El crimen de “Pillín” Bracamonte: allanaron una comisaría tras el curioso operativo de traslado del cadáver
Se trata de la seccional 9a., situada a pocas cuadras de la escena del homicidio y del estadio de Rosario Central; la jefa de la dependencia es hermana de un miembro de la barra brava; el cuerpo del líder de la hinchada “canalla” fue llevado a un cementerio de las afueras de Rosario y será cremado cuando el fiscal lo autorice
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ROSARIO.– La Fiscalía determinó que tres sicarios a pie acribillaron a Andrés “Pillín” Bracamonte y a Daniel “Rana” Attardo a las 21.45 del sábado, cuando el líder de la barra brava de Central y su histórico ladero circulaban por la zona norte de Rosario en una camioneta Chevrolet S10 blanca. Pero todavía no pudo ponerles nombre a los asesinos y a quienes los mandaron a ejecutar el crimen. Por eso, los investigadores judiciales revisan imágenes de cámaras de seguridad, recogen testimonio y, sobre todo, analizan las circunstancias en las que se produjo el doble homicidio.
Una de las pistas se centra en las sospecha que albergaba el propio barrabrava, que semanas antes del crimen, en una conversación con LA NACION, mencionó que la banda de Los Menores, que expande sus operaciones desde el barrio 7 de Septiembre, “se quiere quedar con parte de la ciudad” y sugirió que ellos habrían estado detrás del intento de homicidio que sufrió el 10 de agosto pasado en la zona de parque Alem.
Además, agentes de Asuntos Internos de la Policía de Santa Fe, por orden del fiscal Alejandro Ferlazzo, allanaron la seccional 9ª de Arroyito, situada en Joaquín V. González y Almafuerte, a cuatro cuadras del Gigante y a 250 metros de la escena donde fueron ejecutados de cinco tiros cada uno de los barrabravas, en una calle a oscuras, en la que no funcionaba el alumbrado público.
La jefa de esa seccional es Débora Samanta Saviani, que fue ascendida a comisaria en 2022 y es hermana de Maximiliano Saviani, miembro de la barra de Central. Esta relación resonó en la investigación.
Esta medida pone la lupa sobre las dudas que aparecen en la actuación de la policía tras el ataque en un territorio que el jefe de la barra “canalla” dominaba. La investigación recién está en una etapa inicial. Según trascendió en las redes sociales, hay testigos que dicen haber visto un patrullero y una ambulancia que pasaron por las inmediaciones tras el crimen y no se detuvieron. El registro de las cámaras podría confirmar estos dichos, que abonan teorías conspirativas que apuntan a una eventual “zona liberada”.
Desde el gobierno esperan que en breve haya resultados sobre la identificación de los autores materiales para apaciguar los posibles intentos de vengar la muerte del líder de la barra brava. Por ahora no hay indicios de que eso pase, pero todo el sistema de seguridad está en alerta máxima, sobre todo en el norte y noroeste de la ciudad.
El traslado del cadáver
La “pasión” por el fútbol siempre está rodeada de rituales, y en Rosario, particularmente, el clamor es extremo y recargado de manera frecuente de violencia. El objetivo después del crimen de Andrés “Pillín” Bracamonte, que fue acribillado el sábado a la noche junto a otro barra, Daniel “Rana” Attardo, tras el partido entre Central y San Lorenzo, era evitar que se rindieran homenajes al jefe de la barrabrava, que era una suerte de “celebridad” en el mundo canalla, luego de estar al frente de la hinchada durante casi 30 años.
Las autoridades del gobierno santafesino lograron evitar con varios artilugios que el sepelio de Bracamonte se transformara en un nuevo foco de problemas, y que provocara enfrentamientos, desmanes y, sobre todo, un raid de venganzas. Además de reforzar la seguridad en zonas específicas de la ciudad, en la morgue donde estaba el cuerpo de “Pillín” y en cementerios, decidieron, en conjunto con la familia del jefe de la barra de Central, que no iba a haber velatorio, ni tampoco sepultura.
El problema recaía en la decisión del fiscal Alejandro Ferlazzo, que prefirió, por cuestiones de la investigación, que se espere unos días para la cremación del cadáver, porque se trató de una muerte violenta, y probablemente haya que practicar una nueva autopsia. Cuando eso ocurra, el problema terminará: se evalúa que las cenizas de “Pillín” sean esparcidas en el Gigante de Arroyito, según advirtieron fuentes ligadas a la barra.
