La nueva generación. Los hijos y los nietos de Los Monos se rebelan y desafían a los líderes históricos del clan
Uriel Luciano, de 19 años, hijo del Pájaro Cantero, asesinado en 2013, encabeza una célula criminal que actúa de manera autónoma; escuchas judiciales revelan que pone límites a las órdenes de Guille Cantero, jefe de la banda desde hace una década
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Ya había indicios: en agosto cientos de vecinos se juntaron a rezar en un punto neurálgico del Barrio Ludueña. “¡No queremos a los pibes en un cajón!”, clamó una madre, arrasada por el dolor de la pérdida, pero, también, consternada por las consecuencias de la guerra narco en esa zona del oeste rosarino. Los protagonistas de esos enfrentamientos son la nueva generación de las mafias locales. Son los herederos de los líderes de los viejos clanes, como el de Los Monos, a los que ahora desafían, a los que ya parecen no responder. Nacidos y crecidos en el fragor del delito, las balas y la muerte, quieren imponer su propia ley, ser los capitanes del negocio del crimen.
Con los viejos capos de las familias más influyentes del delito y el narcotráfico presos y condenados, las actividades en el territorio comienzan a salirse de su control. Una investigación de la fiscal Marisol Fabbro que, hace dos semanas, derivó en más de 40 allanamientos y la detención de 25 sospechosos, entre ellos, Uriel Luciano Cantero, hijo del mítico “Pájaro” y nieto de Máximo Ariel, El Viejo, fundador de La Banda de los Monos, comenzó a revelar la autonomía de los subgrupos del clan, en los que la “sangre nueva” dicta sus propias reglas y desafía las órdenes de los antiguos líderes.
“Guille no corta ni pincha conmigo y el barrio es mío, quédense tranquilos que el barrio es mío, ahora estoy yo, yo soy el barrio ese, sabés”, dijo Lucho Cantero, el joven de 19 años que desde enero pasado está detenido en el penal federal de Marcos Paz. Ese desafío a la autoridad de su tío Ariel, alias Guille, que aún ejerce la jefatura de Los Monos desde su celda en la cárcel de Ezeiza, quedó registrado en una escucha telefónica de la pesquisa en la que la fiscal Fabbro investiga por homicidios, extorsiones, robo de autos y venta de drogas a la célula criminal encabezada por el hijo de Claudio Ariel Cantero.
Un solo dato basta para graficar el sino criminal de la familia Cantero: Lucho tenía solo 10 años cuando, el 26 de mayo de 2013, mataron a su padre a balazos en la puerta de un boliche de Villa Gobernador Gálvez, crimen que desató una violenta guerra que hizo crecer exponencialmente la tasa de homicidios en Rosario. Un mes después de eso, Guille Cantero, que asumió la jefatura de los Monos tras el crimen de su hermano, fue detenido por encabezar la sangrienta racha de ejecuciones para vengar al Pájaro. Él tenía 25 años; su hermano asesinado, 29. Desde entonces suma condenas acumuladas por más de 100 años de cárcel por todo tipo de delitos. Luciano Uriel, ahora con 19, está preso como líder de una asociación ilícita.
En uno de aquellos 40 allanamientos ordenados por la fiscal Fabbro fue atrapado el menor de los hermanos de Guille: Dylan. Armado con una ametralladora, intentaba escapar de la policía por los techos del barrio La Granada, cuna de Los Monos. Días antes habían asesinado a Nahuel Cantero, nieto y lugarteniente del Viejo Cantero, que desde el penal de Piñero –donde está detenido desde abril pasado– también maneja su porción de negocios criminales desde la cárcel, a través de órdenes que impartía por medio de su hija, Bárbara Yamila. El hombre que fundó Los Monos tras el estallido social y económico de 2001, dominaba el territorio por la violencia y, también, a través de la asistencia: cuando lo allanaron, en su casa encontraron cajas alimentarias de un programa municipal, que “repartía” entre la gente de su barrio.
