Laberinto judicial. El calvario de una madre que hace un año y medio denunció que el padre de su hijo abusaba de él
El niño, de cinco años, le contó espontáneamente las cosas que supuestamente le hacía cuando se quedaba en su casa; el hombre fue procesado, pero la Cámara le dictó la falta de mérito
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“Siento terror por mi nene y también por mí”, confiesa S. apenas comienza a relatar la dolorosa historia que escuchó de la voz de su propio hijo de cinco años: la de los presuntos abusos sexuales a los que supuestamente lo sometió su padre, que niega absolutamente todo.
Por cuestiones legales y, sobre todo, para preservar la integridad del niño, las identidades se mantendrán en reserva y solo se publican iniciales ficticias. No obstante, el caso está judicializado. El hombre, inicialmente, fue procesado, y luego la Cámara dictó la falta de mérito y ordenó profundizar en las pruebas y los testimonios antes de que se llegue a un nuevo pronunciamiento. Mientras, hay una orden de restricción de acercamiento y la mujer cuenta con un botón antipánico, ya que ella misma afirmó haber sido víctima de violencia doméstica.
Cuando escuchó aquella revelación en la intimidad, en marzo de 2023, S. primero se estremeció, luego se preguntó qué hacer, a quién recurrir. Sentía que su cabeza estaba a punto de estallar, mezcla de desconsuelo, temor, desolación, angustia… Consultó, se informó, se asesoró, pidió ayuda y hace más de un año decidió hacer la correspondiente denuncia. Lejos de haber encontrado la paz, desde entonces vive un calvario. Es que los vaivenes y los tiempos de la Justicia que nunca suelen ser los mismos que los de quienes denuncian y esperan una reparación o un castigo.
“Con C. nos conocimos en la Facultad, iniciamos una relación en 2014 mientras estudiábamos la licenciatura en Ciencias Biológicas. En diciembre de 2017 nació nuestro hijo, que fue prematuro. Convivíamos, pero como fue un embarazo de riesgo tuvimos serias dificultades, sufrí mucho abandono. Tenía reposo absoluto y él desaparecía todo el día. Tenía que venir mi mamá para poder cocinar o hacerme un té porque yo no me podía levantar de la cama por el riesgo que implicaba. Seis meses después de que nació el nene nos separamos; padecí episodios de violencia verbal y después físicos, como por ejemplo que me tirara al piso a empujones. Lo denuncié por primera vez un día que él entró a los gritos a la casa de mi mamá, que era quien cuidaba al gordo.
–¿Antes de tener a su hijo había protagonizado episodios de violencia?
–No, teníamos discusiones como en cualquier relación, pero en el embarazo empecé a notar actitudes mucho más violentas, aparecía desencajado. Me decía que no quería tener ese hijo, que le generaba un quilombo. Se deprimía. Lo extraño fue que nosotros buscamos durante siete meses tener un hijo…
–Ahí lo denunció por primera vez…
–Sí, primero en Vicente López y luego tuve que ir a Tigre, donde se dictaron medidas de protección por tres meses hacia el menor y hacia mí. Después solicitó ver al nene y mi mamá lo llevaba a una confitería para que compartieran un rato. Pasado un tiempo conversamos. Él parecía mucho más tranquilo, asumió haber tenido malas actitudes, intentamos tener una relación de familia. Ya vivíamos en casa separadas, pero compartíamos eventos, vacaciones, intentábamos, pero la verdad era una montaña rusa.
–¿Por qué?
–Porque probamos con ayuda de psicólogos mejorar el vínculo para avanzar como padres a pesar de que el juez de Tigre me advirtió que esas actitudes suelen ser recurrentes. Era muy difícil mantener un régimen de comunicación. Acordabas algo y, o no lo cumplía o decía que no era así. Yo trataba de que mi hijo tuviera sus dos familias y pudiera disfrutarlas. Llevar adelante un vínculo lo más adulto y sano posible.
–¿Cuándo y cómo su hijo le relató lo que pasaba?
–La primera manifestación fue en marzo de 2023, el nene estaba en sala de 5 y había pernoctado en la casa del padre. Le pregunté cómo le había ido y noté que estaba más reticente, más corporal.
–¿Le llegó a decir que no quería quedarse más con su padre?
–Eso le pasaba todo el tiempo. Cuando estaba en sala de cuatro las maestras me decían: “Lo viene a buscar el padre y no quiere salir, se larga a llorar, se tira al piso”. Esa fue la primera advertencia que tuvimos. Pero ambos fuimos a terapia a hablar de este tema y la psicóloga nos daba estrategias porque nos decía que era propio de la edad de los chicos. Que esas cosas de que no quisiese ir con el progenitor suceden. Para mi mamá era algo raro y yo también estaba preocupada. Me he quedado en la puerta de la casa del padre porque mi hijo lloraba para no entrar, no quería quedarse. Cuando finalmente ingresaba lo escuchaba gritando desde adentro. Yo lloraba dentro del auto, pensaba en que la psicóloga me decía que lo tenía que dejar, que se le iba pasar. Era primeriza y escuchaba que tenía que soltar. Pero había un trasfondo que no sabíamos…
–Y llegó su primera manifestación…
–Sí, me contó de un juego que había hecho con el papá. Espontáneamente me dijo… ¿Es necesario repetirlo…? [En el expediente se detallan tocamientos de partes íntimas y hasta la intrusión de objetos]. Me lo contaba y se reía. Lo sentía como un juego. Empecé a hacerle preguntas para entender de dónde había salido eso y si él pudo haber malinterpretado un juego o algo así. Hablé con una amiga que es psicóloga y en una comida que compartimos con su marido –también psicólogo, y amigo de mi ex–, comenté lo que había dicho mi hijo. El padre estaba presente y lo negó; dijo que había sucedido a la inversa, que el nene le había metido la mano en la cola y que él le dio un sopapo. Yo no entendía nada… En julio, cuatro meses más tarde, mi hijo comenzó a tener manifestaciones sobre lo que le estaba sucediendo. Recuerdo que se estaba tocando la cola y entonces le pregunté si le molestaba, si quería que lo llevara a la pediatra. Y entre una cosa y otra me contó que no se bañaba solito sino con el padre. Ya no se rio como antes cuando me lo dijo. Estaba desconsolada y decidí grabar lo que me contaba [los audios constan en el expediente].
