La violenta historia de Turrón, uno de los jóvenes delincuentes más sanguinarios del conurbano
Cometió su primer homicidio cuando tenía 14 años; mató a un policía y a un gendarme antes de cumplir 18; con 23 años, fue asesinado en las últimas horas durante una pelea por el control de un pabellón en la cárcel de Urdampilleta
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César Maximiliano Aguilera González se hacía llamar Turrón, porque decía que era el más duro entre los duros. Cuando tenía 14 años fue acusado de cometer su primer homicidio. Debido a que era un menor no punible nunca fue condenado ni procesado por ese asesinato.
En las últimas horas, Turrón, que actualmente tenía 23 años, fue asesinado en medio de una pelea por el control de un pabellón en la cárcel de Urdapilleta, cerca de Bolívar. Quien fuera uno de los delincuentes juveniles más violentos de la pasada década fue asesinado de dos facazos en el cuello. Conflictivo y sanguinario, Turrón llegó a la Unidad 17 del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) porque no lo pudieron controlar en la cárcel de máxima seguridad de Alvear.
La pena que le fijaron por una serie de asaltos vencía en 2030. Como menor, había pasado por Instituto Almafuerte, de La Plata y por el Centro de Recepción Cerrado de Mar del Plata. Turrón formó parte de una generación de menores delincuentes no punibles que, entre 2015 y 2016, cometieron más de doce homicidios en la zona sur del Gran Buenos Aires. Aarón y Bodoque, fueron dos de los adolescentes que concretaron tres asesinatos antes de cumplir 16 años.
En los registros policiales el primer hecho grave tiene fecha del 25 de febrero de 2015. Según fuentes policiales, minutos después de las 21, Turrón, acompañado por Claudio Gamucio, alias “Musambe”, y otro cómplice interceptaron un Peugeot 308, cuando transitaba por Coronel Sayos, entre Lomas Valentinas y Yatay.
El conductor, que iba acompañado por su novia, se identificó como policía y dio la voz de alto. Mientras el dueño del auto forcejeaba con Musambe, Maxi se acercó por detrás y le pegó un balazo en la nuca a Ezequiel Alifraco, quien se desempeñaba en la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la Policía Federal.
Por entonces, Turrón, tenía 15 años y fue declarado inimputable en el homicidio del policía. Desde ese día, Turrón, mató a un efectivo de la Gendarmería y fue capturado por cinco casos de intentos de homicidios.
Su madre, fue apresada acusada de asociación ilícita. En una escucha telefónica quedó al descubierto que la mujer aprovechaba que su hijo menor era no punible y lo mandaba a robar. En julio de 2017, el Tribunal Oral en lo Criminal N° 3, de Lomas de Zamora, sentenció a reclusión perpetua a los hermanos Gumucio por el homicidio del policía Alifraco.
En la misma sentencia, fueron condenados el padre y la madre de Turrón por ser considerados miembros de la misma banda. Los investigadores determinaron que las mujeres eran las encargadas de guardar las armas y prestar asistencia a los hombres que efectuaban los robos. Por su parte, la madre de Turrón aseguraba que ella no sabía que su hijo era asaltante, pero escuchas telefónicas realizadas durante la investigación establecieron que lo instigaba a robar y le cuidaba las armas.
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