La historia detrás de la historia. La ametralladora narco de una barra de fútbol expone una letal combinación de violencia
El control de las tribunas, incluso de clubes del ascenso, consolidan el poder territorial de los vendedores de drogas
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Hace casi 37 años que comencé en la profesión de periodista. Mis primeras crónicas fueron sobre incidentes entre barras bravas, en esa época las hinchadas locales y visitantes concurrían a los estadios. Pero en la actualidad las guerras y los homicidios ocurren por las internas en los grupos violentos que pelean por los negocios vinculados a los partidos: los trapitos, los puestos de ventas de comida y bebidas, las extorsiones, los pases de los futbolistas y también el narcomenudeo. En los últimos días se viralizó la imagen de barras rumbo a una cancha, armados incluso con una ametralladora. La venta de drogas está detrás de esa noticia.
Hasta julio pasado la figura de Nicolás Nahuel Guimil se ocultaba detrás de un nombre al que sus subordinados, miembros de las bandas narco rivales y policías le temían: Chaki Chan.
Como Keyser Söze, el personaje ficticio de la película Los sospechosos de siempre, Chaki Chan o Guimil construyó su poder entre las sombras sobre la base del anonimato y del miedo que infundía la sola mención de su nombre o la posibilidad de que, a pesar de que estuviera a pocos metros, era imposible identificarlo o defenderse de un eventual ataque porque nadie conocía su rostro.
Pero ese poder se terminó. A principios de julio pasado, Chaki Chan fue apresado en una serie de operativos realizados por efectivos de la Policía Federal. Entonces, sus rivales intentaron aprovechar la oportunidad para recuperar el terreno perdido en uno de los campos de batalla que supuestamente dominaba el jefe narco que había armado la red de distribución, fraccionamiento y cocinas de estupefacientes que lo convirtieron en el “Patrón de la droga de La Matanza”.
Uno de los frentes abiertos que tenía Chaki Chan tenía como escenario las tribunas de la cancha de Laferrère, uno de los tres equipos que La Matanza tiene en las diversas categorías de la AFA. En junio de 2022 Chaki Chan había logrado dominar la barra brava del equipo que disputa el torneo de la Primera B Metropolitana.
Chaki Chan o Guimil quería controlar la barra brava de Laferrère para aumentar su poder de distribución de la droga que producía en sus cocinas instaladas en Puerta de Hierro, San Petersburgo y los barrios 20 de Abril, Villegas o 22 de Enero. Pero un sindicalista le hizo frente y la guerra apenas comenzó.
A partir de la detención de Chaki Chan, Fabricio M., que comanda una de las dos facciones en pugna por el control de la barra brava de Laferrère: “La Familia Villera” y “La 79″, habría aplicado un plan para reconquistar el poder en la tribuna del equipo matancero.
Fue así como en el primer partido que Laferrère disputaba como local en la reanudación del torneo, el grupo que respondería a Fabricio M. interceptó un colectivo de la línea 96, a punta de pistola obligó a descender a los pasajeros y amenazó al chofer para que se desviara de su recorrido y los llevara al estadio del conjunto de camiseta verde y blanca, en Rodney y Magnasco.
Se trató de una demostración de poder de fuego y de fuerza contra la facción rival conducida por dos lugartenientes de Chaki Chan, que mantiene control sobre su organización a pesar de estar detenido en una cárcel federal.
En la grabación realizada por un automovilista se veía a cuatro barras con pistolas y a un quinto hincha violento al que fuentes policiales identificaron como Hueso, al que los barrabravas le gritaban que “la sacara, que la sacara”. En ese momento, Hueso se asomó por la puerta trasera del colectivo y mostró una ametralladora. La escena terminó cuando los barras llegaron a dos cuadras del estadio. No hubo enfrentamientos ni muertos, pero el mensaje para la banda rival quedó claro.
En estos 37 años los cambios fueron solo para aumentar la violencia. Cuando realicé la primera cobertura informativa de un homicidio ocurrido en el contexto de un partido de fútbol, José Luis Zaccara, un simpatizante del club Leandro Alem, de General Rodríguez, se había convertido en la víctima número 124 de la violencia en el fútbol. Ese hincha había quedado en medio de la represión de los efectivos de la policía bonaerense que intentaban evitar que barrabravas de Alem arrojaran pedradas contra el automóvil en el que abandonaba la cancha el árbitro del partido que el equipo local había disputado contra Claypole.
En la actualidad, 37 años después, llegó a 352 la cantidad de víctimas en las canchas y sus alrededores, según el informe de la ONG Salvemos al Fútbol. Jorge Durán un presunto barra de Chacarita, asesinado de una puñalada en una de las tribunas del estadio del club de San Martín, fue la víctima 351. En los últimos días, el Ministerio Público de ese distrito judicial decidió liberar al único sospechoso por falta de pruebas.ß
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