Los síntomas de la emoción violenta
La emoción violenta es como una gran ola que irrumpe y arrasa con todo lo que encuentra a su paso, incluso la razón y el juicio crítico de quien actúa por ella. La ira enceguece a la persona, tenga o no antecedentes de conducta violenta; estalla ante una situación que actúa como gatillo y que es percibida como traumática, alarmante y sorpresiva, logrando inhibir el pensamiento, y aparece el desborde de violencia por emoción.
Factores de riesgo como un tratamiento psiquiátrico no monitoreado, desempleo de larga data, separación amorosa traumática, pobre control de los impulsos, ausencia de empatía, minimización o negación de la violencia ejercida o padecida son factores explícitos que, juntos y combinados con otros, serían el resorte necesario para precipitar la inminencia del riesgo.
Algunos expertos señalan que el mejor predictor de la violencia futura es el comportamiento violento anterior. Ante una situación de alto riesgo surge la orden de restricción judicial, una medida de urgencia que lleva implícita una predicción basada en la experiencia, los conocimientos técnicos y la calidad de los hechos que la fundamentan. Tiene por finalidad el control de esta conducta, protegiendo la seguridad y bienestar de las víctimas; es una herramienta de prevención.
Más allá de todo esto, colocar frente a frente a una mujer y a un hombre cuando para una de las partes la otra pasó a ser el enemigo depositario de odio con una orden de alejamiento previa y en un contexto que no sea el adecuado elevaría el riesgo que buscaba evitar aquella medida cautelar.
El menoscabo moral denunciado por Claudia Schaefer es un factor que demuestra que fuera del círculo familiar ya no importaba quién presenciara la magnitud de lo que allí ocurría. El perfil de la víctima y su cuerpo con la cantidad, profundidad y localización de las lesiones de ataque y defensa, el arma de oportunidad y el contexto, duración y lugar del ataque, entre otras cuestiones- son importantes para reconstruir la dinámica de la interacción víctima-victimario-lugar del hecho para reconocer si el acto fue espontáneo o premeditado.
Los psicólogos y psiquiatras forenses explorarán la personalidad del victimario (la estructura del yo, la tolerancia a la frustración, modos de relación vincular) para valorar si el derrumbe fue momentáneo.
La autora es diplomada en Criminología
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