Aparecieron con vida las dos chicas perdidas de La Quiaca
Estaban en Bolivia; la mayor llamó a su hermano y así la encontraron; con los datos que pudo aportar se llegó a la segunda niña; "Me ofrecían trabajo para algo horrible", contó la menor
Aparecieron Antonela Mendoza y Gloria Ramos, de 14 y 16 años. Habían desaparecido hace casi tres meses en La Quiaca, Jujuy. Según pudo saber LA NACION, ambas se encontraban en Bolivia, en distintos lugares.
"Vení a rescatarme que la estoy pasando muy mal", le dijo Gloría por teléfono a su hermano mayor, que vive en la ciudad de Agua de Castilla, en Bolivia. El hermanó fue hasta Potosí y la encontró. Horas después, mientras todas las fuerzas de seguridad argentinas y bolivianas la buscaban, apareció caminando por el Puente Internacional que divide La Quiaca con Villazon.
Cuando Carina Ramos, la madre de Antonela, se enteró de que Gloria había vuelto, corrió a pedirle ayuda a la cónsul de la Argentina en Bolivia, Reina Sotillo, con quien viajó al lugar donde finalmente encontró a su hija, que había desaparecido junto a su amiga Gloria el 20 de septiembre último a la salida de la Escuela Normal. "Lo hicimos sin esperar una orden judicial, porque iba a demorar mucho y quién sabe qué podía pasar", destacó.
Reina Sotillo se subió a un vehículo junto a la madre y un personal de seguridad, y cruzaron la frontera hacía Bolivia, en una heroica búsqueda, hasta un "pequeño pueblo ubicado en el departamento de Potosí, donde Gloría dijo que su amiga (por Antonela) podía estar", contó la madre.
"Fue un viaje muy largo con la cónsul y un chofer", reiteró repetidas veces Carina Ramos, quien agradeció "profudamente" a Sotillo por su intervención.
"Cuando caía la noche, llegamos a una casa pequeña, ubicada al lado de la montaña, en un pequeño pueblo sobre la ruta, y se bajó la cónsul a hablar con la gente que se encontraba allí adentro", contó a LA NACION.
"Era un lugar muy feo y Reina Sotillo entró sola, para no provocar peleas, la agarró de la mano y la sacó. Cuando la vi nos abrazamos fuerte", contó Carina, quien agregó que su hija "estaba temblando".
Un periodista de la zona contó a LA NACION que la casa donde estaba la joven "no era el lugar donde una menor debía estar, había gente borracha, y mal ambiente". "Cuando la nena vio a su madre gritó muy fuerte ‘mamá como quería verte’, y corrió a abrazarla. El grito se escuchó a dos cuadras de distancia", confió esta fuente.
"Mi hija dice que no recuerda mucho y que lo único que pudo contar fue que le ofrecían un trabajo de algo horrible en Salta", sostuvo Ramos. "Las dos chicas lloran todo el tiempo y no cuentan lo que les pasó", agregó.
"Cuando emprendimos la vuelta, y después de ocho horas de viaje llegamos a La Quiaca, fuimos hasta Gendarmería, y allí continuaron llegándome mensajes de texto amenazándome con que dejara de joder", dijo la madre, y contó: "Me decían que si seguía molestando también iba a desaparecer mi hijo".
Anoche, cuando la cónsul Sotillo llegó a Gendarmería con la joven y su madre, algunos medios locales intentaron indagar en la cuestión, la diplomática se limitó a contestar, según consignó El Tribuno de Jujuy: "Estamos luchando contra personas muy malas".
Ambas menores de edad se encuentran con sus familiares, custodiadas por Gendarmería, y en buen estado de salud. Fuentes policiales aseguraron a LA NACION que "no se les preguntó mucho por ordenes de los especialistas en el tema" pero que "una de las chicas dijo que pasó por cosas muy feas pero que no las recuerda muy bien".
Sospechas de prostitución y tráfico de órganos
La hermana de Gloria contó a LA NACION que recibió un llamado telefónico de una mujer desde Tartagal, provincia de Salta. "Me llamó para decirme que mi hermana estaba marcada para ser sometida al tráfico de órganos, y que Antonela (Ramos) estaba destinada a una red de prostitución".
María no quiso ahondar en el tema y contó que realizó todas las declaraciones en la policía y que aguardan las investigaciones. "Tampoco quise preguntarle mucho a mi hermana, guiada por las recomendaciones de los especialistas, ya que no queremos presionarla; con el paso del tiempo, ella irá contando las cosas solita", contó.
"Fueron tres meses en los que pensamos lo peor: nos dijeron que estaban en Salta, después en Buenos Aires, que las habían visto en Corrientes en un auto polarizado, que las iban a matar, y ayer aparecieron. Tenerlas en casa es lo único que nos importa, agradecemos mucho a Dios, a los santos, y a las autoridades que nos ayudaron, en especial a la cónsul Sotillo", dijo la hermana.
A su vez, manifestó que ambas familias se sienten "realizadas" porque "lograron poner en conocimiento de toda la Argentina la situación por la que atraviesa La Quiaca", con respecto a "la trata de personas y tráfico de personas", en su mayoría menores de edad.
Las familias de las jóvenes habían convocado a una marcha masiva para el próximo jueves, y aseguraron que la iniciativa sigue en pie aunque las menores ya hayan aparecido. "Lo vamos a hacer para apoyar a la familia de Ariel Llampa, que hace un año no aparece; a Susana Trimarco, por su lucha; y a todas las familias de jóvenes desaparecidos en La Quiaca y en el país", contó Carina Ramos.
La Justicia, en silencio
La causa era llevada por el fiscal Alejando Maldonado, y ahora pasó a la órbita de la Justicia Federal. Es por eso que el juez Mariano Wenceslao Cardozo, a cargo del juzgado Federal N°2 de Jujuy, es quien hoy tiene la causa.
LA NACION intentó comunicarse con diversas fuentes del juzgado y no obtuvo respuestas. El portal Jujuy al Momento afirmó que se estudia la posibilidad de "descartar que se trate de un caso de trata de personas o secuestros de las menores para la explotación sexual", como inicialmente se investigó, a pesar de las dudas que emergen tras su paso de un país a otro.
Se espera una conferencia de prensa de las autoridades judiciales para brindar mayor información por la cantidad de interrogantes que presenta el caso. Aun no se sabe con quién estaban las jóvenes y por qué una de ellas volvió por su cuenta a la Argentina, cuando la Fiscalía, Gendarmería Nacional, las Defensorias, la Policia Federal y de la provincia de Jujuy, y las autoridades análogas de Bolivia las buscaban.
Sobre todo, porque así como Antonela y Gloria estuvieron desaparecidas, son más de 60 las personas buscadas en la región.
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