La marcha sin freno de un asesino itinerante
Asesino itinerante es aquel que tiene un itinerario a través de distintas "locaciones" en las que aniquila lo que se interponga ante lo que, considera él, obstaculiza su necesidad psicológica de reivindicación.
Estos ataques pueden tener períodos de enfriamiento emocional o de suspensión de la actividad que pueden ser de corta duración, esto es, horas o días.
En el caso de Hurlingham el ataque no parece ser espontáneo; el hecho de atacar a la víctima con su propia arma y apropiarse de su chaleco antibalas -¿para protegerse?- son actos de previsión de riesgos demasiado complejos para una mente que se encuentra en un estado de locura o alienación temporal.
Lo mismo ocurre con el método que utilizó para reunir a los familiares de la víctima a través del engaño y terminar con ellos, probablemente porque los consideraba "culpables" de algo que a él lo llevaba cuesta abajo, por lo que merecían ser castigados. Habla de alguien con capacidad de cálculo, frialdad y manipulación.
Un chico de 11 años sobrevivió porque le pidió al agresor que no lo matara: quizás comprendió que el menor no tenía culpa de nada y no merecía el mismo final que el resto. De esto se infiere que existiría en el autor del hecho discernimiento entre el bien y el mal.
Existen casos de femicidios con conductas previas de alto riesgo que pudieron haber sido valoradas para medir el riesgo de la violencia futura (y trágica). El nuevo caso parece combinar las conductas frecuentes presentes en una motivación que combina lo sexual con lo agresivo-destructivo, las conductas previas de acoso, las amenazas, la vigilancia, una conducta abusiva hacia la familia que puede incluir amenazas. Esas conductas llevan implícitas, en la mente de estos sujetos, insinuaciones sexuales o el deseo de posesión, que se revela también en casos donde hay robo o destrucción de la propiedad o de objetos de la víctima.
Se ha visto cómo en varios femicidios o femicidios vinculados las amenazas previas indicaron un deseo al cual no le faltó voluntad, pero sí el momento justo para llevar a cabo el fin deseado de modo exacerbado. En el caso de Hurlingham eso se dio, dramáticamente, con la contundencia de un relámpago mortal.
Diplomada en Criminología, Criminalística y DD.HH.