–¿No volvió a hablar con el progenitor?
–Sí, lo hice, aunque tenía miedo. Él siguió con la versión de que no era así, que su hijo le había vuelto a tocar la cola cuando se agachó. Me dejó paralizada. Entonces para protegerlo decidí irme de vacaciones a la casa de mi mamá en la Costa con el nene y le avisé al padre que no se lo iba a poder llevar hasta que yo entendiera qué es lo que estaba pasando.
–¿Mientras continuó consultando profesionales?
-Claro, hablé con una psiquiatra por indicación de la pediatra y me derivó a una especialista en abuso sexual infantil. Analizó las circunstancias y me dijo que había que proteger al niño, porque con cinco años no tenía la capacidad de inventar esas cosas. Que los pasos por seguir era hacer una denuncia para que se lo protegiera y para que yo pudiera presentar esta medida en el colegio.
Sobre el siguiente paso, amplió el abogado de S., Matías Morla: “En agosto de 2023 se presentó la denuncia en el Juzgado Criminal y Correccional N°24. El juez Alfredo Godoy procesó a C. por abuso sexual agravado por acceso carnal, a su vez agravado por el vínculo y por haber sido cometido contra un menor de 18 años, aprovechando la situación de convivencia preexistente. Luego, la Sala I de la Cámara del Crimen revocó el procesamiento, dictó la falta de mérito y dispuso, como medida previa al análisis de la situación procesal del imputado, la recepción de declaraciones testimoniales de diversas personas vinculadas al caso.
Morla agregó que “testigos presenciales, peritos, psicólogos y psiquiatras coincidieron en sus relatos, ratificando los abusos sexuales denunciados”, y que solo resta la declaración testimonial de la pediatra Carmen Betiareni, que atendió al menor, que se llevará a cabo el próximo 5 de noviembre.
“Quiero resaltar la valentía de la madre, quien a pesar de todo lo que le tocó enfrentar sigue luchando para educarlo y que el niño tenga una infancia medianamente normal. Además no baja nunca los brazos, sigue afrontando desafíos fuertes como someterse a cuerpos médicos, psicológicos, audiencias, pericias y distintas cuestiones que hacen al proceso judicial que no son fáciles. Los abogados de las víctimas en este tipo de delito tan atroz entendemos lo que deben transitar y tratamos de aliviar el camino. El objetivo es que el proceso termine con el imputado preso, que en caso de ser culpable, va arecibir una pena que comienza con 8 años de prisión”, concluyó.
-Soledad, ¿cómo se sigue adelante con semejante dolor?
-Yo vivo para mi hijo, no pienso en otra cosa. El progenitor siempre negó todo. Hasta cuando fuimos convocados en la escuela dijo que para él la desnudez es natural, que se bañaba con el nene, subía la apuesta. Mientras tanto nuestro hijo sufría, les contaba a las maestras y a los compañeritos lo que le había hecho el padre. Lo que pido es celeridad a la Justicia, porque siento que mi hijo y yo estamos en serio riesgo.
Declaraciones del imputado y de los testigos
En su declaración indagatoria, el padre del niño no aceptó los cargos. “Niego el hecho que se me imputa. Soy inocente. Yo nunca realicé los actos que se están denunciando aquí. Estoy muy preocupado por esta situación. Hace diez meses que no veo a mi hijo. Quiero que siga adelante con el procedimiento y se aclare la situación. Que profundicen el procedimiento para tratar de tener respuesta o aclarar todo esto que está pasando”.
Una de las psicólogas que intervino, Elena Nora Fridman, declaró: “El niño logró expresar oralmente en el marco de la terapia que desarrollamos lo sucedido con su padre. Concretamente me refirió que el papá le había metido un dedo en la cola. En realidad primero dijo que le metió salchichas en la cola. Cuando le consulté sobre a qué se refería con salchichas, él me contestó “las que se comen”, y me indicó que luego las tiró a la basura. Además agregó que el padre también le había metido autitos y un dedo. Hay un montón de situaciones que son indicadores de abuso sexual sobre su persona. Me refiero a comportamientos que tiene para con sus allegados, familiares o pares de la escuela”.
La psicóloga Susana Toporosi, especialista en abuso sexual infantil, explicó en la causa por qué había orientado a la madre del chico a realizar la denuncia: “Porque advertí una sospecha de abuso en función [de] una verbalización de un hecho que no se trataba de un mero juego entre un papá y un niño, y que era acompañado por gestualidades por parte del niño”.
Otra psicóloga, amiga de la madre, relató en el expediente que después de su cumpleaños de cinco, su hijo le dijo un día a su padre “te voy a chupar todo”, y que cuando indagaron al respecto, les reveló que se lo había dicho su amiguito.
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