La simbiosis entre narcos y barras emerge desde la tribuna de Newell’s con balaceras y amenazas que causan preocupación
Tras el arresto de un jefe de la parcialidad leprosa por los ataques a la familia de Di María, fue arresto otro violento hincha por un atentado
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ROSARIO.-En la bandera que desplegó la banda de Los Monos el 24 de junio del año pasado, durante el partido de despedida de Maximiliano Rodríguez en la cancha de Newell’s, había tres caricaturas. Un “pollo”, que hacía alusión a Leandro Vinardi, un “mono” con lentes, por Ariel “Guille” Cantero, líder de Los Monos, y un toro por Carlos Escobar. Esa exhibición demostró el poder de la banda narco dentro de la barra, luego de los problemas internos que provocaron muertos.
Los últimos capítulos en torno a Los Monos demuestran que siguen con el control del brazo violento de la hinchada. Este viernes la Policía de Investigaciones (PDI) detuvo en la casa de la esposa de Vinardi al actual jefe de la barra leprosa Luciano Gallardo, alias Lucho, que está acusado de balear la semana pasada la casa de una integrante de la comisión directiva del club.
Este clima de fricción atraviesa el ambiente de las barras, con la cercanía del clásico entre Rosario Central y Newell’s, que se disputará el sábado 10 del actual. “Hay una disputa importante en las últimas semanas en la barra de Newell’s. Alejandro Ficcadenti, por un lado, y por el otro, Luciano Gallardo, quien actualmente manda en el paraavalanchas”, aseguró ayer el fiscal Franco Carbone. Este clima preocupa a las fuerzas de seguridad y al gobierno santafesino. Este viernes a la noche, durante el partido que disputó Newell’s con Estudiantes, quedó detenido Cristian Tripi, un narco que estaba prófugo desde principios de este año. Esta banda operaba en la zona oeste de Rosario, donde en febrero pasado fue asesinado Leonardo Tripi, uno de los jefes de la organización que se dedicaba al narcomenudeo.
El funcionario judicial dispuso el allanamiento en la casa de Vinardi, tras investigar la balacera a la casa de una vocal que se produjo el viernes de la semana pasada, después de que quedara detenido otro jefe de la hinchada Alejandro “Rengo” Ficcadenti, quien está imputado de ser uno de los autores de las intimidaciones contra el futbolista del seleccionado argentino Ángel Di María. Una de las hipótesis es que Fideo sufrió fuertes amenazas para que desistiera de regresar a Central.
Lucho Gallardo, que fue detenido ayer, está ligado al sector de Los Monos, que lidera Vinardi. Fueron aprehendidos también Ivana Sabrina B., pareja del miembro de la banda narco, y su hijo Emir de 18 años. La PDI secuestró varias camisetas de Newell’s, celulares y gran cantidad de entradas al partido de despedida de Maximiliano Rodríguez.
Esta semana se conocieron declaraciones de Di María que marcan lo que envuelve hoy al fútbol en Rosario, donde la mafia se aprovecha de una pasión genuina con balas y terror. Fideo explicó que “hubo cosas graves” que lo hicieron desistir de su regreso a Central, como había prometido.
En una entrevista, el futbolista reveló que además de los disparos y mensajes amenazantes que recibió en su casa en el country Miraflores, en Funes, también ocurrió otra intimidación que nunca fue denunciada y causó estupor: le enviaron a la inmobiliaria de su hermana “una caja con la cabeza de un chancho” que tenía “una bala en la frente”, y una nota que decía –según detalló- que si volvía a jugar a Rosario Central “la próxima cabeza” sería de su hija.
En la Fiscalía de Rosario no hay ninguna denuncia sobre este hecho, según confirmaron fuentes judiciales a la nacion. El temor envolvió a la familia de Fideo. Y es lógico. La información había llegado a oídos de los funcionarios judiciales, que consultaron con el padre del jugador, que vive en Funes. Pero la respuesta fue negar ese hecho. Las evidencias que tiene el MPA apuntan a que los autores de las distintas amenazas fueron los mismos.
En un reportaje que le dio en Rosario al periodista Juan Pedro Aleart, de canal 3, Di María admitió que “fueron demasiadas cosas para tomar esta decisión –la de no regresar-, no son papelitos solamente, hubo tiros y cosas graves”.
En esta trama hay dos hipótesis que se cruzan, o cumplen dos objetivos, según señalaron los investigadores. Por un lado, buscaron provocar conmoción social al amenazar a un jugador del seleccionado nacional, en reclamo por los mayores controles en las cárceles que enfrentan los grupos narcos. Y por otro, hacer desistir a Di María de que vuelva a Central.
