se afanan los picaportes de bronce. Pusimos de madera, de plástico, cualquier cosa. Siempre tenés que mirar veinte metros para adelante. Relojear. Hoy está muy iluminado y eso ayuda mucho. La realidad es que la suerte es loca. Me gustaría salir a la calle sin miedo de que me roben y tener algo similar a Europa en cuanto a calidad de vida. Acá solo tenés calidad de vida puertas adentro, pero hacia afuera, no”.
Bárbara, de 33 años, dijo a LA NACION: “Tengo miedo. Están robando a más no poder. Muchos celulares. Aseguré mi computadora porque me da miedo de que me la roben. Después de lo de Mariano Barbieri [el ingeniero civil asesinado en la plaza Sicilia, de Palermo] mejoró la presencia policial por acá, pero lo del martes me enteré en la Plaza Vicente López por otra mamá que me contó cuando llevé a mi hijo a jugar. Ahora salgo sin cartera, con la tarjeta y las llaves de casa, nada más”.
Mercedes, de 32 años, empleada de Nucha, dijo: “Entran mucho a vender, y a veces roban celulares. Entran unas tres veces por día a ofrecer cosas. Apoyan sus bolsas en las mesas de clientes y se roban los celulares”.
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