La reconstrucción del crimen, en el relato del padre del amigo de Fernando Báez Sosa
VILLA GESELL (enviado especial). El teléfono sonó en la madrugada del sábado 18, a eso de las 5.30. "Papá, a Fernando le pegaron, le hicieron reanimación cardiopulmonar y se lo llevaron al hospital. Ahora algunos estamos yendo al hospital, otros fueron para la comisaría", le dijo su hijo, que estaba en Villa Gesell junto a Fernando Báez Sosa, que murió esa madrugada a raíz de los golpes. LA NACION pudo reconstruir toda la secuencia de hechos a partir de ese momento hasta el día de hoy gracias al relato de las vivencias de uno de los padres de los amigos de Báez Sosa.
Desde que sonó el teléfono, la rutina se hizo pedazos. "Hoy volví a trabajar después de 10 días, todavía tengo la cabeza repartida entre acá y allá. De a poco me voy a acomodando", dice a LA NACION.
Ese sábado llamó rápido a otros padres y decidieron subir al auto para viajar a Villa Gesell; algo grave había pasado, aunque todavía no estaban al tanto de la peor noticia. "Cuando estábamos por salir nos dijeron que había fallecido... Yo trataba de mantener la calma. A otros padres les tocó llevar a los papás de Fernando, eso fue lo más difícil".
"Recuerdo que una de las versiones que circulaban era que el fallecido era de La Plata. Por eso en un momento, si bien teníamos la certeza de que era Fernando era el fallecido, los padres se querían convencer de que no era", agregó.
Al llegar a Villa Gesell, después de un viaje entorpecido por la gran cantidad de tránsito en la ruta, se encontró con su hijo en el hostel donde estaban alojados. Ahí el clima era complejo: algunos estaban conmocionados; otros, peor, no querían entrar al hostel y tuvieron que hacerles las valijas.
"Se quisieron ir de Gesell lo antes posible. La rueda de reconocimiento iba a ser el lunes, pero logramos gestionar con la fiscalía para que los chicos pudiesen ir al entierro. Ese lunes, el del velatorio, fue el baldazo de realidad. A cada uno le pegó distinto", dijo este hombre, que pide que su nombre se mantenga en reserva.
Eso sí: resalta que incluso en los momentos más dolorosos, los amigos de Báez Sosa jamás clamaron venganza. "Lo que tengo que rescatar es que no escuchás a ninguno de ellos diciendo palabras de venganza o una palabra fuera de lugar, es increíble. Están todo el tiempo diciendo que quieren justicia, nada más".
Sobre la golpiza de ese sábado fatal, este padre que conversó con LA NACION sostiene que prefirió casi no ver los videos que circularon, aunque destacó que en los videos "siempre se ve a los amigos de Fernando con las palmas abiertas, pidiendo a los otros que pararan. Ninguno de ellos tenía marcas en los nudillos. Ellos estaban tranquilos afuera de Le Brique; de hecho, qué tipo que sale para pelearse se va a comprar un helado de palito", se pregunta, recordando lo que estaba haciendo Fernando Báez Sosa cuando recibió el ataque artero y letal.
Sostuvo que intentan ser muy cautelosos cuando les preguntan a sus hijos sobre la golpiza, para no exponerlos a ese recuerdo. "Dicen que todo el tiempo trataron de sacar gente y que Fernando estaba tirado en el piso, golpeado. Ese hecho no tiene explicación".
Luego llegó el momento de regresar a Villa Gesell para enfrentar la rueda de reconocimiento, en donde los amigos de Báez Sosa se volverían a cruzar con los acusados del crimen. "Inicialmente mi hijo no estaba citado, pero fuimos a acompañar a otros padres y finalmente la fiscal lo hizo participar. Los pibes te dicen que sí, que fue muy fuerte reencontrarse con los rugbiers, pero estaban con la idea de que era un deber a cumplir, que para que haya justicia tenían que ir y señalar a los responsables, según lo que ellos recordaban".
Desde entonces el vínculo de amistad entre los amigos de Báez Sosa se hizo cada vez más estrecho, según lo que describe a LA NACION. "Los chicos están muy unidos. Yo a Fer lo conocía, lo llevé algunas veces a fiestas de egresados, pero no tenía un vínculo personal. Conocía bastante de su historia, de que pudo conseguir una beca para estudiar en el colegio Marianista de Caballito. Mi hijo también me contaba cosas sobre Fernando porque había compartido muchos espacios con él; por ejemplo, en una fundación en la que ayudaban a construir escuelas y casas para gente humilde".
Según describe este hombre, ahora a los padres les toca acompañar a la familia de Báez Sosa y luchar para que se alcance un fallo ejemplar. "Si la justicia lo demuestra serán juzgados como asesinos, o según el rol que haya tenido cada uno. A mí no me gustaría estar en la piel de los padres de Fernando, pero tampoco en la de los padres de los acusados. Estas son todas vidas arruinadas; unos tienen a un hijo muerto y los otros pueden tener una prisión perpetua sobre sus hombros".
El estudio del abogado Fernando Burlando representa a la familia de Báez Sosa. Según relata el padre que dialogó con LA NACION, "Fer siempre decía que le iban a decir doctor Fernando, como a Burlando. Creo que la madre hizo un comentario sobre eso en el cementerio y llegó a oídos del propio Burlando. Si no me equivoco, Burlando contactó a través del consulado paraguayo a los padres de Fer y les ofreció sus servicios de manera gratuita. La verdad es que no hay más que palabras de agradecimiento al respecto, estuvieron muy presentes desde que se pusieron al frente del caso".
Sobre lo ocurrido, dijo a LA NACION que este caso debe abrir un espacio para la reflexión. "Ya hay proyectos de lo que llaman 'Ley Fernando' dando vueltas, pero lo que tenemos que hacer es respetar las leyes que tenemos. No pasa por si hay más o menos policía: no se puede agredir a una persona de esa manera. Tal vez si en otros casos hubiese habido una condena ejemplar esto no hubiera pasado. De todos modos, rescato que en medio del drama una chica de 17 años se acercó e intentó reanimarlo. También, que al día siguiente un chico de 16 años se acercó a la fiscalía para denunciar. Es decir, hay gente que se involucra. Si con eso alcanza, no lo sé, pero prefiero quedarme con estos pequeños grandes actos", concluyó.
Por Alejandro Horvat (enviado especial)
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