El contexto en el que se realizaron las amenazas contra Di María fue particular. Se concretaron días después de que Rosario sufriera una serie de ataques “narcoterroristas” que provocaron la muerte de cuatro trabajadores elegidos al azar. Esta situación inédita causó una conmoción tal, que la ciudad quedó durante varios días paralizada, sin servicio de transportes y con todos los comercios cerrados. Esta crisis desembocó en que el Ministerio de Seguridad de la Nación reforzara la presencia de fuerzas federales. Se comprobó que quienes planearon estos ataques fueron narcos presos en penales provinciales y federales. En el gobierno santafesino creen que Esteban Alvarado fue quien planeó todo.
En abril de 2022, una funcionaria del Ministerio Público de la Acusación confesó que Alvarado le había enviado a su casa la cabeza de un perro dentro de una caja. Después, su residencia fue baleada. Esta funcionaria investigaba las inversiones y empresas que tenía el narco, cuyo contador era el mismo que tenía el juez federal Marcelo Bailaque.
Por ahora, no hay relación entre los dos hechos, pero sí un contexto que los une: el malestar de los grupos narcos por las medidas que se implementaron en las cárceles tanto provinciales como federales. Las fuertes amenazas que recibió Di María se enmarcan en ese escenario, según delinean en el gobierno.
La detención de los dos barras de Newell’s aporta certezas de que la banda de Los Monos tuvo que ver con esta serie de amedrentamientos contra Di María, para hacer desistirlo de que vuelva a Rosario. La banda de Los Monos domina el brazo violento de la hinchada de Newell’s hace una década.
Entre las hipótesis figura que las amenazas a Di María le iban a servir a “Rengo” Ficcadenti, uno de los detenidos, para ganar consenso en la tribuna leprosa para asumir el liderazgo absoluto de la barra, con el aval del presidente Ignacio Astore, que tuvo un comportamiento vidrioso cuando la banda de Los Monos exhibió una gigantesca bandera el 24 de junio del año pasado, durante la despedida de Maximiliano Rodríguez.
En ese partido participaron varios jugadores de la selección nacional, entre ellos, Lionel Messi y Di María. Ficcadenti sería quien tendría el camino allanado con el aval de un sector de la dirigencia del club para asumir el nuevo liderazgo de la barra. Los crímenes en torno a la conducción de la hinchada leprosa se repiten desde hace una década, cuando la banda de Los Monos comenzó a tener una influencia determinante a partir de un uso de la violencia extrema.
El “Rengo” Ficcadenti, vinculado al líder de Los Monos, “Guille” Cantero, fue imputado en 2022 por el crimen del exjefe de la barra Nelson “Chivo” Saravia, a quien ejecutaron en octubre de 2021 con una ametralladora en presencia de niños de 8 y 13 años. Luego, “Rengo” quedó en libertad por decisión de la jueza Gabriela Sansó.
Esa magistrada sufrió un atentado en 2018, en una casa donde vivió su familia. Se interpretó como un mensaje intimidatorio contra la funcionaria que debía analizar las condenas contra 17 acusados de la banda de Los Monos de atacar a balazos 11 residencias de jueces y edificios judiciales.
Dos sectores enfrentados
El viernes de la semana pasada, una vocal de la comisión directiva del club María Fernanda Corte sufrió un atentado con nueve balazos en su casa. Este ataque tiene relación con la tensión que hay en la institución por los reacomodamientos de la barra. Por esa balacera fue detenido, como se consignó, otro jefe de la barra de Newell’s, Lucho Gallardo, del sector opuesto al grupo violento que había sido detenido por las amenazas a Di María.
Ficcadenti, el señalado líder de ese sector de la hinchada, está acusado de planear el crimen de Saravia junto a Guillermo “Ojito” Sosa, que está detenido y por eso, su exladero, ahora pretende ejercer el liderazgo operativo de la barra.
La sospecha es que Ficcadenti fue quien estuvo detrás de las intimidaciones contra Di María como una especie de plataforma para tener consenso en la tribuna leprosa. El 25 de marzo pasado, desde un auto Renault Megane color gris dos personas dispararon al aire y arrojaron un cartel intimidatorio dirigido al padre del jugador que vive en el country Miraflores: “Decile a tu hijo Ángel que a Rosario no vuelva más porque, sino le cagamos matando un familiar. Ni Pullaro te va a salvar. Nosotros no tiramos papelitos. Plomo y muertos tiramos”.
El 3 de abril pasado, fueron imputados Pablo Acotto, de 35 años, y Sara Gutiérrez, de 23 por una amenaza dirigida a Di María. Para el fiscal Pablo Socca, el hecho –al que calificó de intimidación pública– buscaba “infundir temor y generar conmoción en la población”. Y enmarcó la intimidación en la coyuntura que atraviesa la ciudad desde diciembre, donde se cometieron homicidios de trabajadores al azar.
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