Eso pondrá fin a este extraño capítulo repleto de intrigas y dilemas sobre el cadáver de un barrabrava cuyo cuerpo sigue “caliente”, a pesar de que falleció el sábado pasado a las 21.45.
Quedarán otras incógnitas abiertas, como el misterio aún no debelado sobre quién o quiénes mandaron a ejecutar a Bracamonte. Las hipótesis aún están abiertas, pero hay un dato clave que trascendió en la tarde del lunes: a pesar de que la escena del crimen estaba totalmente a oscuras, porque el alumbrado público no funcionaba, las cámaras de videovigilancia de la cuadra de Reconquista y Avellaneda habrían captado el momento en el que tres sicarios a pie atentaron contra Bracamonte y Attardo, quienes fallecieron a causa de las heridas que les provocaron cinco disparos a cada uno.
“El cadáver de Bracamonte fue trasladado poco después de las 22 del lunes a un cementerio de una localidad cercana a Rosario”, aseguró a LA NACION Omar Pereyra, secretario de Seguridad de Santa Fe.
El traslado lo hicieron a esa hora, cuando los medios de comunicación habían dejado despejado el frente del Instituto Médico Legal, donde se le practicó la autopsia a “Pillín”. Los camarógrafos habían estado apostado en el portón negro de ese organismo, sobre Tres de Febrero y Avellaneda, desde la mañana temprano.
Cerca de las 9.30 una combi blanca de la morgue ingresó de culata al IML, pero salió más de 12 horas después. La ansiedad de los reporteros de captar esa imagen se terminó por diluir. Las versiones que agitaba la propia policía no tenían otro objetivo que sembrar la confusión.
“Lo van a llevar a Ibarlucea. Lo trasladan al cementerio La Piedad. Lo entierran en El Salvador”, repetían los uniformados, off the récord. En ese cementerio el cadáver no fue sepultado. “Se lo destinó a un lugar que tiene las condiciones para mantener el cadáver refrigerado hasta que se lo pueda cremar”, afirmó Pereyra.
El rumor que agitaron sectores policiales de que ninguna cochería quería recibir el cuerpo para velarlo resultó falso. Esas fuentes generaron una madeja de confusiones durante el lunes para ganar horas y lograr que el clima se enfriara. Lo consiguieron.
Los homenajes a Bracamonte tuvieron su expresión, por ahora, más de manera virtual que en las calles. Y eso tuvo que ver el propio entorno de la barra en desalentar cualquier convocatoria. En este punto también se interpreta que el gobierno operó para evitar que el problema escalara.
Hay varios problemas que dan vueltas en torno al cadáver del líder de la barra de Central. Por un lado, el temor a que se produjeran nuevos ataques durante una aglomeración de hinchas, como podía ocurrir si lo velaban. Por otro, que hinchas de Newell’s realizaran algún tipo de provocación y que la situación se desmadrara. Bracamonte tenía buena relación y un vínculo estrecho con sectores de Los Monos que hoy dominan la tribuna “leprosa”, pero el extremo fervor que atraviesa esta ciudad deja todo en una instancia de incertidumbre.
Sigue la “tranquilidad”
El desconcierto era una estrategia demarcada para evitar que un lugar preciso se pudiera transformar en un sitio de encuentro y de movilización de hinchas para despedir los restos del jefe de la barra. Esta serie de simulación de acontecimientos dejaba algo en claro: la extrema preocupación del gobierno de Santa Fe y de la Nación para evitar nuevos hechos de violencia. Los homicidios bajaron un 64% en los últimos diez meses, pero no hay ninguna certeza de que un hecho que genera conmoción como el crimen de un personaje mítico, como Bracamonte, despierte un nuevo espiral de violencia que hoy está en pausa. “Puede traer una escalada de violencia, pero el Estado está preparado”, reconoció el gobernador Maximiliano Pullaro.
Desde el sábado no apareció ningún síntoma en las calles que haga suponer que se suceda un raid de violencia para vengar las muertes de Bracamonte y su ladero Attardo. La tensión sigue latente y desde el gobierno analizan cada movimiento que se produce en la calle. Las miradas están centradas, entre otros sitios, en el barrio 7 de Septiembre, zona en la que opera la banda de Los Menores, que el propio Bracamonte anticipó que querían matarlo en una entrevista que el domingo publicó LA NACION.
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