“Lo conocemos y es agresivo”: El sospechoso del buzo rojo acusado del crimen del ingeniero civil ya merodeaba la zona del Malba
Lo afirmó hoy un empleado del Museo, que dijo que solía pedir dinero en las inmediaciones del Paseo Alcorta, y que “ranchean” dos o tres días en un lugar hasta que los echa la policía, y regresan
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En las inmediaciones del Museo de Arte Latinoamericano (Malba), del shopping Paseo Alcorta y de la Plaza República del Perú, al “sospechoso del buzo rojo”, señalado como presunto autor del homicidio del ingeniero civil Mariano Barbieri, lo tienen visto. Y no con buenos ojos: en esa zona de Palermo Chico lo conocen... y le temen.
Un empleado del Malba afirmó a LA NACION: “Si es como dicen, que andaba con un buzo rojo puesto, efectivamente paraba acá a ‘ranchear’. Solía ir a manguear afuera del Carrefour [del Paseo Alcorta] y muchas veces mangueaba a los automovilistas que estacionan sobre la calle Martín Coronado. Es agresivo y suele andar encapuchado” dijo Franco.
La misma persona agregó: “La plaza está iluminada, pero ni las luces alcanzan para salvarte, hoy en día”.
Jorge, empleado de seguridad de un edificio de condominios cuya finalización está a punto de concluir, situado sobre Martín Coronado, entre Salguero y San Martín de Tours, amplió: “Hay ‘trapitos’ que pasan los domingos acá en Martín Coronado cuidando coches. Pero además están los que ‘ranchean’ dos o tres días de corrido al lado del Malba. Y siempre pasa lo mismo: la policía los saca, pero pronto regresan”.
Al momento de la recorrida de LA NACION no había ninguna persona en situación de calle en la plaza, aunque sí había rastros sobre el pasto y los adoquines de un eventual acampe reciente, sumado a un gran tránsito de cartoneros por las calles que rodean al parque.
La retirada de las personas en situación de calle en la plaza República del Perú podría estar relacionada con las lluvias del fin de semana, ya que cuando hay mal tiempo, suelen irse, según explicó un vecino. Pero, dado que los investigadores lograron detectar que el sospechoso del buzo rojo –cuya identidad aún es un misterio– habría “rancheado” allí pocas horas antes del crimen, se presume que quienes solían instalarse en la plaza podrían estar evitándola, sobre todo porque el suceso hizo que la zona quedara en el foco y aumentara la presencia policial, con unos cuatro o cinco efectivos permanentes.
Jésica, de 24 años, vende sándwiches y bebidas en la esquina de San Martín de Tours y Martín Coronado; hace dos años que trabaja ahí. En coincidencia con Jorge, explicó: “Los de la villa 31 no ranchean porque tienen donde dormir; los cartoneros vienen de ahí. Los que ‘ranchean’ no tienen dónde pasar la noche y acampan seguido, llegan a la tarde y a la mañana se van a hacer sus cosas, porque acá empiezan temprano a trabajar con la obra del edificio nuevo y hacen bastante ruido”.
Según Jésica, suele haber entre tres y hasta diez personas en situación de calle que comen y duermen en la plaza República del Perú. “Hacen todo lo que uno se pueda imaginar”, aseguró “Algunos manguean y otros trabajan”, sostuvo.
“Hay recambio, no son siempre los mismos. La policía los levantaba, pero en el último tiempo no. La semana pasada estaban. A veces estoy tranquila trabajando acá, pero el problema es que en esa banda tenés de todo, hay algunos tranquilos y otros agresivos; no me sorprendería si uno de ellos mató al chico ese”.
Luis Díaz, de 62 años, encargado de un edificio de la esquina Martín Coronado y San Martín de Tours desde hace tres años, contó a LA NACION, mientras realizaba la limpieza de la vereda: “A la noche se llenaba acá, ahora no hay tantos. Los vecinos siempre piden que los remuevan. Llegué a ver diez personas durmiendo dentro de una estructura precaria”.
Isabella, de 67 años, ahora vive en el campo, pero le dejó su casa en la zona a su hija, a la que visita con frecuencia. “Ella llamó a la policía hace poco porque había muchos rancheando, armando lío y dejando mucha mugre. Cada tanto pasa la policía y los saca. Pero vuelven a aparecer”.
Vilma, la mujer que hace ocho años está a cargo del puesto de revistas frente al shopping Paseo Alcorta, dijo: “Viene mucha gente de la calle a abrir puertas de taxis. Piden para comer, también”. Respecto a la seguridad, opinó: “Últimamente hay poca presencia policial por acá”.
“Acá siempre hay vagos abriendo puertas de taxis”, dijo Brian, que hace dos años trabaja en seguridad para Carrefour. “Algunos tratan de mandarse acá adentro a robar y yo no los dejo pasar; había uno que me amenazó más de una vez. ‘Te vamos a matar’, me decía”.
Clara, cajera de la Confitería Augustus, dijo: “Tenés de todo, por acá. Hay mucha gente en la calle. Hay dos o tres que duermen en la esquina o piden en el semáforo. En total pasan de 20 a 30 veces por día a manguear comida. Algunos se ponen agresivos, están locos, te insultan”. Hay barras de pibes que vienen los fines de semana a la plaza a jorobar. Los cartoneros hacen su trabajo, pero quizás alguno mira otras cosas, no lo sabés”.
Agregó: “Tenemos a la policía acá a una cuadra [por el cuartel del Cuerpo de Policía Montada de la Federal, en la avenida Figueroa Alcorta 1425], pero acá en la calle no ves ni uno”.
Otra vecina, dijo, mientras paseaba a su caniche: “No camino por la plaza ni loca”.
El tránsito peatonal por la zona es particularmente intenso, ya que tanto el supermercado Carrefour como otros locales dentro del Paseo Alcorta y el Malba convocan a tanto a gente de las adyacencias como a visitantes y turistas. A 150 metros del shopping y a cinco cuadras del Museo se encuentra la intersección de las calles Salguero y Padre Mugica, una suerte de “portón trasero” de villa 31.
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