Luis Medina tenía un cuadro en su oficina con la figura de Scarface; era uno de los narcos más importantes de Rosario, pero la mataron cuando viajaba en auto con su pareja; el doble crimen disparó una sucesión de homicidios de testigos y hasta del supuesto sicario, mientras que el Poder Ejecutivo de la época buscaba acceder al contenido de la notebook del traficante
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Luis Medina admiraba a Tony Montana, el narcotraficante que era el personaje central de Scarface. Tan intensa era esa admiración que colgó en su oficina un cuadro de Al Pacino caracterizado como el protagonista la mítica película cuando compró la franquicia para instalar en Rosario una sucursal del boliche Esperanto. También bautizó Scarface al lujoso yate que compró y tenía amarrado en una de las guarderías de Rosario.
Hace ocho años, Medina, acusado de ser uno de los narcotraficantes más importantes de Rosario, fue asesinado de 18 balazos, cuando circulaba en el Citroën DS3 de su novia por la autopista Circunvalación. A su pareja, Justina María Pérez Castelli, modelo y exnovia de un centrodelantero de Newell’s, le dispararon cuatro balazos.
Ningún sospechoso fue condenado o detenido por el doble homicidio ocurrido el 29 de diciembre de 2013, a las 6. La Justicia abonó la hipótesis que apuntaba a otro capo narco rosarino, Esteban Lindor Alvarado, como presunto instigador del doble crimen.
Un supuesto sicario conocido como Darío “Oreja” Fernández habría sido uno de los autores materiales del doble homicidio. Sin embargo, los fiscales nunca encontraron pruebas para condenarlo.
La única condenada por el caso fue la de la jueza que estaba de turno en el momento del doble asesinato, pero en lugar de estar en Rosario, tal como era su obligación, se fue a pasar el fin de año a Cariló. Esta ausencia favoreció el operativo de encubrimiento pergeñado desde un sector del Poder Ejecutivo de la época en Santa Fe, que quería borrar todos los elementos que lo vincularan con Luis Medina. Esos funcionarios políticos abonaron la presunción de que las pruebas que fundaban esa relación estaban en la computadora portátil del narco asesinado.
Seis muertes impunes
En el caso de Darío “Oreja” Fernández, aunque aparecieran elementos o testigos que demuestren que fue el autor material del doble crimen, nunca podrían someterlo a juicio porque fue asesinado. El cuerpo del gatillero fue hallado con un balazo en la cabeza en el barrio Rucci. Según fuentes policiales, el cadáver tenía signos de haber sido sometido a torturas y presentaba un corte en una oreja.
También fueron asesinados el comisario que tuvo a su cargo el peritaje de la computadora portátil de Medina. A Guillermo Morgans lo mataron de un balazo en la frente durante el asalto contra el comercio de su hijo. Morgans había cuestionado la presencia e irrupción de funcionarios del Poder Ejecutivo de Santa Fe en el procedimiento en el que se secuestró la notebook.
El homicidio del comisario ocurrió un día antes de que declarara como testigo ante los diputados que integraban la Comisión Investigadora debía analizar la responsabilidad de funcionarios del gobierno provincial en los allanamientos ilegales para secuestrar la computadora de Medina.
Gustavo Castelli, el padre de la novia de Medina, fue otra víctima colateral del doble homicidio. Lo mataron de dos balazos en el puesto de venta de sandwiches que tenía en la colectora de la autopista Circunvalación.
El 1 de septiembre de 2014, ocho meses después del crimen de Medina, una lluvia de balas segó la vida de quien era su socio, Germán Tabo. A las 21.30, dos hombres bajaron de un Renault 12 que habían estacionado frente a la concesionaria de Tabo, a menos de una cuadra de la Jefatura de Policía, y lo acribillaron de siete tiros en la puerta del local.
Los seis asesinatos quedaron impunes. Nunca hubo detenidos ni condenados por esos crímenes.
El narco millonario y su preciada Mac
Luis Medina no era un narcotraficante más en Rosario. Era millonario. Tan importante era su poder que, sus vínculos con el narcotráfico salieron a la luz a partir del momento en que lo mataron. Su exmujer era Daniela, la hermana de René “El Brujo” Ungaro, exaliado del clan Funes y recientemente condenado por narcotráfico. Aplicó una metodología en la que combinó la administración empresarial y los códigos del delito para crear una red de firmas con fachadas de legalidad con las que canalizó el dinero proveniente de la venta de drogas.
Así desarrolló su agencia de venta de automóviles -Lume, en Pellegrini 5500- y fundó otras empresas que tuvieron como objetivo presentarlo como un hombre de negocios y no como un narcotraficante.
Pero el capital más importante de Medina estaba guardado en su computadora portátil. Durante varios años, Medina logró forjar una red de protección policial que le permitió desarrollar con inusitada velocidad su cadena de distribución de droga. Aparentemente, esa protección no terminaba en los uniformados, sino que incluía nombres de políticos provinciales.
