“Labura tranquilo”: la historia de Tío, el policía detenido que le daba protección a bandas narco en una zona caliente
Se trata del teniente primero Cristian Marcos Aguirre, que cumplía funciones en una comisaría de Malvinas Argentinas: tendría vínculo el clan liderado por el Miguel Ángel Villalba, más conocido como Mameluco
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Sus interlocutores lo tenían agendado como Tío, Tío Nuevo, Tío 11 y Tío N. Por WhastApp, le enviaban sus quejas: “¿Por qué no te fijas que el patrullero corta a la gente que sale de comprar?”; “¿Qué onda? No me dejan laburar?”. Él, entonces, se encargaba de calmar los ánimos y dar una respuesta rápida como: “Labura tranquilo.” Su rol era, generalmente, de dar la información y protección necesaria para que sus contactos pudieran llevar adelante su negocio en barrios calientes del narcomenudeo de San Martín y Tres de Febrero. Pero todo terminó para el teniente primero de la policía bonaerense Cristian Aguirre: lo descubrieron y quedó detenido.
Así lo informaron a LA NACION fuentes judiciales y policiales. El uniformado fue detenido por detectives de la Policía Federal Argentina (PFA) por orden de la jueza federal de San Martín Alicia Vence. “Estaría [por Aguirre] ligado a la protección de un grupo narco relacionado con el clan Villalba”, explicaron fuentes de la investigación.
El clan Villalba es la banda liderada por Miguel Ángel Villalba, histórico capo narco de San Martín conocido como Mameluco.
La investigación que derivó en la detención de Aguirre, en la que el Ministerio Público Fiscal, está representado por el fiscal federal Paul Starc, fue el desprendimiento de un expediente que se inició tras un tiroteo entre bandas narco que se disputaban el territorio. En el enfrentamiento, habría participado Luca Nahuel Baigorria, hijo de Mameluco y apodado Dylan, quien se encuentra prófugo de la Justicia.
“El vínculo con el clan Villalba no solo se daba con la relación con Dylan, sino también con un joven de apellido Lescano que es hermano, por parte de madre, de Baigorria”, explicó una fuente del caso.
Durante la investigación del tiroteo, que en un principio estuvo a cargo de una Unidad Funcional de Instrucción (UFI) de San Martín, se secuestraron varios teléfonos celulares.
El análisis de los aparatos móviles puso al descubierto el funcionamiento de grupos dedicados a la venta de estupefacientes en San Martín y Tres de Febrero, informaron fuentes judiciales.
La información extraída de los teléfonos celulares permitió recuperar numerosas conversaciones de WhatsApp. “De los chats surgió la prueba inequívoca de que la banda tenía colaboración y protección de funcionarios policiales”, dijo un detective judicial que participó de la investigación.
La colaboración, según los mensajes analizados, se basaba, sobre todo, en el aviso de procedimientos policiales, en especial cuando iba a ser protagonizados por fuerzas federales, y lo que se podrían definir como “eliminación” de bandas rivales a cambio de entregas periódicas de dinero.
Los sindicados narcos nunca mencionaban al policía infiel por su nombre, sino que siempre lo llamaban por su apodo: Tío. En uno de los chats que terminó siendo clave para poder identificarlo, según pudo saber LA NACION de fuentes judiciales, el uniformado le pidió a su interlocutor que se acercara hasta su casa. “No sé dónde es tu casa”, recibió como respuesta. El sospechoso no tuvo mejor idea que darle las coordenadas de su domicilio en Billinghurst, en San Martín, que poco después iba a llegar en poder de los investigadores. En otro mensaje, a uno de los narcos, Aguirre le habló sobre el festejo de cumpleaños de su “nena”.
Con la información que surgía de los mensajes en WhatsApp, el equipo de trabajo liderado por la jueza Vence hizo una búsqueda en la base de datos Nosis y logró acreditar la identidad del sospechoso, su domicilio, que coincidía con las coordenadas que había enviado por chat, y su condición de empleado del Ministerio de Seguridad bonaerense.
“Se pudo determinar que la organización narcocriminal se nutría de información reservada al ámbito policial y judicial, para lograr operar con total impunidad y sin trabas”, sostuvieron desde la PFA.
Luego se acreditó que Aguirre, de 43 años, en la actualidad, prestaba servicio en la comisaría 1a. de Malvinas Argentinas, pero que antes estuvo en otras dependencias dónde trabó relación con los sindicados narcos.
Tras las pruebas reunidas por detectives de la División Operaciones Judiciales de la Superintendencia de Asuntos Internos e Inspectoría General de la PFA, la jueza Vence ordenó la detención del sospechoso y el allanamiento en la comisaría 1a. de Malvinas Argentinas, donde se desempeñaba el teniente primero.
Aguirre fue detenido ayer cuando circulaba en su automóvil. “Al sospechoso se le secuestraron 11 teléfonos celulares, su arma reglamentaria, 100.000 pesos, una bolsa con los efectos personales de un detenido, sobres cerrados y firmados que poseían rótulo de ´Evidencia secuestrada´ que contenían 228 gramos de cocaína y una balanza digital”, explicó la PFA en un comunicado de prensa.
Fuentes judiciales explicaron que los 11 teléfonos celulares secuestrados serán peritados por expertos de la PFA y que se trabaja para establecer a qué causa corresponden los sobres de evidencia con cocaína que tenía en su poder el teniente primero Aguirre.
En su indagatoria, según los voceros consultados, el sospechoso se negó a declarar. Está imputado de cohecho e encubrimiento.
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