Liberaron a los tres policías que mataron a un remisero en Villa Crespo
La Justicia liberó a los efectivos de la Policía de la Ciudad que estaban acusados de matar de siete balazos a un remisero que los atacó con un cuchillo en Villa Crespo.
Según fuentes judiciales, la resolución benefició a los los policías Beatriz Manzanelli, Daniela López y Ramón Pérez. Las oficiales femeninas gozaban del arresto domiciliario. Mientras que el último de los efectivos estaba preso en una cárcel federal y será liberado cuando deposite la caución de $ 100.000 que le impuso la Cámara del Crimen.
Los camaristas Julio Marcelo Lucini, Mariano González Palazzo y Magdalena Laiño aceptaron el recurso presentado por las defensas de los policías acusados.
Hace una semana, la jueza en lo Criminal y Correccional Ángeles Gómez Maiorano, había dispuesto que Manzanelli y López cumpliesen en sus domicilios el arresto por el homicidio de Claudio Hernán Romano.
"Ambas son madres de niños pequeños, lactantes, y ese fue el motivo por el que la magistrada decidió mandarlas a su domicilio", explicó una fuente judicial consignada por la agencia Télam
Previamente, Gómez Maiorano rechazó los pedidos de excarcelación que habían presentado las defensas, una decisión que fue apelada y que la Cámara resolvió en favor de los acusados..
La excarcelación se produce antes de que la propia jueza resuelva la situación procesal de los tres efectivos que pertenecen a la comisaría 15 B de la Policía de la Ciudad.
El objetivo de la Justicia es determinar si estos policías actuaron en legítima defensa o si todos o alguno de ellos cometió algún tipo de exceso.
Al menos dos videos registraron la secuencia en la que los policías remataron a Romano cuando ya estaba herido en el piso e intentó reincorporarse, 52 segundos después de haber caído por los primeros disparos.
El hecho ocurrió el 1 de octubre, alrededor de las 11.30, en Malabia al 900, entre Castillo y Jufré, de Villa Crespo donde dos efectivos de la comisaría 15 B de la Policía de la Ciudad, el oficial primero Pérez y la inspectora Manzanelli, llegaron a bordo de un patrullero para realizar una citación judicial, y en el lugar había otra mujer policía, López, con la que se pusieron a dialogar.
Según la versión policial, corroborada por los videos, el oficial estacionó el móvil y minutos después Romano frenó su Volkswagen Polo detrás.
El hombre, que trabajaba como chofer para una ART, bajó del auto con sus manos ensangrentadas, armado con una navaja y, sin mediar palabra, atacó a Pérez, quien estaba al volante del móvil, a través de la ventanilla.
El oficial resultó lesionado en la mano y el brazo izquierdos y en la región derecha del cuello, por lo que efectuó un primer disparo desde dentro del móvil.
El agresor pasó delante del móvil policial y caminó hacia la inspectora Manzanelli, quien ya había bajado de la unidad, y recibió los primeros disparos.
Segundos más tarde, Pérez le pegó a Romano una patada en la cabeza y más tarde la víctima fue rematada cuando quiso volver a incorporarse.
Algunas fuentes judiciales indicaron que, según al autopsia, Romano fue asesinado de siete balazos, aunque la abogada María del Carmen Verdú, de la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (Correpi) y quien representa a la pareja de Romano como querellante en el expediente, reveló que los balazos fueron nueve.
Según las fuentes, la mayoría de los impactos Romano los tenía de la cintura para abajo y el disparo mortal fue uno en el pecho que le atravesó los dos pulmones y afectó una arteria del corazón.
La Justicia investiga también cómo se produjeron las heridas que Romano tenía previas a los balazos -un corte en una muñeca y dos puntazos en el abdomen-, y si cabe la posibilidad de que sean autoinflingidas en un intento de suicidio previo.
En la escena del hecho se secuestró una navaja o cuchillo táctico del tipo "kerambit", de hoja curva, que según los policías y testigos, fue el arma que usó Romano para atacar a los policías y podría ser la misma con la que se provocó las heridas.
Por su parte, los imputados declararon en sede judicial que declararon que le dispararon en ocho oportunidades porque lo vieron "enajenado" y que no encontraron otra manera de reducirlo porque temieron por sus vidas.
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