Esta sospecha se fundó en una serie de irregularidades registradas a partir del hallazgo de los cadáveres de Medina y de su novia, al costado del Citroën deportivo rojo, en un zanjón de Circunvalación y Mendoza. No pasó inadvertido el llamativo interés que despertó entre los funcionarios más importantes del Poder Ejecutivo de Santa Fe de esa época la obtención de la computadora portátil de Medina. Ese interés se convirtió en necesidad y urgencia cuando un grupo de investigadores policiales allanó sin autorización la habitación 241 del hotel Pullman, situado en el mismo predio del casino City Center, donde se alojaban las víctimas.
Esa conducta se repitió en el frustrado operativo realizado por policías de Santa Fe que intentaron allanar la casa que Medina alquilaba en un country del partido bonaerense de Pilar. Fuera de su jurisdicción y sin autorización judicial, los detectives que pretendían irrumpir en la lujosa vivienda de Medina fueron frenados en la puerta de barrio cerrado por personal de seguridad que alertó a los efectivos de la policía bonaerense.
Medina temía volver a Rosario, por eso se había asentado en el country de Pilar. El día que lo mataron no le había quedado más remedio que regresar a su ciudad: tenía que firmar la escritura de la venta de una casa en el barrio de Fisherton. Se había alojado en el hotel Pullman porque le daba miedo quedarse en alguna de sus propiedades. Pero lo acribillaron a metros del City Center.
Un expediente que quemaba
La jueza que estaba de turno la noche del doble homicidio terminó condenada a un año de prisión por incumplimiento de los deberes del funcionario público: se había ido de vacaciones a Cariló cuando debía estar trabajando en Rosario.
La magistrada que se hizo cargo de la causa en reemplazo de su colega, negó haber firmado órdenes de allanamientos presentadas por policías para justificar irrupciones en domicilios y oficinas de Medina.
En tanto, la tercera magistrada que tuvo el caso, consideró que la investigación para determinar las responsabilidades de funcionarios provinciales en el secuestro irregular de la computadora portátil de la víctima debía estar a cargo del Ministerio Público porque cuando se habría cometido el delito comenzaba a estar en vigencia la ley que modificó el Código de Procedimientos que dispuso que los fiscales eran los directores de las investigaciones y los magistrados actuarían como jueces de Garantías.
Así, la investigación se diluyó y, cuando los dos funcionarios del área de Tecnología del Poder Ejecutivo de Santa Fe lograron hacer una copia de archivo del contenido de la computadora de Medina, el interés del gobierno por el doble homicidio se terminó.
No obstante, el caso se politizó. A instancias de legisladores de la oposición se formó una Comisión Investigadora del doble crimen. Allí declararon todos los policías y funcionarios judiciales que manipularon la computadora de Medina entre el 29 de diciembre de 2013 a las 16, hasta el 30 de diciembre a la noche, cuando la notebook fue recibida por la Justicia.
Al menos dos policías coincidieron en que dos funcionarios del Poder Ejecutivo manipularon la computadora, con la excusa de desbloquear la contraseña. “La clave de acceso no era ningún secreto. Me había dado cuenta de que la contraseña era ‘SIUL’, que significa ‘Luis’ al revés. Así que era falsa la justificación que dieron ambos funcionarios para revisar la notebook”, explicó una perito ante la Justicia y frente a los legisladores de la Comisión Investigadora.
Ninguno de los funcionarios del Poder Ejecutivo que entorpecieron la investigación del doble crimen fue sometido a un proceso penal. Según consta en el expediente, el informe sobre la computadora portátil de Luis Medina que realizaron los técnicos de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) concluyó que no se borró ningún archivo. No obstante, los peritos sostuvieron que encontraron signos de que se habrían realizado copias de claves y capturas de pantalla. El análisis realizado por los técnicos de la PSA indicó que la notebook fue manipulada de forma remota, ya que se habían obtenido las claves del mail.
Uno de los testigos convocados para declarar ante los legisladores de la Comisión Investigadora fue el mencionado Morgans, quien se desempeñaba como jefe de Unidades Especiales de la policía de Santa Fe. Nunca llegó a declarar. El día anterior a su presentación en la Legislatura provincial fue asesinado de un balazo en la cabeza.
Según fuentes judiciales, el homicidio del comisario Guillermo Morgans no estuvo relacionado con su convocatoria a declarar como testigo para que relate la cadena de irregularidades que observó en las primeras horas posteriores al doble homicidio y con el secuestro ilegal de la computadora portátil de Luis Medina. Ninguno de los delincuentes que entró a robar en el negocio del hijo de Morgans fue detenido. El asesinato del jefe policial y los homicidios de Luis Medina, Justina Pérez Castelli y su padre, Gustavo Castelli, el socio del Tony Montana rosarino, Germán Tabo, y el del supuesto sicario Darío “Oreja” Fernández, siguen impunes.
Esteban Lindor Alvarado, competidor de Medina, habría sido el principal beneficiado por el doble homicidio. Según fuentes judiciales, Alvarado habría heredado la red de protección policial para sus búnkeres de venta de droga, lo que habría derivado en un aumento exponencial del volumen de los estupefacientes que se traficaban. Alvarado nunca fue procesado condenado por los homicidios de Medina y de su novia.
El asesinato del Tony Montana rosarino y de su novia modelo sigue impune, con pruebas borradas y testigos silenciados a balazos.
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