Línea 144 de ayuda a las mujeres: un refugio al que acuden unas 300 personas por día
Funciona desde 2013 y es atendido las 24 horas por 91 mujeres y 13 hombres, que brindan orientación y contención; en el último cuatrimestre las llamadas crecieron el 70%
Cada vez que uno de las operadoras y operadores que trabajan en la línea 144 atiende el teléfono, hay un instante de vértigo, unos segundos en los que no sabe qué se va a encontrar del otro lado: puede que la voz que le habla cuando atienda sea una mujer que necesita contención psicológica, que está llorando y necesita que la calmen y que la aconsejen; también puede ser una mujer que quiere saber si una situación que vivió con su pareja o en su trabajo se trató, efectivamente, de violencia de género; quizá sea una cargada, alguien que llama para insultar y cortar a los pocos segundos; o puede ser una mujer que está encerrada en el baño de su casa, a metros del agresor, pidiendo socorro, pues teme que la maten.
Esas son algunas de las situaciones posibles que se viven dentro de las 300 llamadas que recibe la línea que brinda contención y asesoramiento para casos de violencia de género cada día, en todo el país y las 24 horas: en el último cuatrimestre las llamadas crecieron hasta el 70 por ciento.
Aunque la línea funciona desde septiembre de 2013 -en el marco del Consejo Nacional de la Mujer, por disposición de la Ley de Protección Integral a las Mujeres-, el último año registró un crecimiento en la cantidad de llamados, atribuido a las marchas Ni Una Menos, la visibilización mediática de casos de violencia de género y la promoción institucional de la línea.
El último mes, -y desestimando llamadas equivocadas y fallidas- las intervenciones telefónicas realizadas fueron 6974, contra 5534 del mismo período el año pasado.
En el último cuatrimestre, subió del 50 al 70 por ciento aproximadamente la cantidad de mujeres que llaman porque sufren ellas mismas violencia de género (en lugar de amigos, vecinos o familiares). "Son datos importantes, porque significan que la mujer está internalizando que está sufriendo una situación de violencia y está pidiendo ayuda", dice Nicole Neiman, directora nacional de Protección Integral y Articulación de Acciones Directas del Consejo Nacional de las Mujeres.
Hoy, son 104 los operadores que trabajan en la línea 91 mujeres y 13 hombres), divididos en ocho turnos. Son trabajadores sociales, psicólogos y abogados, pero la idea es que trabajen interdisciplinariamente: todos atienden los distintos llamados.
"Antes, había momentos en los que no había llamadas. Ahora, siempre hay varias en espera. Es muchísima cantidad y se vuelve bastante duro. Por un lado, que más personas se animen a llamar es algo bueno. Pero es una sensación de angustia saber que no llegamos a atender a todos", dice una de las operadoras que, por cuestiones de seguridad, prefiere no dar su nombre.
Días con más trabajo
Las llamadas aumentan ante determinadas circunstancias. Las marchas del colectivo Ni Una Menos son un ejemplo claro. El día de la más reciente -el 19 de octubre pasado- las llamadas fueron 497 (200 más que un día normal). También se registran picos cuando algún caso de violencia de género llega a los medios. "Cuando el caso de Bárbara Vélez y Federico Bal estuvo en televisión, tuvimos otro pico. Existe una normativa que dice que cuando hay un caso en los medios, tienen que poner información sobre la línea 144", explica Neiman.
Cuando atienden el teléfono, los operadores deben distinguir, mediante indicadores, el nivel de riesgo. "El riesgo bajo, por ejemplo, puede ser una persona que está separada del agresor y que la última situación de violencia fue hace dos años y no ejerció violencia física. Un riesgo medio sería alguien que se separó hace unos meses, tiene una medida de prevención de acercamiento y va a tener alguna audiencia. En el riesgo alto, por ejemplo, no se separó o se acaba de separar y hay violencia física", explica Neiman.
De acuerdo con el tipo de llamadas, entonces, los operadores activan distintos dispositivos, aunque en los casos de emergencias se recomienda llamar al 911. También hay un protocolo para esos llamados, que consiste en articular acciones con las fuerzas policiales de la localidad que corresponda. Si la mujer necesita irse de su casa -muchas veces, con sus hijos- y no tiene a dónde ir, la línea cuenta con siete mil recursos relevados en todo el país -refugios, comisarías, fiscalías, ONG, etc- con los cuales se debe coordinar.
En casos menos urgentes, la ayuda puede ser asesoramiento legal, explicar cómo hacer una denuncia o hablar con los abogados de la mujer. Otras veces, es simplemente escuchar. "Quizás esa mujer no pueda actuar ese mismo día, pero ese primer llamado sea el comienzo de darse cuenta de que puede vivir una vida libre de violencia", explica una de las coordinadoras de los turnos. Además de atender algunos llamados, en los coordinadores recae la tarea de acompañar a los operadores. "Cuando no sos el que está atendiendo el llamado, es más fácil tener perspectiva. Es un trabajo poder mantener la distancia, porque si me fundo con la mujer que llama no le voy a poder ser útil", dice.
La cantidad de llamados que atiende un operador un día normal es de entre tres y diez, sin contar los fallidos, y depende de la duración de la llamada. Los descansos entre llamados son fundamentales. Algunos, prefieren dar una vuelta a la manzana. Otros, sentarse un rato en alguno de los sillones de la sala de descanso o escuchar música. "No te acostumbrás nunca. Antes, me impactaba más desde el asombro, pero me sigue sensibilizando mucho", dice otra operadora.
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