La secta del horror: la historia del traslado de “alumnas” a los EE.UU. y a Uruguay, como si fuese un harén, para recaudar dólares
La Escuela de Yoga de Buenos Aires (EYBA), según el expediente judicial, tenía ingresos mensuales por US$ 500 mil; la mayor parte provenía de la explotación sexual de las mujeres que seguían al líder de la organización
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La Escuela de Yoga de Buenos Aires (EYBA) recaudaba 500.000 dólares por mes. La mayor parte de los ingresos provenía de la explotación sexual de las “alumnas”. Los “actos sexuales”, como fueron definidos por una calificada fuente judicial, no solo sucedían en la sede central de la organización, en un lugar conocido como el “Museo”, sino también en los Estados Unidos y en Uruguay, donde las mujeres eran trasladadas como si fuesen parte de un “harén” para ser prostituidas en manos de hombres de alto poder adquisitivo, entre ellos, políticos y empresarios.
En la terminología interna de la EYBA, a eso lo llamaban “geishado” o “palomeo”. Según el fiscal federal Carlos Stornelli y sus colegas Alejandra Mángano y Marcelo Colombo –de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (Protex)– eso “consistía, básicamente, en enviar a un grupo de mujeres a mantener encuentros sexuales con personas de elevado poder económico –'clientes’ o ‘W’, en la jerga de la organización–, para obtener dinero, protección e influencias”.
Así lo describieron en el dictamen donde pidieron la detención de Juan Percowicz, que se hacía llamar Maestro o Ángel y es señalado como líder de la organización coercitiva, y de otros 22 sospechosos a los que se acusó de integrar una asociación ilícita que, bajo la forma de una presunta secta, sometía a sus miembros a situaciones de explotación sexual y trata, y lavaba el dinero que obtenían con su actividad.
Según el expediente judicial, la explotación sexual de las alumnas se hacía, principalmente, en la sede central de la EYBA, en Villa Crespo. El noveno piso del edificio situado en Estado de Israel 4457 era conocido como el “Museo” y estaba acondicionado como si fuese la habitación de un hotel alojamiento.
La sede central no era el único lugar donde se practicaba el “geishado”. También se llevaba adelante en departamentos de Palermo e incluso en hoteles cinco estrellas.
“Los encuentros suponían una práctica de esclavitud sexual porque las alumnas se encontraban a disposición de los clientes en el momento y lugar que ellos dispusieran durante largos períodos de tiempo”, se les explicó a los 19 sospechosos detenidos cuando estos escucharon la imputación en el momento de ser indagados por el juez federal Ariel Lijo, según pudo reconstruir LA NACION.
Sin embargo, los “actos sexuales”, como lo definió una fuente judicial, no solo sucedían en la Argentina. “Estos encuentros tuvieron lugar a lo largo del tiempo tanto en la sede central de la organización como en otros departamentos y hoteles, contando para ello con la participación de terceras personas que les acercaban contactos de posibles clientes en el país e incluso en el extranjero, al menos en Uruguay y los Estados Unidos. En algunos casos, las alumnas se encontraban a disposición de empresarios en el momento y en el lugar que ellos disponían durante largos períodos de tiempo, circunstancia que llegó a implicar traslados al exterior de varias mujeres como si fueran parte de un harén”, reza el dictamen del Ministerio Público Fiscal.
En los Estados Unidos, “el harén” de “geishas” fue trasladado, al menos, a Nueva York, Las Vegas y Chicago, según fuentes judiciales.
“Según se pudo reconstruir, las personas que se contactaban con la secta en los Estados Unidos tenían un importante poder adquisitivo y ponían departamentos a disposición de las alumnas”, dijo un avezado detective policial que participó de la investigación, aún en curso.
El monto del dinero que la secta recibió por la explotación sexual de las alumnas varió a lo largo del tiempo. “Pero, según el balance de la organización criminal, la mayor parte de los ingresos que tenía la EYBA provenía de los actos sexuales”, explicó a LA NACION una calificada fuente judicial.
Todos los ingresos de dinero están documentados y ahora son analizados por los funcionarios judiciales a cargo de la pesquisa. “Hubo varias salidas del país para llevar ‘alumnas’ a los Estados Unidos y a Uruguay”, afirmó otra fuente judicial consultada.
Niñas y adolescentes
Entre la noche del viernes 12 y el sábado 13 del actual, detectives del Departamento Trata de Personas de la Superintendencia de Investigaciones Federales de la Policía Federal Argentina (PFA) detuvieron a Percowicz y a 18 supuestos cómplices. Otros cuatro sospechosos, que residen en los Estados Unidos, están prófugos y tienen orden de captura internacional.
Los fiscales Stornelli, Mángano y Colombo explicaron que las víctimas de la explotación sexual identificadas hasta el momento “fueron incorporadas a la organización por sus familiares cuando aún eran niñas o adolescentes. Es decir que estas víctimas crecieron vivenciando la adoración al líder y observando a sus progenitores, rindiéndole culto como algo natural o normal”.
Dentro de la jerga de la organización criminal había un grupo de mujeres conocido como “ghostbusters” que “se dedicaba a realizar las prácticas ‘ceremoniales’ y a aconsejar a las ‘alumnas’ en razón de su experiencia como ‘geishas’”.
Los encuentros sexuales y los ingresos en el edificio de Estado de Israel 4457 eran filmados y las grabaciones se guardaban en otro domicilio, según consta en la causa. Se presume que era la casa del mago Carlos Barragán, ya detenido.
Investigadores del caso consultados por LA NACION explicaron que las víctimas de explotación sexual que ya fueron identificadas todavía no declararon porque se “espera el momento adecuado” para que puedan hablar y contar lo que sufrieron. No se descarta que hayan sido “aleccionadas” por sus explotadores para saber qué decir y qué no.
“Las alumnas accedían a los actos sexuales porque eran tareas que les pedía cumplir el líder. Las jóvenes que ponían algún reparo eran coaccionadas psicológicamente”, dijo una importante fuente con acceso al expediente.
La entrega de elevadas sumas de dinero y la explotación sexual no se hacía solo por medio del convencimiento psicológico. “Otras prácticas coercitivas tenían lugar en la ‘clínica’ denominada CMI Abasto, dependiente de la organización, donde los alumnos y alumnas eran internados y adormecidos durante varios días como forma de aleccionamiento y subordinación. Esto se hacía, fundamentalmente, cuando algún integrante planteaba alguna crítica o duda respecto del líder y sus máximos colaboradores”, explicaron los fiscales en su dictamen.
Como informó LA NACION, los alumnos y alumnas de la EYBA debían entregar un aporte económico: “el sobre”; según cada caso, la “contribución” podía llegar a los 10.000 dólares. Además, y para demostrarle fidelidad al Maestro, el día de su cumpleaños debían hacerle un regalo en dólares, suma que este año se había pactado en 65.000.
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