Los secretos del Alquimista y de la banda que mandaba “mulas” a Europa para buscar valijas cargadas de éxtasis
La red narco era manejada desde la cárcel de Villa Devoto por Ignacio Actis Caporale, alias “Ojito”, que ya cumple una condena de 13 años de prisión por traficar cocaína en encomiendas
- 9 minutos de lectura'
No se rinde. A pesar de que en cada “emprendimiento” es descubierto, él insiste. En marzo de 2021 había recibido una pena de nueve años y medio de prisión al ser considerado el jefe de una banda narco. Antes de ser juzgado, mientras estuvo prófugo de la Justicia y con una identidad falsa, se dio el lujo de competir en carreras de autos en el Autódromo Oscar y Juan Gálvez, en la ciudad de Buenos Aires. Por “estímulos educativos” consiguió la libertad condicional y, una vez en la calle, se dedicó a “contaminar encomiendas con cocaína” para mandar a España. Fue atrapado y, en un juicio abreviado, le fijaron una condena de 13 años de cárcel por los delitos de asociación ilícita y contrabando de estupefacientes.
Ahora, Ignacio Actis Caporale, conocido por su apodo de Ojito, fue procesado como parte de una organización que mandaba a Europa “mulas” para buscar valijas cargadas con éxtasis. El plan criminal lo ejecutó mientras estaba detenido en el penal de Villa Devoto.
Así surge de una resolución firmada por el juez en lo penal económico Pablo Yadarola, magistrado que también estuvo a cargo del expediente donde Ojito Caporale fue investigado y condenado por mandar encomiendas con cocaína a España.
La investigación por la que ahora fueron procesados Caporale y una veintena de imputados, de la que participaron el fiscal en lo económico Jorge Dahl Rocha, la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), conducida por Diego Iglesias, y detectives del Departamento Operaciones Federales de la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la Policía Federal Argentina (PFA), comenzó el 9 de noviembre pasado cuando, durante un control de la Aduana, fueron descubiertos casi 14 kilos de éxtasis que estaban ocultos en las valijas de un joven, de 20 años, y de una mujer, de 50, quienes aterrizaron en el aeropuerto de Ezeiza en un vuelo de la línea aérea Air France.
Las dos “mulas”, como se llaman a las personas usadas por bandas narcos para intentar traficar estupefacientes, ya sea con la droga oculta en el equipaje o dentro de sus cuerpos, habían sido reclutadas en Sancti Spiritu, un pequeño pueblo del sur de Santa Fe donde viven 3400 habitantes.
Según surge del expediente judicial, al que tuvo acceso LA NACION, las dos “mulas”, cuyas identidades se mantienen en reserva, llegaron desde Santa Fe a la ciudad de Buenos Aires el 25 de octubre pasado y se alojaron en un hotel situado a pocas cuadras de la Facultad de Medicina. Tramitaron los pasaportes en el aeropuerto internacional de Ezeiza y, cuatro días después, volaron hacia Bruselas, en Bélgica, previa escala en París, Francia.
Las dos jóvenes estuvieron en Bélgica hasta el 8 de noviembre pasado, donde les habrían entregado las valijas con el éxtasis. El equipaje que habían despachado cuando salieron de la Argentina lo dejaron abandonado en la habitación del hotel donde estuvieron alojados.
La clave para avanzar sobre Ojito Caporale, de 35 años, y los dos otros supuestos organizadores del plan criminal, identificados por fuentes judiciales como Eric Gualpa, de 29, y Fabio Miguel, de 46 y apodado Gordo o Gitano, fue la información que surgió a partir del teléfono celular secuestrado en poder de una de las “mulas”, donde “surgió que las personas agendadas en la agenda del móvil como Fs, Papi y Alquimista, fueron algunos de los ideólogos del viaje y del intento de contrabando de droga sintética”.
Según la resolución del juez Yadarola, a la que tuvo acceso LA NACION, el contacto agendado como Alquimista, una línea telefónica española, sería el proveedor de los 13 kilos 800 gramos de éxtasis secuestrados en el aeropuerto internacional de Ezeiza.
“El contacto agendado como Alquimista organizaba y controlaba todos los movimientos que realizan las dos ‘mulas’ durante su estadía en Europa, siendo el nexo entre ellas y terceras personas que les suministraban dinero y les entregaron las valijas con la sustancia estupefaciente”, sostuvo el juez Yadarola al procesar a Caporale, Miguel y Gualpa.
El magistrado citó una serie de chats donde se evidenció el rol que llevó adelante la persona agendada como Alquimista. “Le digo a la gente que te lleven las maletas a las 6″, “Las viejas [por las valijas] las dejás ahí en el hotel, en la habitación”, “Baja tu solo por las maletas” y “¿Las maletas viejas las dejaste en la habitación?”, fueron algunos de los mensajes que recibió la “mula” de su interlocutor o interlocutora.
Hasta el momento, los investigadores no pudieron ponerle nombre y apellido al Alquimista, sí sospechan que vive en Europa. Sí, pudieron identificar a Fs y Papi. Para la Justicia, esos dos contactos que estaban agendados en el móvil de la “mula” era Ojito, según el expediente judicial. Caporale, en ese momento, estaba detenido con prisión preventiva en la cárcel de Villa Devoto, a la espera del juicio por el caso del contrabando de cocaína en encomiendas.
Según el fallo del juez Yadarola, desde las líneas telefónicas usadas por Caporale se le enviaron a una de las “mulas” una fotografía de los pasajes de avión, “una captura relacionada con el periplo que debían realizar en el continente europeo, en la que se observa un trayecto entre París, Bruselas y Ámsterdam” y, además, hubo una serie de comunicaciones que llegaron a durar diez minutos, conversaciones que sucedieron cuando los sospechosos estaban en Europa.
