La muerte de Maradona: violación del secreto profesional, el perdón de Diego y otras respuestas de Luque
El neurocirujano fue el último de los siete imputados en ser indagado por el equipo especial de fiscales que investigan las circunstancias que rodearon el fallecimiento del astro mundial del fútbol
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Para defenderse de la acusación de homicidio simple con dolo eventual en el expediente donde se investigan las circunstancias de la muerte de Diego Armando Maradona, el neurocirujano Leopoldo Luque presentó un escrito de 85 páginas en el que, entre otras cosas, negó haber estado a cargo de la internación domiciliaria del astro del fútbol mundial. Pero después, y durante más de seis horas, respondió más de 100 preguntas de los fiscales a cargo de la causa. En ese tramo de su indagatoria recordó cómo comenzó a atender al Diez, negó que el denominado “entorno” bloqueara el tratamiento médico y afirmó que, por momentos, sintió “poca colaboración” de parte de la familia del ex DT.
Así lo pudo reconstruir LA NACION de fuentes judiciales. La audiencia indagatoria estuvo a cargo de los fiscales generales adjuntos de San Isidro, Patricio Ferrari y Cosme Iribarren, y la fiscal de Benavídez, Laura Capra, que llevan adelante la investigación que comenzó el 25 de noviembre pasado, el día del fallecimiento de Maradona.
Luque llegó ayer poco antes del mediodía a la Fiscalía General de San Isidro acompañado por su abogado, Julio Rivas. Después de entregar el escrito con su descargo comenzó la audiencia, donde se le tomó declaración indagatoria con la lectura de la imputación que le hicieron los representantes del Ministerio Público y de las pruebas que obran en el expediente.
La primera pregunta de los fiscales fue sobre el inicio de su vínculo profesional con Maradona. Luque recordó que fue en 2016 y que la primera vez que vio a Diego fue en un country de Tigre. Afirmó que la relación se hizo más constante a partir de 2019, cuando el astro regresó al país después de haber trabajado en el exterior.
Cuando los fiscales le preguntaron cómo era la metodología del pago de sus honorarios, el neurocirujano respondió: “Mis visitas siempre fueron a su domicilio. De 2016 a 2019, no recibí ningún pago. En el 2019, debería fijarme, pero creo que no recibí pagos. De todos modos, no lo hacía por dinero, recién el último año me comenzaron a pagar. Las facturas eran emitidas a Maradona. Yo hablaba, con respecto al sueldo, con Vanesa Morla [la hermana del abogado y apoderado Matías Morla] y la contadora, de apellido Trimarchi. Esto fue en el último año. Debería sacar las cuentas, pero tengo entendido que facturé 12 meses. El monto era de $100.000 por mes. No hubo aumentos.
Ante una consulta de los fiscales, Luque afirmó que no tuvo un trato fluido con Morla. “Las comunicaciones eran mediante mensajería instantánea y por llamados, no recuerdo el medio con exactitud”, afirmó el imputado.
Los investigadores le preguntaron si fue a ver a Maradona a Campos de Roca II, el country de Brandsen donde Diego vivió cuatro meses durante su etapa como DT de Gimnasia y Esgrima La Plata. “Sí, concurrí a Brandsen. La función que cumplía en aquel entonces fue siempre la misma: ser su médico de confianza, y ayudarlo y proponerle lo que se requería para su salud tanto física como mental. No sé cuántas veces fui, dependió de los momentos. Por ejemplo, cuando Maradona, que era un paciente con antecedentes de adicción al alcohol y a la benzodiacepina, pasaba por períodos buenos y períodos muy malos. Cuando Diego estaba bien, prácticamente no iba, pero cuando tenía una recaída iba todos los días. Estimo que habré ido más de 20 veces. Se puede constatar porque era un barrio cerrado”.
La pregunta siguiente de los fiscales fue si durante el tiempo que Maradona vivió en Brandsen pudo “verificar la presencia de alcohol y/o fármacos”, el imputado respondió: “Maradona tenía una particularidad respecto del consumo del alcohol y benzodiacepina, y era que adelante mío no consumía. De todos modos, yo podía interpretar, por su estado, que había consumido. También por referencia de terceros”.
Ante una consulta puntual sobre qué cantidad de recaídas de consumo de alcohol tuvo el paciente, Luque dijo: “No lo puedo precisar. Sí puedo decir que el consumo de Diego nunca cesó. Por períodos, cuando estaba en Brandsen, hacía abstinencias completas por dos o tres semanas, pero no quería decir que no tuviera más la adicción. Tenía períodos buenos y malos. No puedo precisar cronológicamente qué episodios tuvo”.
Cerca del final de la declaración indagatoria, el equipo de investigadores, coordinado por el fiscal general de San Isidro, John Broyad, le preguntó a Luque si desde que “comenzó a trabajar con Maradona, y particularmente durante el período comprendido entre el 11 y el 25 de noviembre de 2020 [las dos semanas que Diego vivió en un barrio cerrado de Tigre], se vio impedido en hacer algo con su paciente por pedido o indicación de los allegados del mismo, particularmente Matías Morla, Vanesa Morla, Maximiliano Pomargo [cuñado de Morla], Jonathan Espósito [sobrino del Diez] y los custodios”. El imputado respondió: “Jamás. Desde que lo conocí a Diego jamás me vi impedido de realizar algo que le correspondía y que fuera por su salud. Nunca un allegado bloqueó algún tratamiento. Uno espera que la familia colabore. Yo a veces no sentí colaboración, pero no que me entorpezcan”.
La pregunta siguiente fue “si estas mismas personas le indicaron hacer algo con respecto al paciente que sea visiblemente perjudicial [sic]”. Respecto de esa consulta Luque sostuvo: “Han comentado de no decir que era un alcohólico, y yo lo dije [en entrevistas o conferencia de presa]. Yo me equivoqué. Diego me perdonó. Estuve mal. Violé el secreto profesional”.
La última pregunta estuvo a cargo de la defensa. Rivas le preguntó “si impidió u obstaculizó durante la internación domiciliaria la atención de médicos o enfermeros”, Luque espetó: “No, nunca”.
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