La muerte de Maradona. Cinco fuerzas no pudieron evitar la postal de incidentes
"Es imposible evitar un enfrentamiento en estas condiciones". La frase asignada a un hombre que seguía paso a paso los que ocurría en la despedida a Diego Maradona fue lanzada bastante antes de que volase la primera piedra. Por entonces, los teléfonos cruzaban mensajes directos entre las autoridades nacionales y porteñas confirmándose que las hijas mayores del más grande futbolista de todos los tiempos habían decidido finalizar el velatorio a las 16. Los encargados de la seguridad pública pensaban en un escenario de disturbios cuando la gente que esperaba por ver a su ídolo por última vez se enterase que no todos podrían ingresar en la Casa Rosada. Pasadas las 13 se tomó la determinación, coordinada entre la Nación y la Ciudad, de cerrar los accesos a la Plaza de Mayo. Aquellos que estuviesen dentro del perímetro tendrían su oportunidad de pasar frente al féretro.
La Policía de la Ciudad tenía asignada la responsabilidad del anillo externo, el lugar donde debía cerrarse el paso, según la decisión tomada con las autoridades nacionales en un intento de evitar lo que sucedería un par de horas después. La Policía Federal debía respaldar esa maniobra, con la Gendarmería como unidad de reserva por si las otras fuerzas resultaban superadas. En total, más de dos mil agentes participaron del operativo. Ese dispositivo fue diagramado por el Comando Unificado. Pasadas las 13.30 comenzaron los incidentes en Avenida de Mayo y 9 de Julio.
Allí se calculaba en ese momento que unas cinco mil personas se quedarían sin la posibilidad de dar su adiós a Maradona. El resto tendría tiempo para el saludo final, según el horario definido por la familia Maradona, que quería completar su ceremonia sin tantas tensiones políticas y sociales. El grupo que fue interceptado por el cordón policial en la 9 de Julio inició los enfrentamientos que se temían tanto como se avizoraban. La intención de la policía porteña en ese lugar fue desalojar la zona con un movimiento que desalentase a nuevos acercamientos. Los primeros disparos fueron con munición de fogueo para provocar temor con el estruendo de las escopetas. Las piedras empezaron a volar y por momentos el enfrentamiento fue cuerpo a cuerpo, mientras las corridas se extendían por Avenida de Mayo hacia la Casa Rosada, donde decenas de miles de personas esperaban su turno de ingreso. La tensión creció a medida que se acercaba la hora señalada para la salida del cortejo fúnebre rumbo a un cementerio privado en San Miguel.
Las autoridades coordinaban cómo sería el movimiento de los restos de Maradona cuando la impaciencia ganó a la gente que aguardaba cerca de las rejas de la Casa Rosada. Por entonces, el sistema pensado para que no ingresasen más personas al perímetro de la Plaza de Mayo dejó una puerta abierta cerca las 14 para que por la zona del bajo se acercasen seis ómnibus de Gimnasia y Esgrima, el club dirigido por Maradona. Quienes tuvieron que habilitar el paso de esos vehículos, supuestamente por una directiva enviada desde la Casa Rosada, sospechaban que la barra de ese club se movilizaba en esos micros. Un poco después de las 15.30 los incidentes llegar al lugar donde nunca antes se habían registrado disturbios: los patios de la Casa Rosada. Ni siquiera en los peores días de la crisis del 2001 se habían arrojado gases lacrimógenos dentro del emblema del Poder Ejecutivo. En ese caso, la Policía Federal tiene jurisdicción primaria en la protección de la Casa Rosada.
Toda coordinación de rompió en ese momento. Más al conocerse la definición del ministro del Interior. "Le exigimos a Rodríguez Larreta y Diego Santilli que frenen ya esta locura que lleva adelante la Policía de la Ciudad. Este homenaje popular no puede terminar en represión y corridas a quienes vienen a despedir a Maradona", escribió el ministro en la red social Twitter.
El efecto de los disturbios dentro de la Casa Rosada fue inmediato. Pese a que se había anunciado la extensión del velatorio hasta las 19, apenas fue desalojada la residencia del Poder Ejecutivo se dio por finalizada la despedida popular a Maradona.
El Ministerio de Seguridad de la Nación explicó: "Queremos que quede claro, este Ministerio ni ninguna de las fuerzas a su cargo ha dado ni recibido orden alguna de ejercer la violencia sobre las personas que se encuentran en las inmediaciones ni adentro de la Casa Rosada. Es absolutamente falso que las fuerzas policiales y federales de seguridad hayan recibido la orden de reprimir ni de participar de la represión desatada en la zona de la avenida 9 de julio, ya que es jurisdicción de la policía de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Es la Policía de la Ciudad de Buenos Aires la que posee la responsabilidad primaria del operativo", se indicó en un comunicado de prensa.
Y se agregó: "El Ministerio ofreció su apoyo al operativo para las autoridades de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires de modo de incrementar la prevención ante la posible aglomeración multitudinaria de personas. Para eso, el Ministerio constituyó un Comando Unificado de coordinación de sus cuatro fuerzas (GNA, PNA, PFA y PSA) de modo de colaborar con las necesidades que Ciudad y Casa Militar solicitaran. De hecho, a la hora solicitada por la familia para el inicio del velatorio, 6 de la mañana, el Comando se encontraba desplegado según su planificación. Este Comando dispuso que la PFA quedara controlando el ingreso a la Casa Rosada; la PSA en el vallado de ingreso y la GNA conteniendo, de manera preventiva, si había alguna necesidad de refuerzo de las demás fuerzas federales".
Las autoridades políticas de la Ciudad, en cambio, apuntaron a que la presencia de la policía porteña formaba parte del operativo diseñado y comandado por funcionarios nacionales.
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