La historia detrás de la historia. “Algo huele mal en Dinamarca” y otros secretos de la condena a prisión perpetua para Nicolás Pachelo
Tras el fallo que había absuelto en 2022 al exvecino de Carmel por el asesinato de María Marta García Belsunce, crimen ocurrido el 27 de octubre de 2002, el Ministerio Público Fiscal estaba convencido de revertir el caso en el Tribunal de Casación Penal bonaerense
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Habían pasado dos horas y media desde que se había conocido la absolución de Nicolás Pachelo en el tercer juicio por el homicidio de María Marta García Belsunce, crimen ocurrido en el country Carmel, en Pilar, el 27 de octubre de 2002. Patricio Ferrari, Andrés Quintana y Federico González, el equipo especial de fiscales que estuvo a cargo de la acusación, se sentían golpeados. Después de casi cinco meses de debate, estaban convencidos de que había pruebas suficientes para condenar al exvecino de la víctima como el asesino. Su jefe, el fiscal general de San Isidro, John Broyad, los reunió y bajó un sol furibundo, les transmitió tranquilidad y confianza: “En el Tribunal de Casación Penal lo damos vuelta. El voto de Federico Ecke [presidente del tribunal y que se había inclinado por una condena] está muy bien fundamentado. Fue fuerte lo de ‘algo huele mal en Dinamarca’”.
Era el 2 de diciembre de 2022. El Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N°4 de San Isidro había dado a conocer el veredicto a las 11.37. Por mayoría, con los votos de los jueces Osvaldo Rossi y Esteban Andrejin, el hijo de Roberto Pachelo, uno de los fundadores de Carmel, fue absuelto por el “crimen del country”. Los representantes del Ministerio Público Fiscal habían solicitado la pena de prisión perpetua.
“Pachelo ha sido, es y será el autor del crimen”, dijo Ferrari, antes de retirarse del edificio de los tribunales de San Isidro, en Ituzaingó 340, para dirigirse a la Fiscalía General del distrito, situada a pocos metros, en una casona con aljibe, para reunirse con Broyad, González, Quintana y el equipo de colaboradores que trabajaron codo a codo en la previa y durante el juicio.
Broyad era el más convencido. “¿Leyeron lo de Ecke?”, preguntaba a las personas que entraban en la Fiscalía General, según pudo reconstruir LA NACION de fuentes que estuvieron esa tarde donde los fiscales, funcionarios y empleados compartieron choripanes y sandwiches de lomo. Todos hicieron catarsis de la sentencia del tribunal.
“La Justicia está representada por una mujer con sus ojos vendados, en una mano una balanza y en la otra una espada. La mujer, inspirada en la diosa griega Temis que significa orden. Los ojos vendados, con el fin de destacar que la Justicia solo mira a las personas, es decir, que es imparcial. La balanza, igualdad con que la Justicia trata a todos. La espada, simboliza la fuerza inflexible de la letra de la ley. Pareciera que la pregunta de quién la mató [a María Marta], a mi pesar, mantendrá su suspenso. Como anillo al dedo, viene la expresión, ’algo huele mal en Dinamarca’”, leyó en voz alta, una y otra vez, Broyad. La cita a William Shakespeare en su obra Hamlet era parte del voto de Ecke.
Un año, tres meses y 25 días después, Broyad, Ferrari, Quintana y González sintieron una gran satisfacción: la Sala I del Tribunal de Casación bonaerense condenó a Pachelo a la pena de prisión perpetua por el homicidio de García Belsunce.
Como Broyad en su momento, los jueces María Florencia Budiño y Fernando Luis María Mancini, en su fallo convalidaron el veredicto condenatorio de la minoría [el voto de Ecke] “respecto del hecho que damnificara a García Belsunce, con el alcance fijado por el acusador público durante el juicio marginada la subsunción ampliada, en tanto ha quedado demostrada la intervención ejecutiva del acusado Pachelo”
Para los magistrados, “Pachelo ingresó en la propiedad situada en Santa Lucía sin número del barrio Carmel, donde residían García Belsunce y Carrascosa, y mientras se encontraba desarrollando su plan delictivo en el interior de la vivienda, advertida María Marta de la presencia del intruso, en la planta superior de la casa, a fin procurar su impunidad debido al conocimiento que de él tenía la víctima, procedió a propinarle golpes de puño en el rostro y en el cuerpo, para luego, con la inequívoca voluntad de darle muerte en busca de impunidad, efectuarle con el arma que portaba, un revólver calibre 32, seis disparos sobre la damnificada, siendo que uno de ellos le provocó una lesión superficial (rebote) en el sector de la bóveda craneana, mientras los cinco restantes fueron efectuados a corta distancia, siendo que uno de ellos le provocó una lesión contuso perforante con fractura de cráneo y los cuatro restantes impactaron en el pabellón auricular izquierdo”.
Como en diciembre de 2022, con el veredicto absolutorio, el miércoles pasado, tras la sentencia condenatoria, hubo un encuentro en la Fiscalía General de San Isidro para “desmenuzar” el fallo. Los representantes del Ministerio Público sintieron satisfacción por el trabajo hecho. Están convencidos de que la decisión de los jueces Budiño y Mancini es, finalmente, un reconocimiento al trabajo que comenzaron María Inés Domínguez, fiscal fallecida en 2019, y Quintana que analizaron una y otra vez la prueba que había en el expediente y, que según ellos siempre conducía a la pista de Pachelo, pero fue ignorada una y otra vez.
Ahora, sienten, se hizo Justicia.
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