En 2015, cuando el Viejo Cantero fue detenido, mientras andaba en un carro de cirujas, iba con Dylan, que tenía 13 años. Cuando el pibe vio el patrullero que se cruzaba por delante, saltó de la caja del sulqui y se perdió en un pasillo de la villa Vía Honda, donde su padre tenía el comedor comunitario Gauchito Gil. Desde entonces, no hizo más que profundizar en el lenguaje de las armas y la violencia.
El regreso del “Pájaro”
Tras el reinado del Viejo y de Guille, una de las ramas del clan Cantero comenzó a tener vuelo propio. La encabeza Lucho, junto con su pareja, Érica Bullón, y su madre, Lorena Verdún, la viuda del Pájaro.
En la audiencia imputativa de la semana pasada, la fiscal Marisol Fabbro los acusó de integrar, junto a otros 25 detenidos y otros diez sospechosos que siguen prófugos, una organización que “procuró ocupar y dominar sectores y barrios de la ciudad de Rosario y excluir de allí a bandas antagónicas con el fin de obtener beneficios económicos producto de diversas actividades ilícitas, como su expansión territorial”.
“Para llevar a cabo ese objetivo, los integrantes de la asociación cometieron diversos delitos” como homicidios, lesiones, encubrimientos, amenazas, extorsiones, abuso de armas, portación y tenencia ilegal de armas de fuego y venta ilegal de estupefacientes”, enumeró la representante del Ministerio Público.
La fiscal Fabbro precisó que la célula criminal liderada por Lucho Cantero operó al menos desde junio de 2021 hasta fines de septiembre y logró “mucha influencia” en los barrios La Granada, Las Flores, Las Delicias y Plata, la zona de la que son oriundos los Cantero.
Los audios
Una escucha telefónica que forma parte de la pesquisa, reveló la atomización de Los Monos y la degradación de la vieja línea vertical de conducción de la narcobanda.
Dylan Tomás Baldón, alias Capocha, de 18 años y ejecutor en las calles de las órdenes que Lucho Cantero daba desde la cárcel de Marcos Paz, le dijo a su jefe, en una llamada: “Me manda audio Guille, chau, hasta la pi…”. De esa conversación tomó parte Érica Bullón, quien aclaró que era una recriminación “por una casa, por unos pasillos del 17, algo así”. Se refería a un conflicto por una vivienda usurpada en el barrio 17 de Agosto.
Capocha agregó que Vanesa Barrios, mujer de Guille Cantero, le hizo una videollamada en la que le dijo: “¿Qué pasa que se meten al rancho mío, que me robaron todas las cosas? Ese rancho es mío, yo lo tengo hace como cuatro años, ¿Quiénes se piensan que son, ustedes?”.
Barrios también llamó a Lucho. Así quedó grabado: “Yo soy una mujer grande y no estoy para puterío barato. No se tienen por qué meter a mi casa, nada más, o sea, no te estoy diciendo que vos me vas a sacar la casa ni nada, que no tienen por qué agarrar de juntadero mi casa, eso fue lo único que dije, y ahí Samuel no tiene ninguna casa, porque vos sabés muy bien que la casa que era de ellos nos la quedamos tu tío y yo”.
Ante esa “aclaración”, en la que, al mismo tiempo, daba por hecho cómo se habían quedado con una vivienda por la fuerza, Lucho Cantero le respondió: “Yo tampoco me engancho en los puteríos baratos, pero se ve que a vos te llegan con puterío y vos te los crees”.
Fue entonces cuando desafió al líder de Los Monos de la última década: “Quédate tranquila que en la casa esa no se metió nadie. Si ustedes cierran mal la casa es problema de ustedes, y acá a Guille no lo metas, porque Guille no corta ni pincha conmigo y el barrio es mío. Quédense tranquilos que el barrio es mío, ahora estoy yo, yo soy el barrio ese, sabés. El barrio si quiero me lo dejo todo para mí, decile vos y a quien vos quieras, corta”.
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