Las “mulas”, según el expediente judicial, las habría contactado Gualpa, quien es oriundo de Sancti Spiritu y que conoció a Caporale cuando estuvo alojado en el penal de Villa Devoto.
Después, todo lo coordinó Caporale desde su calabozo. Como si fuese un gerente se encargó de todos los trámites y la logística que necesitaban las “mulas” que debían buscar las valijas con la droga sintética. Planificó hasta el más mínimo detalle, como conseguir el remisero que los lleve desde el hotel hasta el aeropuerto, la entrega de 1000 euros para gastos y 200.000 pesos para pagar el trámite del pasaporte exprés.
Los pasajes los había comprado por una recomendación que le había dado otro preso, con una amiga que vendía tickets de manera freelance. Las mulas viajaron a París, luego a Bruselas, donde en un hotel les entregaron las nuevas valijas con la droga camuflada, y como último tramo los Países Bajos, desde donde desde allí volvieron.
Caporale, para coordinar todo, necesitaba tener una fluida comunicación. Problemas para tener teléfonos celulares y contactarse con las “mulas” y demás colaboradores no tuvo. Así lo demuestra los resultados de los allanamientos hechos por la PFA en el pabellón de la cárcel de Devoto, dependiente del Servicio Penitenciario Federal (SPF), donde estuvo alojado: en un operativo ordenado por el juez Yadarola el personal policial secuestró 47 móviles, al otro día volvieron y secuestraron 18.
“Corresponde adelantar que la intervención de Actis Caporale, Miguel y Gualpa en el hecho de tentativa de contrabando que forma parte del objeto procesal, consiste en haber organizado las actividades ilícitas vinculadas al viaje de las J. N. T. y L. E. G [las dos mulas] al continente europeo, articulando -juntamente con otras personas- los medios necesarios con la finalidad que estos últimos materializaran la importación de los 13.811 gramos de MDMA/éxtasis provistos en el continente europeo; ello, en base a las actividades desarrolladas por los nombrados para captar personas, proveer instrumentos, disponer y facilitar contactos, financiar eventos”, se sostuvo en el fallo, firmado por el juez Yadarola y el secretario penal Damián Mazzucco.
Como se dijo, al iniciar la investigación, Caporale estaba preso por la causa del contrabando de cocaína oculta en encomiendas, causa investigada por la fiscal María Gabriela Ruiz Morales. Llegó a Devoto el 24 de abril de 2023. Nacido en Santa Fe el 23 de septiembre de 1988, se ganó el apodo de Ojito por sus ojos claros.
Fue quien más complicó con su declaración como arrepentido al excomisario Alejandro Druetta, un hombre que fue cercano al gobernador Maximiiano Pullaro.
Caporale tenía una habilidad para camuflarse, y además tener los contactos para que no lo detuvieran. Su confianza en sí mismo llegó a tal punto que se confió y llegó a competir en carreras de autos con un nombre falso. Un rasgo de su perfil criminal es que en ninguna causa se detectó que usara la violencia como sus pares rosarinos. Su estilo, además, es usar como cómplice gente “limpia” sin antecedentes.
Fue acusado de ser uno de los proveedores más grandes de estupefacientes de Rosario, donde nutría de cocaína y drogas sintéticas a búnkeres diseminados en los barrios Alberdi, La Cerámica y Casiano Casas. Pero nunca pudo ser detenido en ese momento, porque cuando fueron apresados en 2012 nueve miembros de la organización, Ojito se escurrió de los detectives de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA).
Ojito se escapó. Alguien de la banda le alcanzó a avisar y cuando el vuelo proveniente de Bogotá –había viajado al Caribe- hizo escala en Lima se bajó del avión.
Los efectivos de la PSA que lo esperaban en el aeropuerto de Ezeiza se quedaron con las manos vacías. Solo estaba su novia, una joven modelo que era promotora en las carreras de automovilismo donde Ojito competía.
Cuatro días después, el joven ingresó de manera legal en la Argentina por un paso fronterizo con Brasil, pero como no había llegado la comunicación de la orden para detenerlo, nadie sabía que tenía pedido de captura internacional.
Desde ese momento muy poco se supo de Caporale, un muchacho de clase media alta que vivía en el centro de Rosario y que proveía a los distribuidores de droga del norte y noroeste de Rosario. En noviembre de 2013, tras un seguimiento que hizo la policía de Santa Fe, detectó que Ojito tenía pensado ir a buscar a su novia a la terminal de ómnibus de Retiro, en Buenos Aires. Se montó un operativo para detenerlo, pero al detectar a los uniformados logró escabullirse entre la multitud y desaparecer hasta que el 18 de diciembre de 2016 fue detenido por la PSA en medio de una carrera de autos en el Autódromo Oscar y Juan Gálvez, de la ciudad de Buenos Aires, donde competía con una identidad falsa. Pero luego salió con libertad condicional y empezó otra vez, según la investigación, con nuevas aventuras en el mundo narco, esta vez, con el contrabando de cocaína a España en encomiendas, y ahora desde la cárcel, con la compra de drogas sintéticas.
Temas
Otras noticias de Narcotráfico
Más leídas de Seguridad
“Le falló su mente”. La polémica frase de la madre del femicida de la influencer cordobesa Catalina Gutiérrez
Infancia en peligro. Desde su celda un preso condenado a 50 años de cárcel manejaba una red de pedófilos
San Isidro. La Prefectura Naval secuestró una "lancha voladora" cuando hacía maniobras peligrosas
Histórico. La Nación acordó traspasar a la Ciudad las unidades del Servicio Penitenciario con jurisdicción en la Capital